ESPECTáCULOS › D’ELIA Y SEEFELD, PRODUCTORES DE “FEMENINO/MASCULINO”
“No nos vamos a reír del gay”
El dúo que integra el fenómeno “simuladores” inicia con esta serie una nueva etapa, en la que ponen algo de progresismo en un Canal 9 habituado al trazo grueso. El modelo, dicen, es el de las sitcom estadounidenses.
Por Julián Gorodischer
“Que no sea berreta”, expresan a dúo, sueño modesto y condensado. Al reclamo de precisiones responden con un listado aprendido de memoria, pero en el que sobresale casi un ruego: “Que no se mueva la pared”, dicen Federico D’Elía o Martín Seefeld, lo mismo da, en sus flamantes roles de productores de “Femenino/Masculino”. Cómo no tener en cuenta el antimodelo: los fantasmas de la vieja comedia del Canal 9, de tonos pastel, libros de mentirita, escaleras caracol, living con barra al fondo y, como eco, el recitado fuerte y declamatorio de la letra a cargo de Patricia Palmer, Germán Kraus, Nora Cárpena, Darío Víttori, entre tantos nombres. Ellos querrán dar un golpe de timón con una nueva comedia de enredos (desde el lunes a las 23) del tipo estadounidense, pero van avisando que no se espere un primo hermano de “Los Simuladores”.
–¿Y eso qué significa?
Federico D’Elía: –Esto no es experimental, es para todo público. Es más: por momentos puede parece un poco naïf.
Un anuncio, se ve, es un género que se complica: el productor alterna el paño frío (“¡no es tan...!”) con la megalomanía (“la primera sitcom...”), indeciso entre el lanzamiento de una estrella y el título de peso pesado ganado el año pasado, y que hay que mantener. Esa primera experiencia de producción (“Los Simuladores”) motivó a la dupla a seguir en el camino: los vacíos hay que llenarlos, la ficción convoca en 2003 y los ejecutivos no saben cómo hacerlo.
“Dale, macho, ¿te animás a hacer de gay en un programa?” Así recuerda Federico la génesis de la idea, allá lejos y hace tiempo, cuando no se animó. Los actores armaron, años después, la productora propia para ejecutar sus fantasías, que a veces tienen que ver con la ambigüedad sexual. ¿Y también con esa figura de la ortodoxia onanista: el ratoneo con las dos minas?
F. D.: –Hay algo de eso. A la gente las dos chicas (María Socas y Viviana Saccone) juntas le generan fantasías. Pero no se va a ver sexo, en todo caso va a estar siempre a punto de pasar algo y el público podrá decir “ahí se viene”.
Lo que se viene, en verdad, es el formato de la “sitcom a la argentina” para contar los enredos y desencuentros entre un marido dejado, dos lesbianas y un gay, todo –dice Seefeld– “con un humor bien criollo”. ¿En la línea del prepotismo de Marcelo Tinelli, de la máscara de Fabián Gianola, de la caricatura de Guillermo Francella, todas muestras de un criollismo de ley? “No, nada que ver”, avisa D’Elía.
En el “a priori” dan excusas. Que “Femenino/Masculino” no va a condenar, ni tampoco hará didactismo. Que no se espere el terminado de “Los Simuladores”, pero tampoco la puesta en escena propia del sketch. Que no es sobre gays sino sobre la integración, la tolerancia, la cabeza abierta... palabras resonantes que la trama traduce en el revisitado: machista (Gabriel Goity) conviviente en extraña pareja con hombre gay (Fernán Mirás). A la diatriba de “Cotidiano” y “Después de hora”, al gaste y galanteo con el gato de “La peluquería de los Mateos”, al elitismo de “Rebelde Way”, ¿habrá que sumar ahora la primera incursión del Canal 9 en el terreno de la corrección política?
Martín Seefeld: –El programa será lo más parecido que se vea en la Argentina a una sitcom, con ocho personajes fijos y un guión muy dialogado. No nos vamos a reír del gay. El que se ridiculiza es Roberto (Gabriel Goity), el homofóbico. Acá no hay rótulos, ni situaciones de sexo, no es perverso ni promiscuo. Habla de la amplitud de pensamiento, sin bajar línea.
–¿En la línea de la comedia “Son o se hacen” (de Diego Kaplan), de “Will & Grace” o de la performance Gianola-Francella?
F. D.: –Es una comedia tradicional, de bajo presupuesto, para un público acotado. No tiene nada que ver con “Son o se hacen” porque es una trama común y corriente, más tendiente al realismo, con situaciones graciosas. Tampoco se parece a una serie de Sony. Cuando nos venden las series estadounidenses no nos reímos, ni compartimos ese humor. Queremos que cada actor se comprometa y tenga su mejor nivel expresivo, para que aparezca una emoción verdadera.
¿Y qué será en 2003 del programa que les cambió la imagen y la vida? “Los Simuladores” los llevó al territorio de qualité que ahora promueven con su propia productora TAO Films. Ellos eran chicos de barrio en versión Pol-Ka, o en ocasiones galanes románticos en algún culebrón de Chayanne o Cris Morena y, de pronto, se cruzó Damián Szifrón en su camino para marcar el punto de ruptura. Alguna pieza se movió para que en 2002 “Los Simuladores” convocara al elogio de tantos: la ficción desplazó al reality, y la historia de Szifron –piensa D’Elía–, “trajo el espíritu de las viejas series americanas que veíamos cuando éramos chicos”.
–¿Y cómo sigue esa historia en 2003?
F. D.: –Se va a contar un poco más de la vida de cada uno de los simuladores, la gente va a poder conocerlos en situaciones personales y cotidianas. Va a tener, por momentos, un tono más fantástico: se van a narrar casos de vampirismo, préstamos del Nuevo Testamento, anécdotas con clones... En la preparación del programa se acumula una cantidad infinita de ideas: no hay techo para imaginar en esta historia que rompió el molde de lo que se venía haciendo.
M. S.: –Ante todo se va a mantener el código que se desarrolló en el 2002. La gente necesitaba referentes, creer en algo, y llegaron estos paladines. Queremos que nos sigan diciendo, como pasó el año pasado: “¡Qué lindo si existieran de verdad!”.