ESPECTáCULOS

Diferentes arquetipos de los castings

- El mulato. Cotiza altísimo en la bolsa de los castings. Aporta perfil cosmopolita, aire europeo, y se valora por su escasez en tierra porteña. El productor lo viste con colores fuertes, le impone rastas, lo rodea de blancos y tetonas para connotar espíritu cosmopolita y comunidad multiétnica. ¡Figurita difícil!

- El estudiante de teatro. Quiere destacarse con gestualidad exacerbada, avisa que estudió actuación así sea para conformar masa entre cinco mil extras, se mueve en grupitos de cinco a nueve personas, se distrae comentando comedias musicales en el pasillo, está entrenado para resistir bajo el sol con pantalla solar y remera de manga larga y seduce con sonrisitas y guiños al selector. ¡Siempre gana!

- La jubilada. Cotiza alto por su alta disponibilidad. “Puedo de día y de noche”, dice al selector, y defiende el touch realista que da el aporte de tías, madres y abuelas a todo rodaje. Reclama derecho a aparecer en épocas de tiranía joven, asegura que los viejos también consumen y suele ser la solidaria de la cola. “Señora –le piden–, me cuida el lugar...”

- El profesional. No es changuero ni va en busca de bolos. Es un yuppie de agenda completa, enviado por agencias o representantes, que copa toda su semana con castings y entrevistas para estar en publicidades. Tiene estrategias: elegir un lugar del medio en la cola, economía gestual, ropa clara y versatilidad en el peinado y el calzado. No quiere ser identificable con ningún lugar del mundo: ni guayaberas, ni polleritas cortas, ni estampados que refieran a famosos. ¡Y lo usa todo junto!

- El excéntrico. Recita poemas en la cola, tira falsas primicias, boicotea al recién llegado, usa una flor en el ojal, sombreros de ala ancha, corbatas rojo flúo, anteojos de nerd, trajes bajo el sol ardiente, habla finito o demasiado grave, es pelado pero va a la gomina, se pone a cantar. La vía fácil: distinguirse a los gritos. ¡Afuera!

- El moderno. Deambula con gestos discretos, sin muecas, ni tensiones en el rostro, emanando placidez o confort, ni el deseo de querer aparecer, ni ambición desmedida ni voracidad por ganar dinero. Pero sí colaboran los accesorios: peircings, hebillitas, tattoos faciales, gorros, maquillaje: en Europa se usa. La mirada, al mundo.

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