SOCIEDAD › LOS TALLERES SOBRE EL ABORTO EN EL ENCUENTRO

Historias personales sobre un derecho

Florencia, de San Fernando, lanzó al taller su propia historia: “Tengo un compañero hace mucho tiempo, se me pinchó el forro, quedé embarazada, no quería tener un hijo. Quise buscar los medios para abortar. Una persona me cobraba 15 mil pesos. Accedo al misoprostol. Me da fiebre. Pasa un mes y sigo embarazada. Al final consigo un tipo que me hizo el aborto. El celular y mi compañero quedaron abajo, subí sola a un lugar donde me trataron como... dale que va...”. Por eso, cuando le cuentan que sacarse una muela es mucho más complicado que un aborto, se enfurece. “Es importante que se comprenda que el trauma del aborto, si es que hay alguno, pasa por lo clandestino.” Más tarde habló Jimena: “Yo aborté y no me produjo nada postraumático. Yo usé preservativo pero se rompió, tomé la pastilla del día después y no funcionó. Quedé embarazada y decidí abortar. Y me quedé sola. Nadie me apoyó. Ni la psicóloga a la que fui”. Las dos respondían a su manera al relato de otra tallerista que había planteado lo traumático de abortar.

Uno de los talleres del 29o Encuentro Nacional de Mujeres, Mujer, Anticoncepción y Aborto, se desarrolló en la Escuela Normal de Salta, recuperando por momentos el espíritu de aquellos originarios talleres feministas guiados bajo la consigna “lo personal es político”. El relato de experiencias personales que son a la vez las que viven muchísimas mujeres, emparenta a los talleres del encuentro con los grupos de autoconciencia femenina iniciados en los años ’70 en el movimiento feminista de Europa, Estados Unidos y también Latinoamérica. “Al compartir un espacio donde cuestionar y analizar las premisas femeninas impuestas por el poder patriarcal (heterosexualidad obligatoria, maternidad como destino, familia monogámica, y unidad natural), las mujeres fueron transformando su vida cotidiana”, explicaron Paula Lorenzo y Amanda Alma en un libro que recupera la historia de los ENM, Mujeres que se encuentran, de Feminaria. “Reivindicando que las transformaciones comienzan en una misma y que para transformar la realidad hay que empezar por casa, la consigna ‘lo personal es político’ toca ese lugar que no estaba en el debate, la vida cotidiana”, agregaron.

Antes que Florencia y Jimena dieran sus testimonios, los discursos habían sido más políticos y politizados. El ENM no escapa a las pujas por espacios de poder y a las demostraciones de dominio partidario. Están las que anteponen su pertenencia partidaria y por momentos reproducen casetes en cada taller al que asisten. También están quienes niegan pertenencia alguna y ocultan adhesiones religiosas. O aquellas que pueden permitirse reflexionar más allá de las consignas preparadas.

La primera en hablar fue otra Florencia, del Partido Obrero, que planteó la necesidad de legalización del aborto de la mano de la educación sexual, algo con lo que acordaron la mayoría de las presentes. Habló también críticamente de la reforma del Código Civil y Comercial promulgada esta semana por Cristina Kirchner: “Es un Código reaccionario, se tiene que volver a discutir”. “Tiene que haber planificación familiar independiente, que no dependa del Estado”, cerró.

Brenda, de la agrupación Las Rojas, recordó entre otras cosas que “un montón de mujeres pobres se mueren por las condiciones de clandestinidad” en que abortan. La tercera en hablar fue Nina Brugo, abogada laboralista especialista en derechos de las mujeres y orgullosa participante de los 29 ENM que se hicieron en el país. “En Salta, hay que condenar que hace unos dos años el gobierno nacional mandó anticonceptivos y los devolvieron diciendo que no se necesitaban.” Y se preguntó ¿por qué no hay educación sexual en las escuelas y sí religión? En relación con el aborto lo definió como “una violencia más contra las mujeres”. “Nosotras tenemos que conquistar ese derecho. El aborto medicamentoso ha hecho que bajen los abortos. Pero en Argentina hay 500 mil abortos clandestinos. Y al aborto no punible que está reglamentado desde 1921, no lo cumplen; estamos permanentemente peleando.”

Lara, también de Las Rojas, dijo que “aprobar el aborto depende del gobierno nacional. Con la lucha en las calles conseguimos el aborto no punible, pero no se cumple. Debería haber un médico por hospital que esté dispuesto a hacer abortos no punibles. El Gobierno no lo garantiza”. Además, propuso que el 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia hacia las Mujeres, se haga una movilización en todo el país, por todos los problemas que afectan a las mujeres, además de la violencia, incluido el aborto.

Belén, estudiante de medicina de La Matanza, fue la primera en llevarse un aplauso del grupo. “La principal causa de muerte materna es por abortos clandestinos”, comenzó. “La mujer debe decidir sobre su cuerpo. Nadie desde una postura religiosa o política puede decirme lo que tengo que hacer”, dijo, con conocimiento y espontaneidad que llegaron a las cerca de cincuenta mujeres que la escuchaban en un salón abarrotado y caluroso.

Se intentaba dejar la puerta cerrada, porque en los pasillos de la escuela el murmullo y los ruidos eran constantes. El tema era uno de los más convocantes de los encuentros y las aulas previstas se llenaron rápidamente, por lo que muchas mujeres quedaron afuera e intentaron con mayor o menor éxito colarse en algún aula. De pronto, se escuchaban cánticos como “saquen los rosarios de nuestros ovarios” o “fuera, fuera, fuera, Iglesia fuera”. Una chica vino desde afuera a avisar que en el taller de al lado “hombres y mujeres de la Iglesia vinieron a provocar”. No era nada nuevo, sucede en todos los encuentros, y tampoco es sorpresivo: la catedral y las iglesias de la zona céntrica estaban valladas desde ayer, síntoma de una campaña anti-ENM lanzada desde sectores fundamentalistas semanas atrás.

Belén también introdujo otro tema en el debate, el maltrato médico hacia las mujeres que llegan a los hospitales con abortos con complicaciones.

Más adelante, cuando el grupo se fue abriendo, ya no habló desde la voz de futura médica. Ella, como la mayoría de las mujeres, tenía una historia en primera persona: “Cuando tenía 19 años quedé embarazada. Estaba terminando el primer año de la carrera. Todos los lugares para abortar eran clandestinos, pero yo no quería ser mamá. Me salió 4000 pesos que yo no tenía, pero los pagó el pibe con el que yo estaba”.

Cintia, de 33 años, abordó otra de las aristas del tema, no querer tener hijos parece inscribirse en el orden de la locura. “No deseo ser madre y he recibido violencia de los médicos, porque al querer hacerme la ligadura de trompas sin tener hijos tengo que hacerme un análisis psicológico”, aportó. Las docentes que participaron del taller se mostraron muy preocupadas por la falta de formación para impartir educación sexual en las escuelas. “A la educación se la carga al hombro la gente que quiere”, dijo Silvina, de Rosario. Laura, de San Nicolás, contó que “a la escuela llegaron los folletos de la ley, y muchas compañeras no se animan a enseñar el tema, lo quieren dar desde un punto de vista biologicista”.

Lucía presentó su lugar de pertenencia como La Cava, “donde viven 45 mil personas en siete u ocho manzanas, en un pozo”. La realidad en esa villa la atraviesa entera. “Muchas mujeres mueren en abortos clandestinos y han dejado una chorrera de gurises solos, a la deriva, que se convierten en carne de cañón para la droga.” “El aborto es necesario, es un derecho de cada mujer y en esas condiciones de vida más que un derecho es una obligación, una necesidad.”

Así transcurrió la tarde en esta pequeña aula de la Escuela Normal de Salta. La palabra circuló sin mayores sobresaltos, hubo diálogos, cruces, respuestas, pero mucha apertura. Ese es el espíritu que hace que muchas mujeres quieran seguir participando. Como Virginia, que ya hacia el final agradeció el intercambio y contó que cuando empezó a participar de los talleres estaba en contra del aborto y hoy es una luchadora por la legalización. “Eso fue porque pude aprender en los talleres y hacerme escuchar”, dijo, cerrando así un espacio que seguirá hoy profundizando relaciones, fortaleciendo o modificando opiniones y afianzando aprendizajes.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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