SOCIEDAD › OPINION

Crónica de un tormento anunciado

Por Mabel Bianco*

Romina, la joven jujeña próxima a ser condenada a prisión perpetua por haber matado a su hija recién nacida producto de una violación, es un caso paradigmático de la hipocresía de nuestra sociedad. La violación es un atropello y una profunda agresión que produce graves daños psicológicos. En sociedades donde todavía se culpabiliza a la víctima, considerándola “causante” y se atenúa la responsabilidad del violador, se victimiza doblemente a la mujer violada.
Si resulta embarazada por la violación, como le ocurrió a Romina, empieza otro tormento. La sociedad la obliga a continuar ese embarazo, que, nadie duda, no fue planificado y menos aún deseado. Experimentar “amor maternal” es imposible, solo hay odio y dolor. Romina sufrió todo esto en silencio, no se lo dijo a nadie, excepto a su hermana. Esto es habitual, si hablan son castigadas. El papá de Romina cuando ella y su hermana eran niñas las amenazaba con que iban a quedar embarazadas, censurándolas porque obviamente eso iba a ocurrir por culpa de ellas.
Romina se crió en ese ambiente, en su casa, en la escuela, se creía eso. Cuando descubrió que estaba embarazada, se aterrorizó. Se cumplió lo anunciado, al dolor de la agresión se agregó la censura social, algo que no podía soportar.
La evaluación psiquiátrica que le realizan muestra al rojo vivo lo que padecen estas niñas: angustias, terrores y evocaciones permanentes del trauma. Tratan de olvidarlo, se encierran. El dolor renovado y acrecentado cada vez que algo les recuerda al agresor o la agresión les renueva el dolor... Así llega Romina al parto, en el baño de su casa, sola y aterrada, ve en la cara de la niña al violador. Su reacción fue de “emoción violenta”, esto parece evidente hasta para los más negados.
Romina no puede ser condenada una vez más. Ahora debe ser “tratada” como se hace ante cualquier persona lesionada gravemente, como ella lo fue. No es la cárcel donde se curará, ni es así como la sociedad debe seguir castigándola. Mientras ella es atendida, se debe empezar a castigar al violador, que también es una forma de ayudarla a curarse. Esperamos que la Justicia jujeña entienda esto y permita a Romina y a miles de niñas y adolescentes violadas que no tengan que padecer estos tormentos.

* Médica. Presidenta de Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer.

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