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Un antecedente, hace tres años

En diciembre de 2005, producto de un fuerte crecida del río Seco, se derrumbó el puente de la ruta nacional 34 en Salta: la ciudad de Tartagal y otras localidades del norte salteño quedaron aisladas durante meses del resto de la provincia. En ese momento, la única vía de comunicación que había en la zona efectada era un puente ferroviario sobre el cauce, que la mayor parte del año no lleva agua. Después de unos meses y ante la emergencia en la zona el puente fue reconstruido. Sin embargo, la situación en la provincia empeoró en marzo de 2006 cuando un fuerte temporal de lluvia produjo la crecida del río Tartagal.

Entonces, la gran cantidad de agua generó un nuevo derrumbe en el puente. Distintas zonas de la provincia permanecieron durante semanas bajo el agua y completamente anegadas. De hecho, en los departamentos salteños de San Martín, Orán y Rivadavia más de 150 mil pobladores se vieron afectados por las graves inundaciones: cinco mil habitantes debieron abandonar sus hogares y refugiarse en precarios centros asistenciales de Cáritas. Además, muchas viviendas y puentes de la provincia se derrumbaron producto de distintos aludes de barro y agua. Inmediatamente después de las lluvias, especialistas en climatología aseguraron que el fenómeno meteorológico se podría haber prevenido.

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