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“Me partió la vida”

Durante unos cinco meses, Milagros, una empleada administrativa, empezó a sufrir el acoso de los directivos de la empresa donde trabajaba desde hacía cinco años. Se trata de una metalúrgica que, entre empleados administrativos y obreros, cuenta con alrededor de 450 personas. “Esto venía desde hacía rato, pero las dos últimas semanas, cuando cambió la gerencia, la cosa se puso insoportable.” “Estaba deprimida, bajé cinco kilos, andaba nerviosa todo el día y me la pasaba con dolores de cabeza”, recordó.

“El gerente que estaba se fue y asumió el subgerente de la empresa. Todos sabían que era un tipo poco idóneo para semejante cargo, tenía mala relación con todos, no solucionaba problema alguno, pero lo pusieron en ese lugar. Ahí, todo se complicó”, suspiró. En noviembre último, “me ‘invitaron’ a irme o me dijeron que me sacaban con el personal de seguridad. Como les respondí que no me iba, para no hacer abandono de trabajo, me sacaron con la gente de seguridad de la empresa”, relató, aunque añadió: “No me tocaron ni me pegaron, sólo me acompañaron hacia la puerta”.

Dos meses antes de que terminara su trabajo, Milagros apostó a un nuevo proyecto de vida: después de planearlo durante mucho tiempo, se fue a vivir con su pareja. “Yo ganaba bien. Hacía apenas dos meses me había mudado con mi novio y tenía todas las esperanzas puestas en esa convivencia. Pero cuando el problema con el subgerente se acentuó, ni hablar cuando no trabajé más, me partió la vida al medio”, contó la joven de 27 años, quien aún está tratando el tema con su abogado y continúa con un tratamiento médico por los problemas que le ocasionaron los nervios. “Estaba en la parte administrativa. Primero me bajaron el sueldo. Después me cambiaron de área; sin contar las malas contestaciones y el manoseo constante. Del escritorio, me mandaron al call center porque, según el gerente de Recursos Humanos, ya no rendía como antes.” “Me prometieron que iba a recuperar mi lugar, pero eso nunca pasó”, dijo. “Desde ahí –recordó– los días eran interminables”. “Lo peor –según subrayó Milagros– es que el jefe de Recursos Humanos reconoció que la empresa estaba esperando que me cansara para que me fuera.”

Ahora Milagros dice estar mejor, pero las consecuencias aún persisten en su cuerpo. “Una reacción alérgica a causa de los nervios hizo que estuviese internada en varias ocasiones. Ya estoy mejor. Pero fue muy duro soportar esas situaciones. El tema era personal; se la agarraron conmigo”, afirmó. Todo está en manos de mi abogado ahora, pero me hicieron sufrir mucho”.


Informe: L. Z.

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