ESPECTáCULOS › SUS AVENTURAS GENERARON 8 MIL MILLONES DE DOLARES DE GANANCIA

El agente 007, según pasan los años

Por Christoph Driessen
Desde Londres

Los fans de James Bond son como niños pequeños, dijo Roger Moore en una ocasión. “Todas las noches quieren escuchar la misma historia de buenas noches.” La serie sobre el agente secreto cumple 40 años en la gran pantalla y aportó un total de 20 películas desde la primera Dr. No, en 1962. A pesar de que la crítica está en general de acuerdo respecto de que el clímax dramático se superó hace aproximadamente 35 años, Pierce Brosnan podría estar en lo cierto cuando dice: “Bond seguirá existiendo dentro de 50 años”. Las aventuras del agente 007 al servicio de la reina Isabel II de Inglaterra constituyen la serie más exitosa de la historia del cine. Hasta ahora, generaron más de 8000 millones de dólares. Seguramente, tenía razón el presidente del Partido Laborista británico Hugh Gaitskell a comienzos de los años 60 cuando escribió al creador de Bond, Ian Fleming (1908-1964), las siguientes palabras: “La combinación de sexo, violencia y alcohol es irresistible para alguien que lleva una vida tan limitada como la mía”. Hace algunos días, un agente secreto de verdad, “Mr. D”, aseguraba ante el tribunal que el sabelotodo con licencia para matar es una figura de cuento como Tarzán o Indiana Jones.
Y eso que James Bond realmente existió. Fue un hombre tranquilo, experto en pájaros, cuyo nombre Fleming tomó prestado para su héroe. Fleming mismo fue agente secreto británico durante la Segunda Guerra Mundial. Gracias a sus excelentes conocimientos del alemán, había estudiado en Munich. También Bond habla alemán sin problemas y tiene una madre suiza.
La primera novela sobre Bond, Casino Royal, apareció en 1953, seguida de 13 tomos más. En 1961, la serie ya era un éxito mundial. El presidente John F. Kennedy decía que Desde Rusia con amor (1957) era uno de sus libros preferidos. Por eso no fue de extrañar que los productores Albert R. Broccoli (1909-1996) y Harry Saltzman (1915-1994) propusieran llevar este material al cine. El autor se indignó cuando le presentaron al actor que iba a interpretar el papel principal: un ex lustrador de ataúdes llamado Sean Connery. “Yo busco al comandante Bond y no a un extra demasiado grande con cara de camionero”, se lamentó Fleming, que prefería al aristocrático David Niven. Connery es considerado hasta hoy el mejor Bond y el más clásico. Su insulso sucesor George Lazenby desapareció tras sólo una película. Con Roger Moore, llegó un parodista de Bond, que veía las películas como “comedias”. El intérprete de Shakespeare Timothy Dalton quería hacer “un ser humano” de la máquina de matar a prueba de balas. Y el actual 007, Pierce Brosnan, simplemente quiere interpretar al “héroe máximo”.
Bond es un guerrero frío que se quedó sin misión tras la caída del Muro de Berlín. Desde entonces, lucha contra terroristas islámicos en Afganistán o contra la mafia en Rusia, pero en palabras de su jefe “M” es un “dinosaurio” de una época gris que ya quedó en el pasado. “Discutimos sobre si Bond debería ir tras la pista de Bin Laden”, cuenta Brosnan. Pero parece no ser tan fácil. Una mezcla tal de realidad y ficción hubiera sido un riesgo innecesario para los productores. El director Lee Tamahori reconoció que la fecha del 11 de septiembre influyó en el cine: “Ya ninguno de los personajes muere quemado”, dice. Un buen Bond, se dice, depende de su antagonista. Son legendarios los malvados de las primeras películas: Ernst Stavro Blofeld con su gato blanco sobre el regazo, la asesina de la KGB Rosa Klebb y lógicamente Auric Goldfinger.
El feminismo, el sida, la vida natural y la corrección política alteraron todo lo que le divertía al agente secreto.
Ahora debe ser fiel al menos durante el transcurso de una película, renunciar a los cigarrillos e incluso tomar agua mineral. Y su mayor humillación: su nuevo jefe es una mujer. Pero hay una cosa que no cambió: Bond tiene bellas mujeres, coches veloces y armas mortales. Y siempre gana. Justamente ése es el secreto de su éxito, opina el escritor italiano Umberto Eco. Todo el mundo conoce las reglas del juego y puede opinar. Las “variaciones mínimas a través de las cuales el triunfador llega a su meta” son las que les dan la mayor satisfacción a los seguidores de este personaje.

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