ESPECTáCULOS › “MARC, LA SUCIA RATA”, DE JOSE SBARRA, EN TEATRO

Un enamorado de la muerte

El realizador Eduardo Capilla dirige a Daniel Ritto y Noelia Rufat en una obra dura, sobre un escritor marginal y una policía redentora.

 Por Oscar Ranzani

Hace unos años, cuando José Sbarra ya era una figura emblemática del under de los ‘80 y de la contracultura escribió una historia sobre un escritor marginal y su insólita musa, una mujer policía. La anécdota disparadora era un intento de suicidio, que daba pie a una relación en que ella intentará “encarrilarlo”. La novela de Sbarra, Marc, la sucia rata, se editó en 1988, sobrevivió a su muerte, víctima del sida, y fue adaptada al teatro a través de Los pro y los contra de hacer dedo. El director Eduardo Capilla reestrena esta semana la versión teatral de esa historia dirigiendo al actor Daniel Ritto, que comparte el escenario con Noelia Rufat, quien encarnará a la mujer policía. Luego de una función inicial, esta noche a las 21, la obra cumplirá temporada en el teatro El Vitral, los viernes y sábados a la 0.30.
La dupla Ritto-Capilla, además de sugerir un juego de palabras religioso, muestra a dos artistas que estuvieron cerca o representaron a dos pesos pesado de la música cuyos respectivos públicos se asumen como rivales, adversarios y, en el peor de los casos, enemigos. Capilla dirigió en 2001 +bien, un largometraje dramático que narra la historia de tres amigos médicos que deciden tomar diferentes caminos para salir del aburrimiento. El film marcó el debut actoral del ex líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati, responsable también de la banda musical. Ritto interpretó tanto en teatro como en el cine al mítico Luca Prodan, líder de Sumo. Sin embargo, nada de ese entorno los afecta: trabajando juntos se han hecho amigos, aunque uno siga prefiriendo a Sosa Stereo y el otro a Sumo.
Paralelamente a la puesta en escena de Marc, la rata sucia, Capilla y Ritto están embarcados en un proyecto cinematográfico basado en otro libro de Sbarra: Plástico cruel. “Mientras esperamos todos los trámites que hay que hacer en el Incaa, vamos a hacer esta obra del mismo autor a la manera de un precalentamiento”, señala Capilla. Respecto de Marc, la sucia rata, Ritto resalta que “Sbarra plantea un choque entre libertad y opresión. José estaba enamorado de la muerte. Se aburría de la hipocresía y de los locos de sábado y domingo. Y en la policía ponía todo lo que lo censuraba, lo que lo juzgaba y lo que lo reprimía”.
“Ella trata de meterlo en lo que es la sociedad convencional con todas sus reglas. Y bueno, se establece una relación”, dice Natalia Rufat sobre su personaje de policía. “Tiene una mezcla de policía consejera y represiva. Porque los policías, por un lado te aconsejan pero, por otro, siempre está el uniforme primero”, comenta al tiempo que destaca que para su preparación “estuve hablando con un par de policías más que nada para aprender el vocabulario de los miembros de la fuerza. Después lo demás es lo que uno le pone”. Ritto destaca que “Marc era Sbarra. Sbarra escribía ficción autobiográfica. Y además no se hubiese perdonado no morir de la forma en que murió. Tenía que irse rápido de alguna manera”, dice. Mientras que para Capilla “un poeta, un escritor, a veces, es molesto porque no cree en el sistema”.
–¿Qué mirada sobre la marginalidad muestra o sugiere la obra?
Daniel Ritto: –En la obra, Sbarra no hace concesiones. Muestra un solo camino. Su camino es el olvido. Como decía Borges: “Lo único que nos queda es el olvido”. Y Marc es el olvido, no quiere nada. Hay un poema de Bukowski que dice: “Los jóvenes bellos mueren jóvenes y abandonan a los viejos a sus feas vidas”. Los jóvenes bellos rechazan el amor, rechazan el odio, rechazan, rechazan. Y mueren con píldoras, mueren suicidas mientras los viejos siguen jugando al sol en la playa.
–Eso es una versión a la vez romántica y trágica de la vida.
D.R.: –Sí, claro. Sbarra era un poeta. No estaba ni de un lado ni del otro, estaba en la síntesis. Marc sufre demasiado. Está realmente desencantado porque siente que no ha sido amado lo suficiente. Y siente que todo tiene reglas. Marc está afuera de todo eso, como estaba Sbarra. Era un solitario, un tipo que quería escribir, drogarse y morirse rápido porque su hipersensibilidad no soportaba ver cómo iba la cosa.

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Ritto dice que la obra plantea una lucha entre libertad y opresión.
 
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