SOCIEDAD › OPINION

Otra forma de protesta

 Por Washington Uranga

Desde muchas perspectivas se critica la manifestación de piedad religiosa porque, según dicen, funciona como un tabique que contiene las demandas de la gente e impide una actitud de lucha por los derechos conculcados. Sin dejar de lado el aspecto de gratuidad que supone la súplica religiosa, el acompañamiento que la Iglesia Católica ha hecho de la devoción de San Cayetano ha llevado a rescatar, por una parte, el sentido de la solidaridad y, por la otra, a acentuar el reclamo de la justicia que supone acceder a la comida y a la posibilidad del trabajo. El propio cardenal Bergoglio lo puso de manifiesto en su homilía de ayer. Los lemas y las consignas con los que se alienta a los peregrinantes también apuntan en el mismo sentido. “Reclamamos el pan que alimenta y el trabajo que dignifica”, fue la consigna de este año. Además, desde hace ya varias décadas, el propio santuario instauró la costumbre de sustituir el carácter de las donaciones pidiendo alimentos o ropa que los peregrinantes llevan para que sean distribuidos entre quienes padecen extrema pobreza. Tal iniciativa se ha llevado adelante para, también en ese gesto, incentivar el sentido de la solidaridad aun de aquellos que poco tienen.
El arraigo que tiene en el pueblo sencillo la devoción popular por San Cayetano está demostrado en la continuidad del hecho religioso-cultural que pone de manifiesto en torno de cada 7 de agosto. Esto ha venido ocurriendo más allá de cualquier circunstancia. Pero es evidente también que, en situaciones de crisis como la actual, el número de peregrinantes se transforma casi de manera automática en una informal encuesta que vuelve a desnudar la gravedad de la pobreza y de la realidad social que vive el país. Las cifras de la pobreza y el desempleo se hacen patentes en la larga cola de los fieles que hacen vigilia para llegar hasta la imagen del santo solicitando su intercesión para algo que, en justicia, les pertenece: el derecho al pan y al trabajo, dos pilares fundamentales de los derechos humanos y de una vida digna.
Desde esta perspectiva, el hecho religioso de San Cayetano es otra forma de protesta, otra forma de manifestación popular, que no es posible desligar de los reclamos y de las marchas, de los cortes de ruta o de los piquetes. Entre otras razones porque muchos de los protagonistas son los mismos en todos esos frentes.

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