Si el balance 2011 para la música popular argentina es positivo en cuanto a emprendimientos independientes, desde la gestión pública es poco lo que puede rescatarse en materia de fomento y desarrollo para el tango y el folklore. Una ciudad como Buenos Aires, que cuenta con el presupuesto más alto en cultura del país, propone un festival específico para el tango, fuerte marca cultural identitaria de Buenos Aires, cada vez más achicado, centralizado (alejado de los barrios) y pensado para la convocatoria del turismo internacional. Aun si su dirección artística (a cargo de Gustavo Mozzi) ha dado muestras de calidad y criterio, los lineamientos tomados en materia de política cultural son preocupantes: si esto es lo que sucede cuando las cuentas dan bien, ¿qué pasaría si mediara una crisis, cuando los presupuestos de cultura son los primeros que se recortan? Al género, de todos modos, le fue bastante mejor que al folklore en la ciudad: al festival de Músicas de Provincia, donde supo brillar tanto Mercedes Sosa como artistas por entonces poco conocidos, la gestión Macri directamente lo dio de baja.

A nivel nacional tampoco se vislumbra un fomento o un espacio de desarrollo concreto para estas músicas como gestión destacada de cultura. Hay grandes festivales en los que suenan los músicos ya consagrados, y algunos programas para los que recién empiezan; se podría también mencionar ciclos interesantes como los que se han hecho en la Casa Nacional del Bicentenario, pero es claro que resultan insuficientes. Como si el riquísimo panorama que suena en forma de avalancha de ediciones discográficas, de festivales autogestionados, de emprendimientos colectivos y búsquedas cooperativas, pasara por otro lugar, un lugar que no llega a ser escuchado por quienes tienen a su cargo el diseño de políticas específicas. Es sugerente que el rock, género que cuenta con toda la maquinaria de difusión a su favor, tenga tanto más apoyo de gestión que las músicas que cuentan con menos posibilidades de fomento y difusión. En esto también, seguramente, hay cierta deformación cultural de por medio. La música, los músicos, mientras tanto, avanzan. Inexorables.