ESPECTáCULOS › “LA CRUZ DEL SUR”, NOTABLE OPERA PRIMA DE PABLO REYERO

Cuando el pasado vuelve a hacerse presente

En su debut en la ficción, el realizador de documentales ejemplares como Vivir y Dársena Sur hace de un policial con marginales bonaerenses una reflexión sobre la herencia de la dictadura. Por su parte, La pasión de Cristo, de Mel Gibson, convierte al Via Crucis en un espectáculo sadomaso.

Por L. M.

Como esas cruces que aparecen cada tanto a la vera del camino y que marcan menos una tumba que el recuerdo de la muerte, la notable ópera prima de Pablo Reyero en el campo de la ficción aprovecha los rasgos exteriores del cine negro más duro para sumergirse en una realidad construida sobre el fantasma de los desaparecidos, sobre ese pasado que se resiste a ser olvidado y que se manifiesta como una fuerza oscura, poderosa. La enorme virtud de La cruz del sur es que nada de esto está enunciado ni explicado en el film sino que surge de los giros del propio relato, de las conductas de sus personajes y del paisaje sombrío y hostil del que no pueden escapar.
El espacio físico en el que se desarrolla la película es la costa atlántica, en pleno invierno, con sus cielos grises siempre al borde de la tormenta, con el mar embravecido golpeando la playa con una furia atávica. Nora (Letizia Lestido) y Javier (Luciano Suardi) acaban de robar un importante cargamento de cocaína, quizá demasiado grande para ellos. Y huyen, desesperadamente, como sea, en una ambulancia, a sangre y fuego si es necesario. En sus planes está un ilusorio escape al Paraguay, pero pareciera que, al mismo tiempo, son conscientes de que no tienen salida, de que se mueven en un laberinto trágico.
Nora tiene los pies más puestos sobre la tierra, es pura energía y decisión, pero a Javier le cuesta dejar a su familia atrás. “¿Para qué metiste a tu familia en todo esto? Yo soy tu familia ahora, tarado”, le recrimina ella, que no puede terminar de entender la relación de Javier con Wendy (Humberto Tortonese), su “hermana” como la llama él, respetando su condición de travesti. Después de reunirse con Wendy en un sórdido local de strip tease, los tres se irán a la casa de los padres de Javier (Mario Paolucci, Silvia Bayle). Y allí el film encuentra su territorio expresivo, El Marquesado, cerca de Chapadmalal, un balneario ganado a los acantilados de la costa y donde solían aparecer los cadáveres maniatados que arrastraba la marea después de los infames vuelos de la muerte.
En ese paisaje transfigurado, que semeja al de un barco sacudido por los vientos, con las carpas como las velas indómitas prenunciando el naufragio, se desarrolla también otro de los temas centrales del film: la dificultad de saber en qué consiste ser padre y ser hijo, de entender qué es realmente una familia. Después de una fuga que no alcanza a ser tal, todos aparecen reunidos como por un designio en esa playa abandonada, obligados a confrontarse unos con otros, a asumir su presente, pero también su pasado.
Hay una violencia constante en esas relaciones, pero también, al mismo tiempo, una rara ternura, un cariño muchas veces áspero como la piedra. Reyero tiene la valentía de no proponer identificación alguna con sus personajes, pero tampoco los juzga ni los mira desde un púlpito. Siempre los acompaña, los sigue a la par, y descubre no sólo sus debilidades sino también su integridad y su capacidad de afecto, como cuando Wendy encuentra una inesperada pareja en el camino. Como director, Reyero consigue extraer de Suardi y particularmente de Lestido (una debutante absoluta) momentos de mucha verdad y, en los casos de Paolucci y Tortonese, sacarlos del estereotipo y ponerlos en un lugar más difícil, pero también más auténtico.
Film siempre intenso, muchas veces extremo, sin concesiones, La cruz del sur –que tuvo su bautismo de fuego el año pasado en el Festival de Cannes– encarna una rara paradoja: transita un realismo puro y duro pero, al mismo tiempo, logra expresar algo de la herencia negra, inasible que dejó la dictadura en la conciencia del país.

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Letizia Lestido es Nora, una mujer decidida a todo.
 
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