ESPECTáCULOS

Cuando el sonido y la furia se dan la mano con la alegría y el baile

Bersuit Vergarabat brindó en el Estadio Obras tres shows festivos y calientes, marcados por las consignas políticas, las dedicatorias a las Madres de Plaza de Mayo y los piqueteros. Repite el próximo sábado.

Por Javier Aguirre

En sintonía con el que ya es su momento histórico de mayor masividad, Bersuit Vergarabat brindó tres conciertos consecutivos en Obras –con una cuarta función añadida prevista para el próximo sábado– a sala llena y con la emotividad y la alegría como grandes ejes, aunque tanto por sus propios aportes como por los de su público, las rabiosas referencias políticas tuvieron también su espacio destacado. Alcanzando el record propio de ocho presentaciones en Obras en un mismo año, el gran pasar de la Bersuit se basa fundamentalmente en saber sazonar –cuales chefs de la descarga– la furia política que flota en el ambiente de sus conciertos con generosos pasajes de fiesta y baile; todo un mestizaje emocional que acaba por construir una verdadera comunión catártica.
Del mismo modo que en sus cuatro anteriores presentaciones en el mismo estadio, en junio pasado, la banda sonó más caliente y emocionada que precisa y sutil, atributos que sí había expuesto en 2001 cuando grabó –también en Obras Sanitarias– su exitoso álbum en vivo De la cabeza con Bersuit Vergarabat. Esta vez, más allá de algunos molestos problemas técnicos en los micrófonos, el énfasis estuvo en la honesta gratitud de los músicos hacia el gran apoyo del público, que los convirtió en el exponente rockero por excelencia de la actitud políticamente combativa. Y el agradecimiento fue pagado en especias: fiesta, versiones incendiarias de los hits más bailables, y un cada vez más nítido abanico de timbres y ritmos rioplatenses.
Del extenso repertorio de la banda, que acredita una historia de más de diez años, las canciones más nuevas fueron también las más “calientes”. Entre otras, se lucieron “Somatizando”, compuesta por el tecladista Juan Subirá, que incluyó notables juegos de voces, “La del toro”, “La bolsa”, “El gordo motoneta”, “Desconexión sideral”, todas de su último disco de estudio, Hijos del culo. No dejó de ser caliente la versión de “La petisita culona”, un tema dedicado por el líder Gustavo Cordera a la mujer del guitarrista Verenzuela (“el mejor culo de Buenos Aires”, según la creíble confesión del cantante). No fue la única dedicatoria, ni la más creíble: Cordera también recordó –a la hora de la spinetteana y bella “Vuelos”– a las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, así como al movimiento piquetero, “auténtica resistencia para que este país no se convierta en una basura total”, según propias palabras del cantante.
Otra dedicatoria estuvo ligada a un himno histórico del grupo, que curiosamente no le pertenece: se trata de su argentinísima versión de “El tiempo no para”, esa bellísima canción brasileña que sonó acompañada de un clip con imágenes varias del siglo XX. El público abucheó religiosamente cada aparición del papa Juan Pablo II –que coincidía con el verso “te compraste las acciones de esta farsa”–, aunque no hizo lo mismo con las imágenes de, por ejemplo, explosiones nucleares. Pero el momento más politizado se vivió con otra canción. Del mismo modo que ocurre en cada concierto de la Bersuit Vergarabat, al menos en la Argentina, el clímax emocional llegó a partir de su otro cover famoso (también asumido como clásico propio, más allá de la polémica que se desencadenó por la peleacon sus autores), “Señor Cobranza”, original de Las Manos de Filippi. Cada presentación en vivo de esta canción, cuya letra rapeada acaso exprese la crítica más furibunda y explícita de la música popular al menemismo y sus regímenes-secuela, se asemeja más a una efusiva marcha en cualquier plaza urbana que a un concierto de rock. Esta vez la banda no tocó la primera mitad de la canción, que fue coreada con precisión y odio furibundo por el público, mientras Cordera registraba el masivo coro con una cámara de video.
Cómodos en el nicho hallado entre la furia política (a veces sin mucha forma) gestada en el seno del rock chabón, y el desenfado fiestero pero lúcido de big bands suburbanas como Los Auténticos Decadentes, los integrantes de la Bersuit cierran de esta manera el que –al menos en términos de convocatoria– ha sido el gran año de su carrera. Ahora, un receso autoimpuesto durante el próximo verano, como anunció Cordera en una entrevista concedida a Página/12, le servirá a la banda para “experimentar e innovar”, de frente a su próximo álbum de material nuevo, que se supone estará listo recién a mediados de 2003. Los 40.000 tickets vendidos en el Estadio Obras sólo en este año de crisis absoluta en el país revelan que habrá público ansioso por escuchar el resultado de esa experimentación anunciada.



Músicos: Gustavo Cordera (voz), Juan Subirá (teclados, acordeón, voz), Oscar Righi (guitarra), Carlos Martín (batería), Pepe Céspedes (bajo, coros), Albertito Verenzuela (guitarra, coros), Germán “Cóndor” Sbarbati (voz), Daniel Suárez (voz).
Artistas Invitados: Limón, Alejandro Sokol, grupo La Camorra.
Público: 15 mil personas (en total).
Lugar: Estadio Obras Sanitarias, 8, 9 y 10 de noviembre (repite el sábado próximo).

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Gustavo Cordera, el líder de la Bersuit, sabe dosificar la arenga política y la invitación al baile.
 
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