SOCIEDAD › YA HAY VARIAS EMPRESAS EN EE.UU. QUE CONGELAN TEJIDOS PARA CLONAR MASCOTAS

He visto un lindo par de gatitos clon

Por lo menos tres empresas se lanzaron a un negocio redondo: ofrecen congelar muestras de tejidos para clonar a los animales cuando sea posible. Aunque aún no se sabe si faltan meses o años para concretarlo, ya tienen numerosos clientes, a los que les cobran entre 700 y 1000 dólares por cabeza animal.

Por Rosa Townsend *
Desde Boston

En Estados Unidos la clonación de animales domésticos ya no es ciencia ficción, sino una nueva tendencia. Los dueños de mascotas están congelando muestras de tejidos en bancos genéticos que ofrecen animales clónicos en cuestión de meses o años. Varias empresas compiten por un mercado potencial de miles de millones de dólares, pero al mismo tiempo se enfrentan a un creciente y variopinto sector de la sociedad opuesto a la “comercialización de los sentimientos” de los amos. Como ya ha ocurrido otras veces en el pujante campo de la biotecnología comercial, sin embargo, las empresas van muy por delante de los debates éticos y las regulaciones legales.
En la película El Sexto Día, la mujer de Arnold Schwarzenegger encarga un clon del perro de la familia para que su hijo no sufra al enterarse que el animal ha muerto. Lo repone en unas horas y todo continúa como si nada hubiera pasado. En la vida real, esa posibilidad está cada vez más cercana para cientos de personas en Estados Unidos, que ya han depositado material genético de sus mascotas en los bancos de tejidos abiertos por tres empresas norteamericanas de biotecnología.
Desde el nacimiento en 1996 de la oveja Dolly –el primer mamífero clonado del mundo, obra del famoso Instituto Roslin de Edimburgo (Reino Unido)–, los científicos han clonado vacas, ratones, cabras y cerdos, todos ellos por razones de interés científico, agropecuario o farmacéutico. Hace apenas dos meses, los investigadores lograron clonar el primer gato doméstico.
El nacimiento de “CC” –así se llama el felino– en la Universidad A&M de Tejas (Estados Unidos) ha dado un impulso gigante a la investigación de la clonación de animales domésticos. Las mascotas clónicas estarán probablemente en el mercado antes de fines de año. Al menos esa es la oferta que hace una de las compañías biotecnológicas, Genetics Savings & Clone. Las otras empresas –PerPETuate y Lazaron Biotech– son más conservadoras y calculan que los “gatos a la medida” estarán disponibles dentro de uno o dos años, aunque ninguna ofrece garantías absolutas.
Los perros tardarán bastante más, porque su fisiología reproductiva entraña más dificultades, explicó Ron Gillespie, presidente de PerPETuate (pet significa en inglés “mascota” o animal de compañía), subsidiaria de la empresa Advanced Cell Technology (ACT), en Boston, que es la pionera mundial en clonación terapéutica humana. Si esas dificultades se superan, el primer perro clonado puede ser Missy, un collie de 14 años propiedad del millonario John Sperling, fundador de Genetic Savings & Clone.
Los científicos de ACT generaron un monumental escándalo en noviembre pasado, cuando anunciaron la primera clonación de un embrión humano. La empresa, que ha fichado a varios de los mejores especialistas del mundo en estas tecnologías, no pretende clonar niños, sino embriones humanos de menos de dos semanas para obtener de ellos células madre útiles en medicina (clonación terapéutica). Pero en el caso de las mascotas no tiene por qué pararse en ese estado de desarrollo, y la compañía no tiene el menor inconveniente en redondear su cuenta de resultados con la clonación de animales completos. La demanda puede ser enorme.
La sola mención de que clonar al gatito del niño sea tan fácil como comprar un televisor ha sembrado una nueva controversia en un terreno ya abonado, especialmente en vísperas de que el Senado reabra el debate de la clonación terapéutica humana. Se mezclan fuertes emociones: la nostalgia de los dueños, la ira de los defensores de animales, la preocupación de los expertos en ética, la oposición de distintas denominaciones religiosas y –quizá la más poderosa– la gran expectativa económica de la industria biotecnológica.
En un país con 120 millones de animales domésticos, el potencial de negocio es indudable. Un dato que refleja la devoción de los norteamericanos por sus animales es la suma que se gastaron en cuidarles el año pasado: 29.000 millones de dólares. Ahora pueden congelar el material genético de sus mascotas por un monto que ronda los 800 dólares. Aunque la clonación en sí, cuando se materialice, podría costar de 2.000 a 5.000 dólares, afirma Gillespie.
Expertos en ética como Martin Teitel, director del National Council for Responsible Genetics, con sede en Boston, considera que el único fin de la clonación es mercantilista: “Es una explotación de la pena y una explotación de la ignorancia”. Otros lo interpretan como una “violación de la naturaleza”. El movimiento en contra cuenta incluso con el apoyo del ex presidente Bill Clinton.
El portavoz de Genetic Savings & Clone, Ben Carlson, ha defendido la ética de la industria subrayando que han previsto las medidas suficientes para evitar la explotación. Por ejemplo, cuando es evidente que el deseo de un cliente es “resucitar” a su mascota, la compañía rechaza su petición y envía al frustrado cliente a sesiones de terapia “para superar su dolor”
Quienes están a favor ven enormes beneficios en la clonación. Como salvar especies en vías de extinción, fortalecer las razas, crear gatos que no produzcan alergia, mascotas diseñadas especialmente para ayudar a los impedidos, a los ciegos o a la policía; amén del consuelo que puede representar para los amos que pierden a sus acompañantes. “Es normal que si usted adora a su gato o a su perro quiera tener un doble”, apunta Gillespie, quien en los últimos años ha clonado decenas de animales de ganadería que están esparcidos en granjas de todo el país y cuestan 19.000 dólares por ejemplar.
La clonación, sin embargo, no es una garantía de que los animales salgan idénticos. El gato “CC” creado en la Universidad de Tejas es un perfecto ejemplo. CC fue clonado del ADN del gato Rainbow. Los científicos tomaron células de Rainbow, las implantaron en óvulos no fecundados vaciados de su contenido genético y, al formarse los embriones, los implantaron en una madre de alquiler y nació CC, que superficialmente es muy distinto de su progenitor.
La teoría del determinismo genético está en debate, opina la experta en ética Karen Lebacqz. Es un hecho que los gemelos humanos no tienen la misma personalidad a pesar de sus similitudes físicas, e igual puede pasar con los clones. Es difícil saber hasta qué punto. Algo en lo que coinciden tanto los críticos como quienes promueven la clonación de animales domésticos es que es una apuesta arriesgada pero imparable.

* De El País, especial para Página/12.

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