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Domingo, 19 de julio de 2009

CULTURA › STAR WARS EXHIBITION, LA MUESTRA OFICIAL DE LA SAGA FILMICA

La trastienda de una ópera ficción

La exposición, que puede verse en el Centro Cultural Recoleta, aborda tangencialmente el “universo expandido”, pero aporta al fanático la experiencia de haber estado ahí, ofreciendo un recorrido según los planetas de la ficción.

 Por Andrés Valenzuela

“La Guerra de las Galaxias no es ciencia ficción, sino ópera ficción. En la ciencia ficción importan las leyes de la física. Eso no sucede en las historias de Luke Skywalker, en las que el sonido sí se propaga en el espacio y es posible superar la velocidad de la luz.” La reflexión es del apartado para el director de juego del manual del juego de rol de Star Wars (1990, Joc Internacional). El libro es una joyita dentro del extenso “universo expandido” de la saga creada por George Lucas hacia fines de los años ’70. Luego, el capítulo explica técnicas narrativas y el esquema básico de cualquier aventura según el modelo que Aristóteles describió en La Poética. Un ejercicio de rigurosidad con la propia obra que permitía al lector acercarse al espíritu de una de las grandes sagas cinematográficas del siglo XX.

Star Wars Exhibition (en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, Capital Federal) es la muestra oficial de la saga, pero no es rigurosa, ni ayuda a entender la leyenda. Toca sólo tangencialmente el “universo expandido” y apenas aporta al fanático la experiencia de “haber estado allí”. La exposición es perfectamente disfrutable tanto por los niños como por los adultos que no le exijan demasiado. Quince minutos de pie en la entrada bastan para confirmar que, justamente, son ellos quienes más disfrutan de la recorrida por una ambientación cuidada –aunque oscura– y atractiva con los elementos organizados según los planetas claves de la serie de películas. Pero a los demás, cabe recomendarles que antes de salir de casa vean su película favorita de la saga para llegar con el ánimo bien dispuesto. Así sí es posible disfrutar esos originales y réplicas a tamaño real de los vehículos de la segunda trilogía, los espectaculares trajes diseñados para la menudita Natalie Portman, a C3PO, R2D2 y al imponente Darth Vader, natural estrella del evento.

Pero pobre quien consiga abstraerse de esa fascinación instintiva y lance sobre Star Wars Exhibition una mirada un punto más crítica para descubrir que, por ejemplo, en ninguna de las muestras de concept art o storyboards de los films figura su dibujante. En las piezas no hay cartelitos que indiquen el año de su creación. Con las tres naves no queda claro al visitante cuáles son originales y cuáles reproducciones. Cada objeto en exhibición cuenta –eso sí– con una reseña de su papel en el universo ficcional y a qué película corresponde. ¿Pero cómo no mencionar al diseñador de los trajes que Natalie “Padme” Portman vistió? ¿O al equipo que modeló esa impresionante ciudad encastrada en piedra? En la Argentina hay fans que podrían dar cátedra sobre las piezas de desecho a partir de las cuales se modelaron los sables luz de la trilogía original. Modelistas dedicados a hacer réplicas que saben qué parte de qué vehículo (y de qué metal) se transformó en parte del mito galáctico. ¿Cómo puede una exposición oficial carecer de algunos detalles que ayuden a apreciar el monumental trabajo que implica una saga de este tipo? ¿O acaso Lucas chasqueó los dedos, dijo “hágase Coruscant...” y los cines se abarrotaron?

Esto, además, en una exposición que pregona su “criterio museológico”. Una mirada algo pasada de moda y limitada sobre el papel de los museos en la cultura, pues aquí se ubican todas las piezas detrás de las vallas o directamente tras un vidrio.

En verdad, el criterio museológico al que se refieren los organizadores es otro: el de la mirada de la obra como objeto sacralizado de valor indefinible (o invaluable, como el lector prefiera) y tratados como reliquias a las que no se les puede sacar fotos con flash. Objetos transportados en cajas con control de temperatura, de humedad y manipulados por expertos. La Guerra de las Galaxias es uno de los grandes iconos de la cultura pop de las últimas décadas. Incontables fans de todo el mundo se han deseado suerte diciendo “que la Fuerza te acompañe”. ¿Por qué? ¿Cómo sucedió esto? Será difícil que el visitante lo descubra, pues allí sólo se puede ejercitar un mero vouyerismo pop.

La cita que abre esta nota no es caprichosa. Es que en esos pocos párrafos de un simple juego hay más sustancia y más comprensión del universo de la Guerra de las Galaxias que en la exposición de Recoleta. Se comprende mejor allí cómo caló en el corazón de millones de fanáticos esa mezcla de culebrón mexicano y aventura pulp clásica, esa mixtura entre el camino del héroe y escenarios imposibles. Los fans irreductibles de la saga saben que hay “dos” Star Wars. Una, la que conocen casi todos: las seis películas. La “otra” es la que se conoce como “el universo expandido”, conformado por todas las adaptaciones, novelas, historietas, series y videojuegos licenciados y supervisados casi obsesivamente por Lucasfilms. De ello, aquí nada más aparecen varios juguetes y libros en el stand de merchandising con valores que arrancan en los 14 pesos y suben hasta los 120.

De todo ese “banco de suplentes” narrativo aquí no hay nada. Para los interesados en la evolución de la cultura popular, esto es motivo de pena, pues aunque son de un nivel desparejo en sus campos, los productos que se lanzaron entre El retorno del Jedi (1983) y La amenaza fantasma (1999) son uno de los pilares que permitieron la supervivencia del mito que llena los pasillos del Recoleta.

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La muestra exhibe réplicas de los vehículos, los espectaculares trajes y un imponente Darth Vader.
 
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