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“Como persona de fe soy optimista por definición, pero tengo un sentimiento dual. Por un lado mi deseo, ligado a que la economía argentina despegue por fin y la crisis quede como un mal recuerdo, y por el otro lo que puede pasar en la realidad. En este sentido, creo que la Argentina todavía no pudo desplegar su política económica. El acuerdo con el Fondo Monetario permite sobrevivir en la coyuntura, pero la verdad es que aún falta que se definan nuevas inversiones y que los argentinos que tienen dinero afuera del país lo ingresen para invertirlo en el aparato productivo argentino. Creo que en el 2004, el Gobierno intentará maximizar el poderío del aparato productivo ya que, de lo contrario, será imposible modificar la crítica situación social por la que atraviesa el país. En este contexto, debe esperarse un crecimiento paulatino. Por eso, el año que viene seguiremos por debajo de los niveles de los años ‘90. Entre las medidas que podrían tomarse incluyo la nacionalización de las privatizadas, sería una señal contundente de que se vuelven a tomar los resortes de la economía. Las privatizaciones deben reverse. No hay que olvidar que esos traspasos se concretaron mediante un discurso banal”.