ESPECTáCULOS › LOS TITERES DE SARAH BIANCHI EN EL BAC

Una muestra de antología con
criaturas de corazón de trapo

Mundo títere incluye piezas históricas y también exóticas, pertenecientes a la colección del Museo Argentino del Títere.

 Por Oscar Ranzani

A pesar de que durante mucho tiempo los títeres fueron considerados personajes exclusivos del mundo de los niños, en los últimos años comenzaron a habitar el planeta de los adultos también. La legendaria titiritera Sarah Bianchi sufrió en carne propia aquel prejuicio, ya que desde 1944 dedicó su vida a la creación y manipulación de estos pequeños personajes en numerosas obras teatrales. En sus inicios, junto a Mané Bernardo (fallecida en 1991) –con quien compartió sus experiencias profesionales–, sólo interpretaba obras para niños para ganarse el sustento pero su deseo era poder llegar a los mayores de edad también. Actualmente, Bianchi seleccionó de su magnífica colección personal una numerosa cantidad de títeres, fotografías, bocetos y afiches que se están exponiendo en el British Arts Centre (BAC), Suipacha 1333, con entrada libre y gratuita. La exposición Mundo títere puede visitarse de lunes a viernes de 14 a 20 y los sábados y domingos de 16 a 19 hasta fin de mes. Estas vacaciones de invierno son una ocasión especial para que tanto los padres como los hijos puedan tender un puente generacional para compartir los secretos de estos habitantes vestidos con trapos que arriba de un escenario desafían la lógica de la naturaleza impregnándose de vida.
Una de las atracciones más antiguas de Mundo títere es la pareja de pequeñas marionetas talladas en madera que datan de 1880. Bianchi recuerda que las compraron “a los creadores del Teatro de Títeres de México, los Rosete Aranda”. “Si se mira de cerca el títere masculino, uno se da cuenta de que abre y cierra la boca a pesar de que es muy chiquito”, explica. Acompañan a estas marionetas unas fotografías de Bianchi y Bernardo en su taller y otra en la que comparten el lugar con Jim Henson, creador de Los Muppets, aquellos inolvidables animalitos que hicieron historia en la televisión mundial.
Otra característica de Mundo títere es que sus pobladores provienen de las regiones más desconocidas. Por ejemplo, unos ejemplares orientales tallados en madera y construidos con técnicas de varilla que son tradicionales de Indonesia. “El color de la cara indica el personaje”, comenta Bianchi. “El blanco es la princesa, el azul es el príncipe y aunque en esta colección no está, el rojo es el demonio.” Junto a los indoneses conviven otros de la India que datan de los inicios de la marioneta. A través del recorrido, el público puede conocer las distintas técnicas que componen el universo titiritero y las diversas variantes de acuerdo con cada región. Por ejemplo, un pupi siciliano dotado de una armadura de metal y unas marionetas griegas de 1930.
En uno de los tantos viajes que realizaron juntas, Bianchi y Bernardo consiguieron en Francia El deseo atrapado por la cola, un texto teatral escrito por Picasso. “Cuando trajimos la obra le pedimos a Clorindo Testa que la visualizara, que hiciera lo que le sugerían los personajes.” Los bocetos expuestos en el BAC les permitieron a Bianchi y a Bernardo construir los títeres para la representación teatral. También habitan en el BAC los marotes, unos muñecos gigantes llamados así por la técnica empleada: el títere tiene una sola mano y la otra es la del titiritero que la disimula con un guante. Y con eso, se maneja. La muestra se completa con títeres que se emplearon en obras de Chejov, Shakespeare y García Lorca (estos últimos son de cartapesta, realizados con papel y engrudo) y tres muñecos que se utilizaron para la película Los tres ositos, en 1948. “Fue lo primero que hicimos en cine”, recuerda Bianchi.
Todos los títeres forman parte de la colección del Museo Argentino del Títere –fundado por Bianchi y Bernardo–, que cuenta con más de 600 ejemplares. “Un títere es como la guitarra para un guitarrista, es un instrumento de expresión”, confiesa Bianchi. “Como es un personaje teatral, tiene vida. No existe el personaje de teatro si no vive. Lo otro sería un muñeco. Y el títere no es un muñeco. Es un personaje. Representa a algo que tiene vida propia, una expresión y un objetivo de existir”, concluye quien pasó 61 años con la vida de tantos pequeños seres que comparten el universo de grandes y chicos. Y sus sueños también.

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Para Bianchi, “un títere es un instrumento de expresión”.
 
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