SOCIEDAD › EL NOBEL DE QUIMICA PARA UN INVESTIGADOR ALEMAN

Un premio en la superficie

Gerhard Ertl recibió la distinción por sus investigaciones sobre la química de las superficies, cuyas aplicaciones van desde entender por qué se oxida el acero a explicar el deterioro de la capa de ozono. La Academia Sueca ratificó así su tradición de premiar alemanes en el rubro de la química.

 Por Federico Kukso

Otto Hahn, Fritz Haber, Carl Bosch y ahora Gerhard Ertl. No hay duda de que la química tiene un claro e inconfundible acento teutón. No sólo sus empresas-emporios (Bayer, BASF, Evonik Degussa) rankean bien alto en el sector (en el que dicho sea de paso también son vanguardia) sino que por lo general los alemanes son los claros dominadores en la repartija de los premios Nobel de Química desde su instauración, en 1901. Este año, obviamente, no fue la excepción y fue a parar a otro pariente de la tierra de Humboldt, Einstein, Planck y Gauss: el investigador Gerhard Ertl del Instituto Fritz-Haber de la sociedad Max-Planck de Berlín por sus “estudios de procesos químicos en superficies sólidas” que en cuarenta años permitieron comprender por qué se deteriora la capa de ozono y ciertos procesos químicos de importancia como la oxidación del hierro, el funcionamiento de fertilizantes artificiales, las células de combustión o el del catalizador en el automóvil permitiendo acelerar así una industria millonaria.

Como viene ocurriendo desde hace un tiempo, la Real Academia de Ciencias de Suecia eligió un miércoles a las 6.45 de la mañana (hora argentina) para develar el secreto y acabar así con las especulaciones que como una bola de nieve se acrecientan durante 365 días. A diferencia del Premio de Medicina (o Fisiología) y Física, en esta oportunidad el galardón no se repartió entre tres; laos 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de euros o 1,5 millones de dólares) irán a parar a la cuenta de un solo hombre, Ertl, que justamente ayer cumplió 71 años. Aunque su nombre no le suene mucho a la mayoría de los lectores (de ciencias o no), este investigador que ya ostenta en su medallero el premios Wolf (de la fundación israelí de mismo nombre), el premio de Eurofísica Hewlett–Packard de la Sociedad Física Europea, el galardón Paul H. Emmett de Catálisis Fundamental de la Sociedad Americana de Catálisis y la Medalla de Oro de la Sociedad Química Eslovaca, es una de las máximas figuras (tal vez la máxima) de un conjunto de disciplinas que arrancó en los `60: las ciencias de las superficies, un campo interdisciplinario subsumido en las ciencias de los materiales y que a su vez se bifurca en química y física de superficie (“surface chemistry”).

“Como su nombre lo indica, la química de superficies estudia el comportamiento de átomos y moléculas en superficies y tiene un rol central en áreas de gran interés académico e importancia industrial”, explica a Página/12 el doctor en química Federico Williams, investigador independiente del Conicet, profesor adjunto en el Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Química-Física de la UBA y a su vez director del Grupo de Química de Superficies en los laboratorios de investigación de Tenaris Siderca. “Esta rama es altamente relevante para el estudio de los problemas de cada día como la corrosión y lubricación hasta tecnologías con alto valor agregado como la catálisis heterogénea, y la bio y nanotecnología. Es decir, nos ayuda a comprender cómo funcionan las celdas de combustible, los catalizadores en nuestros autos y por qué se corroe el acero”.

Pero eso no es todo. El estudio de fenómenos superficiales es importante para comprender desde el comportamiento de dispositivos electrónicos (como los semiconductores, el esqueleto de la actual informática), la reducción o ampliación de la capa de ozono (ya que en la estratosfera se producen reacciones químicas en pequeños cristales de hielo) y es crucial también en los campos de la electroquímica, los coloides, la óptica y cada vez más en el uso de membranas y biosensores.

Para abarcar y encarar tantas áreas, los químicos de superficies suelen utilizar equipos especializados conocidos como “de ultra alto vacío” para poder observar –indirectamente– el comportamiento de átomos y moléculas en superficies extremadamente puras, los ladrillos de la naturaleza que escapan de nuestro marco habitual de percepción.

Las aplicaciones de las investigaciones fundacionales de Ertl son tantas que la Academia de Ciencias sueca no destaca una en particular, premiando así la carrera entera del investigador alemán que abrió un nuevo campo de acción. “Ocurre que Ertl fue uno de los primeros en desarrollar una metodología experimental para la química de superficies, al demostrar que estas nuevas técnicas experimentales pueden ser utilizadas para proveer una visión completa de una reacción química superficial –continúa Williams–. Estudió entre otros sistemas a la reacción de hidrogenación del nitrógeno sobre superficies de hierro, reacción química importante debido a su uso para la fabricación de fertilizantes artificiales en el denominado proceso catalítico Haber-Bosch. También publicó sobre la reacción de oxidación del monóxido de carbono en superficies de platino, una reacción muy importante en el catalizador utilizado para la conversión de gases tóxicos en los automóviles. En todos los casos, el trabajo de Ertl fue extremadamente importante para elucidar los distintos pasos que tienen lugar en las reacciones superficiales brindando información básica sobre estos procesos.”

Alrededor del 80 por ciento de los medicamentos y los químicos actuales se producen a partir de las bases teóricas y experimentales sentadas por Ertl. Lo cual no hace más que demostrar la cuestión: ni Osho, ni Coelho; los verdaderos alquimistas son los químicos modernos.

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El alemán Gerhard Ertl, de 71 años, estudió los procesos químicos en superficies sólidas.
Imagen: AFP
 

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