ESPECTáCULOS › NICK MASON Y LAS POSIBILIDADES DE REUNION DE PINK FLOYD

“Tenemos muy poca relación”

El baterista de una de las bandas más grandes de la historia del rock analiza el sentido de la reciente aparición del compilado “Echoes”.

Por Fernando Martín*

La aparición del compilado doble Echoes, uno de los sucesos discográficos del año 2001 en el mundo del rock, puso a Pink Floyd otra vez –si es que eso hace falta– en el primer plano de la escena global. El trabajo “conjunto” que realizaron para este disco los cuatro miembros de la formación histórica de la banda, esto es Mason, Right, Gilmour y Waters (seleccionaron y supervisaron la masterización de los discos, aunque siempre lo hicieron vía fax, mail o a través del ingeniero de sonido), alimentó el morbo siempre listo sobre un posible regreso de la banda o, en el peor de los casos, aumentó la impresión de que se trata de un síntoma del final-final de su carrera como banda en actividad. Como sea, las últimas señales de los protagonistas apuntan en esta última dirección: David Gilmour, por ejemplo, promete un disco solista para este año y fue bastante escéptico sobre el futuro de Pink Floyd en las contadas entrevistas promocionales que ofreció a propósito del lanzamiento de Echoes. Roger Waters, el exiliado, seguirá adelante en este 2002 con su gira In the flesh, con la que llegará a Buenos Aires el 7 de marzo para presentarse en el estadio de Vélez. A pesar de algunos rumores más esperanzados que reales –siempre en torno a una posible “reconciliación”, grabación de nuevo disco y gira mundial–, Waters nunca demostró interés en regresar.
Nick Mason, el baterista de 55 años, también es realista en este sentido. “No puede decirse que este disco vaya a hacer que volvamos a ser amigos de nuevo. Al menos por el momento”, dice, pero cree todavía en un acercamiento y reunión. “En estos últimos años hemos tenido poca relación con Roger, pero me encantaría que volviéramos a ser amigos de nuevo”, dice. Sobre el proceso de selección de las canciones para Echoes, Mason cuenta que fue muy difícil de realizar. “Cuando uno hace un disco así, cree tener ya casi elegido el 75 por ciento del material desde el principio, pero lo que queda es lo más complicado a la hora de ponerse de acuerdo”, comenta.
–¿Concuerda con la opinión que la mejor etapa del grupo fue la primera, cuando estaba Syd Barrett?
–Mucha gente dice que The Piper at the Gates of Dawn, el disco que hicimos con Syd, es el más experimental, pero yo no lo veo así. Ese disco era el primero que hicimos y está lleno de simples canciones pop. Es mucho más experimental A Saucerful of Secrets, el siguiente, que fue justo cuando Syd nos dejó.
Cuando Barrett se alejó de la banda por problemas mentales, su puesto en la guitarra y voz fue ocupado por Dave Gilmour, quien participó en la explosión del grupo en 1973 con Dark Side of the Moon. Aquél fue el disco que encumbró definitivamente a Pink Floyd como uno de los grupos de rock más grandes de la historia, a la vez que significó un suceso de ventas único en el mercado discográfico del primer mundo (permaneció ininterrumpidamente durante más de décadas en la lista de los 200 discos más vendidos en Estados Unidos).
–Hay otra mirada sobre la carrera de Pink Floyd, que destaca a “Dark side of the moon” como el disco más importante en la historia de la banda...
–Comprendo que haya mucha gente que piense que Dark side of the moon es el mejor álbum que hicimos. Tanto a nivel creativo, como de ventas o repercusión internacional. Pero tampoco es ésa mi opinión.
–Entonces ¿cree que “The Wall” fue el proyecto más importante de la banda?
–Puede serlo en varias maneras, pero es algo que llegó con el desarrollo natural. The Wall era una cosa muy concreta al principio. Estaba muy claro que iba a ser primero un disco, que luego lo íbamos a llevar a un escenario y que también íbamos a hacer una película con él.Era una especie de pieza completa, algo que se da muy pocas veces en música rock.

* De El País, de España, exclusivo para Página/12.

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La formación más exitosa en la carrera de Floyd, con Roger Waters.
El bajista se fue en malos términos en 1983, luego de “The final cut”.
 
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