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Viernes, 18 de diciembre de 2009

CULTURA › PUBLICACIONES QUE ADELANTAN LA CELEBRACION DEL BICENTENARIO

“Un diálogo sin nostalgia”

Una serie de títulos de diversos géneros, desde poesía hasta novela histórica, pasando por ensayo y literatura infantil y juvenil, le dan forma al proyecto del grupo Santillana. “Tenemos que pensar esta fecha no solamente hacia atrás”, señala Graciela Pérez de Lois.

 Por Silvina Friera

El Bicentenario es una oportunidad para salir de “la mirada negra”. Lo dijo el historiador Gabriel Di Meglio durante la presentación de la propuesta editorial del grupo Santillana por los 200 años de la Revolución de Mayo. Con títulos de diversos géneros, poesía, novela histórica, ensayo y literatura infantil y juvenil, el proyecto incluye obras que ya han sido publicadas y otras que se lanzarán en los próximos meses. “El diagnóstico negro no es muy conducente ni provechoso para pensar el presente ni tampoco la mejor manera de abordar la historia, entre otras cosas porque deshistoriza, hace que veamos el pasado como un espejo del presente –plantea el historiador–. Tratamos de pensar la Revolución de Mayo con los criterios políticos, económicos y culturales de la actualidad y eso es absolutamente imposible por una cuestión de escala. Si pensamos la ciudad que hizo la Revolución de Mayo, tenía como mucho 45 mil habitantes; de ahí a los 12 millones que tenemos hoy es un mundo diferente.”

Entre los títulos que integran el proyecto del grupo, que se editarán con un logo distintivo, se destaca 200 años de poesía argentina (Alfaguara), un volumen que proyecta “una visión renovadora y abarcadora” sobre la poesía escrita en nuestro país a lo largo de toda su historia, con selección y prólogo de Jorge Monteleone. En el rubro novela histórica ya se publicó Me llaman Artemio Furia (Suma de Letras), de la cordobesa Florencia Bonelli. Desde la no ficción también se publicó Explicar la Argentina (Taurus), un libro que reúne ensayos imprescindibles de Echeverría, Sarmiento, Ramos Mejía, Ernesto Palacio y Arturo Jauretche, entre otros, y Diario de Buenos Aires 1810, de Roberto L. Elissalde (Aguilar), un relato sobre cómo era la vida en el virreinato y de qué manera se establecían las relaciones personales, familiares, políticas y económicas de quienes presenciaron y protagonizaron la Revolución. En los próximos meses se lanzará Argentina 1910-2010. Balance de un siglo, con edición de Roberto Russell, y Argentina 2010. Entre la frustración y la esperanza, con edición de Natalio Botana (Taurus).

Alfaguara Infantil y Juvenil prepara una decena de libros que acercarán a los niños a los sucesos que llevaron a la independencia argentina a través de diversos personajes y aventuras, como Un cuento de amor en mayo, de Silvia Schujer; La revolución, de Ricardo Mariño, y Diario de un viaje imposible, de Lucía Laragione y Ana María Shua.

Otras de las obras de próxima aparición es Tiempos de infancia, de Gabriela Diker y Graciela Frigerio (Fundación Santillana), un recorrido con textos e imágenes por la niñez de los habitantes de Argentina a lo largo de dos siglos, así como diversos libros orientados para que alumnos y docentes puedan hacer una revisión crítica y reflexiva, como El libro del Bicentenario de Di Meglio. “Se pensó un proyecto realmente transversal, que abarque a todos los sellos del grupo y a todos los géneros posibles”, cuenta Di Marco, director de ediciones generales de la Argentina y el Cono Sur. Graciela Pérez de Lois subraya la importancia que tiene la efeméride para los argentinos. “Tenemos que pensar esta fecha no solamente hacia atrás, con una mirada melancólica y puramente histórica, sino con el peso que tiene la historia en el presente, proyectada en el futuro.

Di Meglio destaca un aspecto fructífero de la celebración del Bicentenario. “Nuestro mito de origen es una revolución, no una matanza o una conquista o un desastre. Una revolución que nadie condena y que todos celebran por su carácter transformador –pondera el historiador–. Tenemos la suerte de tener un mito de origen que es muy provechoso y que nos puede interpelar.” Desde su perspectiva como educadora, Frigerio sugiere que los 200 años es un modo de decir “acusamos recibo, nos damos por enterados”. “Festejar el Bicentenario es reanudar un diálogo desprovisto de nostalgia, reanudar un diálogo con un orden simbólico que quiso inaugurar un imaginario que aún lucha por instituir nuevas relaciones entre los hombres –asegura la especialista–. Educar es algo que no pasa sino entre dos ausentes: el fantasma de los que ya no están y el fantasma de los que aún no llegaron, como diría la voz de Derrida. El trabajo de la educación vinculado con el Bicentenario podría resumirse en tres verbos: resistirse al más de lo mismo, interrumpir la repetición e inaugurar.”

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La inminencia de los festejos por los 200 años de la Revolución de Mayo agitó el trabajo editorial.
Imagen: Bernardino Avila
 
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