SOCIEDAD › UN ARGENTINO CON CONSUMO PROMEDIO GENERA 5,71 TONELADAS ANUALES DEL GAS QUE PRODUCE EL CAMBIO CLIMáTICO

El efecto invernadero a la hora del espejo

En el Día Mundial del Medio Ambiente, la ONU instó a modificar el comportamiento individual para ayudar a frenar el cambio climático. La Secretaría de Ambiente creó un “calculador de huella de carbono”, por el cual cada persona puede establecer cuánto contamina.

 Por Pedro Lipcovich

¿Cuántos gases, exactamente, emitió usted en los últimos 12 meses? La Secretaría de Ambiente de la Nación ha puesto en Internet un dispositivo que le permite a usted mismo hacer el cálculo, con toda precisión. El argentino promedio emite, aunque parezca mentira, cerca de seis toneladas por año. Se trata por supuesto de los gases de efecto invernadero, y el cálculo incluye datos como el de si la persona tiene auto, cuánto lo utiliza, cómo son sus pautas de consumo de electricidad o cuánta carne consume (en esto sí, literalmente: el metano procedente de la digestión de las vacas recalienta el planeta). Cada persona, según su estilo de vida, tiene una determinada “huella de carbono”, y, según Naciones Unidas, la modificación de comportamientos individuales tiene importancia para frenar el calentamiento global. PáginaI12 dialogó con el titular de la Dirección de Cambio Climático de la Secretaría de Ambiente sobre cómo las acciones individuales pueden engarzarse en los avances y las falencias de la política del Estado argentino en la materia. Hoy se ¿celebra? el Día Mundial del Medio Ambiente.

Cada persona, así como tiene su huella digital, produce su “huella de carbono”, la cual indica la cantidad específica de gases con efecto invernadero que sus actividades habituales emiten a la atmósfera. Así, “si una persona tiene un auto, con un consumo de 12 litros de nafta cada diez kilómetros, y recorre 12.000 kilómetros anuales, habrá producido 2,84 toneladas de dióxido de carbono; si, en cambio, viajara en colectivo, la emisión se reduciría a 0,05 toneladas”, señala Nazareno Castillo, titular de la Dirección de Cambio Climático de la Secretaría de Ambiente de la Nación.

La huella de carbono de un argentino con consumo promedio es –según la estimación de la Secretaría de Ambiente– de 5,71 toneladas al año, compuestas por: un 50,69 por ciento en transporte (tiene auto); 20,52 por ciento en energía domiciliaria; 28,41 por ciento en alimentos de origen animal y 0,38 por ciento en residuos domiciliarios.

¿Por qué incluir alimentos? “Porque los de origen animal, especialmente el ganado y sobre todo el vacuno, implican la producción de cantidades importantes de gas metano, con efecto invernadero, procedente del estiércol y de la ‘fermentación entérica’, es decir, básicamente los eructos de las vacas”, explicó Castillo. También “la descomposición de los residuos domiciliarios en los rellenos sanitarios produce metano”.

En cuanto a la energía domiciliaria, “el 40 por ciento de la electricidad en la Argentina proviene de centrales térmicas, generalmente a gas, con emisión de dióxido de carbono”, precisó el funcionario, y recordó la posibilidad de ahorrar energía “mediante el reemplazo de lámparas incandescentes por fluorescentes, la compra de heladeras y otros productos con etiqueta de bajo consumo y otros métodos enumerados en nuestra web”.

En ambiente.gov.ar, cliqueando en “Dirección de cambio climático” se puede entrar en “Conoce tu huella de carbono”. Allí se encuentra el “calculador de huella de carbono”, que es una planilla en la que el interesado anota datos sobre sus hábitos en transporte, alimentación y uso de energía, y recibe la estimación de cuántos kilos o toneladas de carbono se emiten a la atmósfera por efectos de su actividad.

–¿En qué medida las acciones individuales pueden incidir sobre el cambio climático? –preguntó PáginaI12.

–En muchos casos, es cierto, no basta con las decisiones de una persona: transportarse en bicicleta, por ejemplo, es muy positivo pero puede depender de que existan carriles preferenciales. Pero las acciones estatales tampoco bastan si no van acompañadas por acciones individuales. Así lo plantea el lema que eligió este año el Pnuma (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente): “Cambie el hábito hacia una economía baja en carbono” –contestó Castillo.

–Entidades ambientalistas afirman que el Estado prioriza la extracción de combustibles fósiles como el carbón, y no se alientan otras fuentes de energía...

–Es cierto que el carbón es el peor de los combustibles fósiles en términos de emisiones, pero el Gobierno ha dictado medidas en favor de las energías renovables, como lo es la ley de biocombustibles.

–Pero los biocombustibles vienen recibiendo objeciones.

–Desde el punto de vista de la emisión directa de gases de efecto invernadero, los biocombustibles son positivos con respecto a los combustibles fósiles. Es cierto que la perspectiva es otra si se trata de seguridad alimentaria o del avance de la frontera agropecuaria.

–Usted se refiere a los desmontes.

–Sí. A fin del año pasado se dictó la Ley de Bosques, que está siendo reglamentada en esta secretaría: con una financiación estatal muy importante, ofrece alternativas al desmonte para el pequeño productor y los estados provinciales (ver nota aparte).

Hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, el Pnuma destacó que “adoptar un estilo de vida favorable al clima no requiere sacrificios” y citó avances en “lugares tan diversos como Manchester, Manhattan, Moscú y Bombay”.

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La utilización de un auto en lugar del servicio público de transporte genera una de las mayores emisiones de cada persona.
Imagen: DyN
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