SOCIEDAD

Por ley, los hospitales porteños no pueden incinerar sus residuos

Quedó prohibida la quema de los desechos patogénicos tanto en la ciudad como fuera de ella. Los hospitales tienen dos años para implementar sistemas de eliminación con métodos limpios.

Agujas, algodones, guantes. Los hospitales porteños, públicos o privados, ya no podrán incinerar sus residuos patogénicos. Ni en la ciudad ni fuera de ella. Así lo dispuso por ley la Legislatura, que se hizo eco de esta manera de los reclamos de Greenpeace: la organización ecologista viene alertando desde hace meses que la quema de esos desechos genera dioxinas que al ser liberadas al medio ambiente provocan cáncer. Los hospitales porteños producen unos 30 mil kilos de residuos patogénicos por día. A partir de ahora tendrán dos años para implementar sistemas de eliminación de desechos con métodos que no provoquen daños ambientales ni riesgos en la salud de la gente.
La norma, que se convirtió en la primera ley sancionada este año, fue aprobada ayer por unanimidad. En su esencia, introduce en la ya vigente Ley de Residuos Patogénicos la prohibición de instalar y utilizar hornos o plantas de incineración para el tratamiento de esos desechos.
Además, quedó prohibida la contratación por parte del gobierno de la ciudad de “empresas instaladas en otras jurisdicciones que utilicen esta tecnología”.
Esto significa que la mayoría de los hospitales de la ciudad deberán reconvertir sus sistemas de descarte de la basura tóxica que producen: según Greenpeace, el 82 por ciento de los centros asistenciales utiliza la vía de la incineración. Y la mayoría lo hace en el conurbano. De hacerlo se ocupan en la actualidad empresas dedicadas al rubro que día a día recogen la basura patogénica de los hospitales y la transportan hacia el Gran Buenos Aires, donde están ubicados sus hornos.
Precisamente, desde allí surgieron las primeras preocupaciones. Fueron los vecinos de diferentes distritos del otro lado de la General Paz quienes empezaron el movimiento de protesta junto con Greenpeace. Según las denuncias –y las evidencias científicas–, los hornos liberan al medio ambiente las temibles dioxinas, partículas cancerígenas capaces de acumularse en el organismo humano.
En Greenpeace estaba ayer exultantes. “Esto es un paso importantísimo en la dirección correcta para el cuidado del medio ambiente”, se entusiasmó Verónica Odriozola. “Esperemos que no haya ninguna sorpresa y el Ejecutivo la promulgue tal como fue sancionada”, destacó. En realidad, no parece que eso suceda, ya que la Secretaría de Salud acompaña la idea de eliminar el cuestionado método.
Por otra parte, Odriozola resaltó el hecho de que la ley, además de prohibir la incineración en la ciudad, haya vedado el transporte de esos residuos para quemarlos fuera de sus límites: “Es importante que los legisladores hayan tenido en cuenta los reclamos de gente que no es de la ciudad pero que sufre las consecuencias de la incineración”.
La norma fue impulsada por los legisladores Beatriz Baltroc (ARI), Juliana Marino (peronista independiente) y Miguel Doy (Forja 2001). “Más cara que la reconversión tecnológica que tendremos que hacer son, sin duda, las consecuencias ambientales que deberíamos afrontar de continuar con la incineración”, aclaró Marino. La vicejefa de Gobierno, Cecilia Felgueras, que presidió la sesión, remarcó que “la contaminación no es solo un problemas de malos olores y suciedad sobre las cosas. La contaminación mata. Y por eso hay que atacarla de inmediato”.
Con la nueva ley, ahora se inicia la etapa para que hospitales y clínicas implementen sistemas de eliminación con tecnología más limpia. “Lo primero que hay que hacer –aconsejó Odriozola– es disminuir el nivel de producción de ese tipo de residuos.” Según la especialista, en la actualidad no existe cuidado en los hospitales sobre lo que se tira a la “bolsa roja”, la de los desechos patogénicos: “Por ejemplo, se tira una aguja contaminada, pero también el packaging, que es basura común. Esa falta de selección eleva innecesariamente la cantidad de residuos”. Al respecto, Marino pidió “un manejo racional y eficiente de los residuos hospitalarios”, para lo cual “debe profundizarse la capacitación en los establecimientos de salud”.
Una vez logrado ese primer paso, deberán implementarse –en el término de dos años– tecnologías limpias para tratar los desechos. Los nuevos métodos apuntan a eliminar lo realmente patogénico de esos residuos, es decir, los virus o bacterias que puedan estar presentes. Los métodos más comunes de esterilización son por “autoclave” (una combinación de vapor, presión y calor) y por microondas. Una vez desinfectados, los residuos pueden disponerse como basura común, ya que no implican peligro alguno.

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En los últimos meses, Greenpeace hizo una campaña contra la incineración de basura hospitalaria.
Denunció lo paradójico de que los hospitales se hubieran convertido en “fábricas de cáncer”.
 
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