ESPECTáCULOS
El regreso de los tiempos de la pizza con champán
La fiesta con la que Canal 9 lanzó sus programas 2003 fue una buena metáfora de la Argentina según Daniel Hadad.
Por Julián Gorodischer
El colado no mira, atesora imágenes mentales como si fueran polaroids. Son todos retratos de cuerpos femeninos voluptuosos, chicas que circulan por los rincones de la fiesta de lanzamiento de temporada del Canal 9 y se visten con un neoprene finito. La tela de moda es casi transparente, adelgaza y parece apta para los 35 grados a la sombra; ellas respetan cierta inocencia de provincia y una fidelidad sin dudas: “Somos de Sofo...”, dice la mulatona para que la dejen entrar a una fiesta típica de la Argentina según Daniel Hadad. Es la noche de “las pulposas”, cuerpos para el gusto del jerarca y el colado. Circulan por la barra y el baño, saludan adiestradas para halagar al desconocido “que siempre es importante” –dijo un poderoso– porque es público o cliente. Hay que verlos entrar a los Sofovich, los Portal, los Hadad, los Laje, orgullosos del sueño realizado en el Paseo de la Infanta, en la discoteca custodiada por expertos, vallada por cuestiones de seguridad y muy bien servida.
Basta un recorrido para degustar el canapé de caviar rojo, la papa glaceada coronada por champignons, el pan integral con paté de ganso, y más allá –dice el rumor– hay un buffet naturista para las chicas de “Rebelde Way”. Aquí, se sabe, los negocios son cosa de varones, y allí está el patrón recogiendo halagos y cabezas bajas a su paso, subido al escenario para recibir el aplauso del centenar de estrellas. Pero la alegría, esta noche, queda a cargo de la lolita ratonera (Luisana Lopilato), la operada sin un gramo de más (Catherine Fulop), la mulata exuberante. Las mujeres ornamentan gradas y palcos en la disco elegida para hacer funcionar su máquina del tiempo y recrear el aire de pizza con champán para regar el tercer puesto conseguido.
En la discoteca de Recoleta se anuncian programas de esos que “necesita” la Argentina: uno de preguntas y respuestas para premiar el saber (“El tiempo es dinero”), una tira de la factoría Cris Morena (“Rincón de luz”) para demostrar que “la vida sin amor no sirve”. Saludan juntos, los “rinconcito” y los “rebeldeway”, lolitos de entre cuatro y diez que bajan el piso de edad para excitar. En la terraza les dan instrucciones muy precisas: “Esperen en el VIP, saluden desde el balcón, levanten el brazo con emoción, coman poquito, no tomen alcohol...”, resortes que Morena maneja como experta. “Hacete cargo de tu responsabilidad”, escuchan los juveniles, mimados del canal, apocaditos entre el centenar de botellones de champán. Sus precursores, chicos de antes (Juan Ponce de León, Guido Kaczka) convocados para un regreso de frente marchita y kilos de más, miran con recelo ese esplendor y dicen con desgano: ¿Hasta qué hora teníamos que estar? Las chicas “Sofo”, el coro de musculosos, los rinconcito y los rebeldeway sueñan, se ve, con la escalera a la fama que les promete este paraíso de farándula.