SOCIEDAD › EXTRADITAN A UN LADRON ESCALADOR DE EDIFICIOS

Jaula para el hombre araña

La semana pasada, en el más absoluto secreto, una comisión policial de Interpol cruzó el río para traer, desde Montevideo, a un personaje preciado por la Justicia argentina: Pedro Díaz, conocido como Mauro, uruguayo, el integrante que faltaba para completar la detención de los nueve de la banda del Hombre Araña. Nadie sabe, en realidad, si cada uno de ellos vendría a ser como una pata y Díaz el cerebro o si, en realidad, la capacidad de trepar muros se repartía en partes iguales e indistintas entre los nueve miembros. Lo cierto es que Mauro volvió, con sus extremidades esposadas, hasta quedar alojado en la U28 de Tribunales.
Las crónicas policiales abundan en casos protagonizados por “el” Hombre Araña. De la última década, al menos durante el ‘93, ‘96, ‘98 y ‘99, los robos realizados a viviendas de Palermo, Belgrano, Barrio Norte y Recoleta, eran catalogados como “otro golpe del Hombre Araña”. En algunos casos, se lo acusó de una seguidilla de robos. En otros, además de robar, violó a las mujeres en los departamentos. Tanta incertidumbre provocó, que la policía decidió salir en su búsqueda hasta con helicópteros. Cuando lo detuvieron por primera vez, las hurras policiales se escucharon a varias cuadras. Pero con la segunda detención, comprendieron que hombres hay muchos, y arañas también.
Finalmente, a mediados del ‘98, los federales habían desmembrado lo que ya era una verdadera asociación arácnida ilícita. Ocho integrantes, a cual más trepador. Pero cuando una comisión llegó a la casa del noveno, Pedro Díaz, uruguayo de 43 años, en Villa Crespo, el hombre, adoptando su doble personalidad de araña Mauro, logró escapar. En su vivienda encontraron infinidad de artículos robados, considerados por el juez de Instrucción 32, Jorge Rimondi, prueba de su participación.
Mientras la policía lo buscaba, Mauro, ya como Pedro Díaz, cruzaba el Río de la Plata, en un auto de patente uruguaya, a bordo de un ferry. Durante un tiempo fue buscado por Interpol uruguaya, hasta que en febrero del ‘99, la policía de Montevideo logró capturarlo. A partir de entonces, se desató una batalla legal por la extradición del araña Mauro. La semana pasada, finalmente, la justicia uruguaya la concedió, y Díaz volvió a cruzar el río, pero esposado.
Apenas fue depositado en la U28, se comenzó a tejer el mito del araña. Así, muchos confiesan que la banda practicaba cuatro horas al día para mantener el estado atlético. También, que ejercitaban sus manos y pies, especialmente las falanges de sus dedos, “llegando a desarrollar las palmas de sus manos como ventosas”, sostienen sin pudor. Además, aseguran que practicaban los domingos, de mañana, vestidos como vulgares deportistas, trepando los puentes de la General Paz. Dicen que Díaz es el pez gordo de la banda. Difícil. Apenas es el araña Mauro.

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