SOCIEDAD › OPINION

Darwin sigue vivo... y también las malas interpretaciones de la Teoría Evolutiva

 Por Luis Lucifora, Santiago Barbini y
Diego Giberto *

Los firmantes somos profesionales de las Ciencias Naturales de instituciones científicas públicas y privadas de la República Argentina y del exterior, preocupados por la interpretación errónea de la Teoría de la Evolución hecha por el señor procurador general de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Julio Conte-Grand, en una columna de opinión publicada en La Nación el 25 de agosto pasado.

El Sr. Procurador intentó utilizar la Teoría de la Evolución para justificar su visión de que los animales no humanos no deben tener un status legal de “persona no humana”. En su razonamiento utiliza argumentos que, quienes aplicamos y estudiamos actualmente la Teoría de la Evolución, consideramos falacias que han sido ya refutadas científicamente hace muchas décadas. Esta discusión puede ser legalmente válida, pero consideramos que, si se van a aplicar teorías científicas en ella, esto debería ser llevado a cabo por personas con un conocimiento idóneo de las mismas y sin mezclar definiciones y postulados científicos con definiciones legales.

En primer lugar, el Sr. Procurador postula que el cambio evolutivo implica una progresión lineal desde seres inferiores a superiores. Desde la publicación de El Origen de las Especies por medio de la Selección Natural en 1859, sabemos que la formación de especies ocurre abrumadoramente por cladogénesis. Esto significa que una especie cambia para formar dos o más especies, lo que resulta en una ramificación (cladogénesis), en lugar de un cambio lineal (anagénesis). De esta manera, el ser humano no “desciende del mono”, sino que humanos y chimpancés descienden de un ancestro común. Al descubrir la importancia de la selección natural como generadora de adaptación biológica, la teoría evolutiva darwiniana también elimina la noción de progreso: ¿cómo puede una especie adaptada al ambiente terrestre, como por ejemplo un ser humano, una hormiga o una margarita, ser superior a un pez, una medusa o un alga en el ambiente acuático? Esto eliminó la, hasta entonces, arraigada idea de escala zoológica, con esponjas en la base y humanos en la cúspide, que tiene su origen en la tradición aristotélica. Esta refutada escala zoológica es la base de un “orden natural” inexistente que el Sr. Procurador propone rescatar y supeditar a un “orden sobrenatural”. El propuesto rescate del “orden natural” no es solamente un anacronismo científico, sino que al proponer su inclusión en una escala mayor con un “orden sobrenatural”, se vuelve a mezclar a las ciencias, una expresión humana fundamentada en la razón, la objetividad y la evaluación de evidencia, con otras manifestaciones culturales del ser humano basadas en el dogma, la fe y la subjetividad, como la religión y el misticismo.

El refutado argumento de progresión, falsamente atribuido al darwinismo por el Sr. Procurador, conjuntamente con la mezcla de una teoría científica con definiciones propias del Derecho, son usados en el artículo mencionado para arribar a la conclusión de que Darwin está muerto o, en realidad, que la Teoría de la Evolución por Selección Natural originalmente propuesta por Charles Darwin (y por su menos afamado contemporáneo Alfred Russel Wallace) está muerta. Según el razonamiento del Sr. Procurador, si un orangután es declarado legalmente persona, y el embrión humano no lo es, entonces el orangután es superior al ser humano, y “el mono desciende del hombre”. Como esta última aseveración es falsa, decreta la muerte de la Teoría de la Evolución. Pero una teoría científica sólo puede ser refutada por evidencia que la falsee, no por la aplicación de definiciones legales. Que un orangután sea o no persona es una definición que interesa exclusivamente al mundo cultural y al marco legal de los humanos; nuestra comprensión de la evolución biológica no se verá afectada en nada porque algún sistema legal de alguna sociedad humana declare o no declare como persona no humana a los orangutanes, o a cualquier otra especie.

La Teoría de la Evolución darwiniana revolucionó a las Ciencias Naturales y modificó para siempre la visión que el ser humano tiene de sí mismo. Más aún, esa revolución se acrecentó con el desarrollo de la llamada Teoría Sintética de la Evolución a mediados del siglo XX, que incorporó nociones de genética que eran desconocidas en la primera mitad del siglo XIX, cuando Darwin desarrolló y publicó su obra. Desde la Teoría Sintética, la Biología se ha visto enriquecida por la aplicación de la Teoría Evolutiva en todas sus ramas, muchas con consecuencias inmediatas para el resto de las actividades humanas, como el desarrollo de antibióticos o la administración de recursos naturales biológicos, entre otros. Contrariamente a la opinión del Sr. Procurador, la Teoría de la Evolución está viva y goza de muy buena salud.

* Respectivamente: Universidad Nacional de Misiones-Conicet, Universidad Nacional de Mar del Plata-Conicet, Inidep-Conicet. El texto recibió los aportes y la adhesión de 253 profesionales de las Ciencias Naturales, que por razones de espacio no pudieron ser incluidos aquí.

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