SOCIEDAD › DENUNCIA CONTRA LA POLICIA FEDERAL POR EL ALLANAMIENTO EN UN CENTRO CULTURAL

Una patota en la biblioteca

Ocurrió hace dos semanas, después de una protesta por el desalojo de una huerta a manos de la UCEP de Macri. La policía asaltó el lugar sin orden judicial, hirió a algunos jóvenes y detuvo a otros, que ahora la querellan por “torturas”.

El grupo de jóvenes que integra el Centro Cultural La Sala, del barrio porteño de Caballito, presentará la semana próxima una denuncia contra la Policía Federal, por los delitos de torturas y allanamiento sin orden judicial, luego de que efectivos de esa fuerza ingresaran en ese centro, hace dos semanas, realizara destrozos y golpeara a varios jóvenes, antes de concretar una serie de detenciones. Los hechos sucedieron el mismo día en que algunos de los integrantes de ese centro cultural, junto a vecinos de Caballito, manifestaban frente al CGP Nº6 de ese barrio su repudio al desalojo por parte de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), del gobierno porteño, a una huerta orgánica comunitaria que funcionaba en un terreno ubicado a la altura de calle Rojas y las vías del ex Ferrocarril Sarmiento.

“Los chicos fueron salvajemente golpeados, insultados, pisoteados. No vamos a dejar la investigación únicamente en manos de la Justicia porque sabemos que es muy probable que la cosa no avance. Queremos acusarlos de frente”, apuntó María Muñoz, abogada de los integrantes de La Sala. La decisión de apostar a una querella responde a la necesidad de “estar lo más encima del proceso judicial posible”, explicó a Página/12. Es que con la denuncia sólo se pone en conocimiento de la Justicia la comisión de un delito, mientras que una querella es una solicitud de investigación y sanción a los responsables de un presunto delito.

El martes 19 de mayo, pasado el mediodía, un grupo de más de veinte efectivos de la Policía Federal entraron en forma violenta al centro cultural ubicado en Avellaneda al 600. Rompieron una puerta e ingresaron por la terraza, a través de la casa de un vecino. “La gente que estaba adentro los recibió con la manos en alto, en actitud pacífica, pero no les importó. Los obligaron a tirarse al suelo y ahí los empezaron a patear”, comentó Julián Stoichkov, uno de los jóvenes que participa del colectivo.

En La Sala, que nació hace unos diez años, funciona una biblioteca popular, más de diez talleres gratuitos y por lo menos cuatro proyectos de cooperativas, medio de subsistencia de unas doce personas. “Lo que más destrozaron fue la biblioteca. También rompieron vidrios y se robaron dos cámaras de fotos”, denunció Stoichkov.

Muchos de los jóvenes que estaban adentro del centro terminaron detenidos. “De La Sala se llevaron a quince, pero también arrestaron a personas que estaban en la calle y que no tenían nada que ver”, apuntó. Entre la lista de veintiún detenidos figuraba un periodista de FM La Tribu, un joven de otro centro cultural porteño que estaba filmando el operativo, un adolescente que volvía de jugar a la pelota con amigos y una chica que intentaba asistir a uno de los integrantes de La Sala, que estaba desmayado.

“Como faltaban esposas, a muchos chicos los maniataron con cables y precintos de seguridad. A uno de ellos le pusieron uno en el cuello, con el que sostenían un palo que le atravesaron en la nuca, del que lo arrastraban. Casi se asfixia. En el hospital constataron las marcas que el precinto le dejó”, relató Stoichkov.

Los integrantes de La Sala cuentan con el apoyo legal de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) para confeccionar la querella, que será respaldada con más de cuarenta testigos. Otras organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, también ofrecieron su apoyo en los días posteriores a los ataques.

Los jóvenes denuncian además a la UCEP, la fuerza que el Gobierno utiliza para ejecutar desalojos y que actuó en el de la huerta, “y repudian el accionar patotero de sus miembros”, remarcó Muñoz.

Ahora, los jóvenes temen que la mano de la UCEP llegue a La Sala y los desalojen. De hecho, desde el fin de semana pasado iniciaron un acampe permanente en el lugar para defenderlo, luego de recibir un llamado anónimo que los alertaba de un incipiente allanamiento. “Si desalojaron la huerta con excusa tonta del dengue, que además no es verdadera, ¿por qué no se van a preocupar por encontrar una razón así de tonta para hacer lo mismo con La Sala?”, se preguntó Stoichkov.

Informe: Ailín Bullentini.

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La irrupción de la policía en el centro cultural provocó destrozos en la biblioteca.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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