SOCIEDAD

Aguer, nuevo consejero de la Justicia y de la Paz

El Vaticano anunció que el muy conservador obispo platense es el nuevo integrante de ese Pontificio Consejo.

 Por Washington Uranga

El Vaticano anunció ayer en Roma que el papa Benedicto XVI nombró al arzobispo de La Plata, Héctor Rubén Aguer, nuevo integrante del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. La designación constituye un respaldo vaticano y un reconocimiento para uno de los obispos más conservadores de la Argentina y un hombre que mantiene sólidos contactos en la curia romana. El Consejo para la Justicia y la Paz está presidido por el cardenal Renato Martino y lo integran unas cuarenta personalidades de todo el mundo, entre miembros y consultores. Junto con Aguer fueron nombrados miembros del Pontificio Consejo el cardenal Meter Kodwo Appiah Turkson, arzobispo de Cap Coast, en Ghana, y el arzobispo de Camagüey, en Cuba, Juan García Rodríguez.

La finalidad del organismo, que forma parte directa del gobierno central de la Iglesia Católica, es “promover la justicia y la paz en el mundo según el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia”. Según lo establece la Constitución Apostólica Pastor Bonus, del 28 de junio de 1988, por la cual el papa Juan Pablo II le dio al cuerpo su constitución actual, el Pontificio Consejo “mantiene particulares relaciones con la Secretaría de Estado (máximo instancia de la Santa Sede), especialmente cada vez que hay que tratar públicamente cuestiones referentes a la justicia y la paz mediante documentos o declaraciones”. De ello se desprende que de aquí en más, el arzobispo Aguer será consultado con asiduidad cuando el Vaticano se vaya a pronunciar sobre cuestiones vinculadas a la llamada “doctrina social de la Iglesia”, en la que al arzobispo platense es considerado un experto.

Aguer nació en Buenos Aires en 1943, estudió el seminario porteño, fue ordenado sacerdote en 1972 y es obispo desde 1992. Primero se desempeñó como obispo auxiliar de Buenos Aires y, desde 1998 como arzobispo de La Plata, primero como coadjutor y desde el 12 de junio del 2000 como titular de esa jurisdicción eclesiástica. Héctor Aguer, un hombre de perfil sumamente conservador, es una de las figuras más polémicas dentro del episcopado católico argentino, donde no cuenta con mucho apoyo de sus pares, pese a lo cual sigue gozando de influencia en Roma. En la última elección en el Episcopado el arzobispo Aguer no obtuvo ningún cargo de relevancia, como podría haber sido la presidencia de una de las comisiones a las que se accede por voto de la asamblea. Es miembro de la Comisión Episcopal de Educación y en su condición de arzobispo de La Plata integra la Comisión Permanente del Episcopado. Por otra parte es capellán de la Orden de Malta en la Argentina, cuyo embajador es Antonio Manuel Caselli, hijo de Esteban Caselli, ex secretario de Culto y embajador argentino ante el Vaticano en tiempos de Carlos Menem.

En noviembre del 2003, en una de sus actuaciones más criticadas dentro y fuera de la Iglesia, Aguer actuó como fiador de Francisco Tru-sso, comprometiendo en ello un millón de pesos, para que el ex banquero pudiera obtener su excarcelación. Según lo testimonia el sacerdote Eduardo De La Serna, el hoy arzobispo Aguer echó a jóvenes de la parroquia de Belgrano (Buenos Aires) en los años de la dictadura por “leer los documentos de Medellín (Conferencia General de los Obispos Latinoamericanos de 1968)”. Según el propio De La Serna, el mismo Aguer fue el denunciante del sacerdote Pablo Gazzarri, detenido-desaparecido en 1976.

Aguer se opuso también a la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final por considerar el hecho como “una venganza” y en materia de salud sexual y reproductiva, además de ser un firme defensor de la doctrina de la Iglesia en la materia, ha criticado el uso del preservativo argumentado “fallas en el adminículo de látex y que no se deben al mal uso del mismo”. Según Aguer “entre el 10 y el 15 por ciento de los usos fallan precisamente debido a eso y las cifras son más o menos parejas si se refiere al fracaso en cuanto a la transmisión de enfermedades o al fracaso en cuanto a la prevención del embarazo”.

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El ascenso es un espaldarazo para este enemigo de los preservativos que criticó la anulación de las leyes de impunidad.
 
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