SOCIEDAD › LIBERAN AL EMPRESARIO BASCOY SIN COBRAR EL RESCATE

Otro secuestro con buen final

Después de nueve días, sus captores lo dejaron libre cerca de Luján. Dicen que los secuestradores sintieron la presión policial.

 Por Alejandra Dandan

“Lo que no quería era ponerlos nerviosos. Cumplí con todo. Lo que era insoportable era ese cuarto oscuro, chiquito. Estuve como doscientas horas y eso sí fue terrible.” Nueve días después del sábado 26 de octubre, cuando fue secuestrado, el empresario José Bascoy terminó su cautiverio. La banda que lo tenía cautivo lo liberó en la madrugada de ayer en medio de un descampado, en los alrededores de Luján. Hacía 48 horas que su familia no tenía contacto con los secuestradores. No habían renegociado el monto exigido como rescate –500 mil pesos– ni habían depositado un solo billete para liberarlo. Para el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, y la cúpula de la Bonaerense, la banda “se equivocó de candidato” y lo soltó porque sus integrantes se sintieron cercados.
José Bascoy es un hombre de 67 años de edad, enfermo cardíaco y diabético. Fue secuestrado el sábado pasado cuando regresaba de la empresa de trasportes Bascoy SA que ahora manejan sus hijos. Lo levantaron los tripulantes de un auto a las 11.55 del mediodía cuando hacía las diez cuadras que separan su casa de Pacheco de la planta. Los secuestradores lo tenían identificado. Apenas subió chequearon su nombre y le pidieron los números de teléfonos de sus dos hijos. A partir de ese momento comenzó la historia de su secuestro, las negociaciones con la familia, la intervención de la policía y este nuevo capítulo de uno de los negocios más oscuros que crecen en el país.
Los secuestradores pidieron 500 mil pesos de rescate. Ese primer dato llamó la atención del entorno más cercano de Bascoy y de los investigadores. La empresa de trasportes de la familia estaba en convocatoria de acreedores, a punto de quebrar y llena de deudas. Durante los nueve días de cautiverio, se comunicaron apenas dos veces con los hijos del empresario para reclamarles el dinero. “No nos daban tiempo para discutir nada: los diálogos eran absolutamente irracionales”, cuenta ahora una de sus nueras. En ninguna de esas conversaciones se pudo renegociar el monto del rescate: “Apenas empezábamos a hablar –sigue la mujer–, estas personas cortaban”.
Los familiares no hicieron la denuncia. De todos modos, en el caso intervino de oficio el juez federal de San Isidro Roberto Marquevich, que caratuló la causa como “secuestro extorsivo”. En la investigación participó la Delegación Departamental de Investigaciones de San Isidro, a cargo del comisario Aníbal Degastaldi. Con ese asesoramiento, la familia intentó hace 48 horas conseguir una prueba para asegurarse de que Bascoy continuaba con vida. Así se lo plantearon a los secuestradores en la última llamada: “Después de eso –sigue la mujer–, no supimos nada más”.
Para la policía, el empresario estaba en manos de una “nueva banda”. Así la describe ahora el comisario Degastaldi. A lo largo de este año, y después de los sucesivos casos de secuestros, la policía ha logrado identificar a dos grandes bandas que trabajan con cierta especialización en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Estas bandas cuentan con un coordinador central y una suerte de células encargadas de llevar adelante las distintas etapas de un secuestro, desde la localización del candidato y la negociación con los familiares hasta la entrega. Para Degastaldi, esta “nueva banda” sería el resultado de un desmembramiento de las otras organizaciones. Esta nueva formación tuvo dos errores claves: los negociadores y, por otra parte, el trabajo de inteligencia sobre la víctima. “Hablando claro –dice Degastaldi–, la inteligencia fue mala: se equivocaron de candidato, esta familia en otra época tuvo un buen pasar, pero ahora están completamente arruinados.”
Entre el viernes y sábado, la policía hizo operativos de rastrillaje en las zonas de influencia de esas bandas. Hubo patrulleros y helicópteros sobre los lugares donde se suponía que podía estar el empresario. “Fueron operativos de presión –indica Degastaldi–: como declararles un piedra libre sin llegar a agarrarlos, y ellos lo sintieron.” Pocas horas después, Bascoy sería liberado. El domingo, antes del amanecer, lo sacaron de la casa abandonada, lo cargaron en un auto y lo dejaron a unas cuadras, vendado y con las manos atadas. Lo pusieron en un camino y le sugirieron caminar derecho hasta el final de la ruta. Cuando llegó a un cruce, Bascoy notó que estaba en medio del campo. Después de hacer señas, consiguió detener a una combi que iba hacia Luján. Allí supo que había estado en Carlos Kent, una localidad ubicada entre San Andrés de Giles y Luján. Ya a salvo, pidió un teléfono prestado para llamar a sus hijos.
Su familia no había pagado el rescate. El dato fue ratificado ayer por el ministro de Seguridad bonaerense, Juan Pablo Cafiero. El ministro aseguró que ahora intentarán identificar a los secuestradores. Analizarán las grabaciones de las negociaciones que mantuvieron con la familia para cruzar esas voces con los archivos sonoros de secuestros anteriores.

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El empresario José Bascoy, de vuelta en su casa de Pacheco.
Pasó los nueve días de cautiverio encerrado en un cuartito oscuro.
 
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