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Lunes, 30 de septiembre de 2013

MUSICA › ENTREVISTA A FRED SCHNEIDER, CANTANTE DE THE B-52S, ANTES DE SU SHOW EN EL LUNA PARK

“Quizás ésta sea nuestra última gira”

Tras 38 años junto a las vocalistas Kate Pierson y Cindy Wilson, el líder del combo que le puso humor camp y fiesta a la new wave reflexiona acerca del momento que vive el negocio de la música, su propia carrera, la cultura retro y los ’80.

 Por Roque Casciero

Fred Schneider duda varios segundos antes de contestar cuál es el momento de su carrera que más atesora y se excusa diciendo que hubo demasiados. Es lógico: fue en 1976 en que formó The B-52s en Athens, la misma ciudad norteamericana de la que luego surgiría R.E.M. En el repaso mental a la velocidad que exige una entrevista telefónica de quince minutos, el cantante opta, entonces, por un momento icónico: el que vivió el 22 de abril de 1990. “Uno de los más satisfactorios fue tocar en el Central Park después de la salida de Cosmic Thing: teníamos a un millón de personas viéndonos. No podía ver dónde terminaba la gente, era impresionante... Y lo pasamos bárbaro.” Semejante repercusión es de esas cosas que sólo se dan una vez en la vida, pero la carrera de The B-52s está marcada por picos apenas más bajos, aunque también por tragos amarguísimos, como la muerte del guitarrista fundador, Ricky Wilson. Y en pleno tour, el ahora trío (el guitarrista Keith Strickland se bajó de las giras) sigue encontrando las razones para hacer bailar y divertirse a un público fiel. Esta noche, la banda que le puso humor, fiesta y estética camp de feria americana a la new wave se subirá por tercera vez a un escenario argentino: su debut local fue en 1992, en Vélez, y en 2009 tocó en el Luna Park, el mismo lugar donde hoy hará sonar clásicos como “Love Shack”, “Roam”, “Private Idaho”, “Good Stuff” y “Rock Lobster”, entre otros. Y tal vez sea la última oportunidad de ver aquí a Schneider y a las cantantes Kate Pierson y Cindy Wilson juntos.

–Ustedes ya se repusieron de la muerte de Ricky Wilson, así que no tener a Keith Strickland en la gira no debe ser tan serio. De todos modos, ¿se lo extraña?

–Es diferente, porque por suerte encontramos un gran guitarrista (Paul Gordon) para ocupar el lugar de Keith. El se adaptó a nuestro sonido distintivo y agregó sus propios detalles, que nos mantuvieron frescos. Y además cambiamos las canciones de la lista todo el tiempo para seguir con esa frescura.

–¿Pero hay alguna otra diferencia en los shows?

–Bueno, tenemos a otros músicos (el baterista Sterling Campbell y la bajista Tracy Wormworth), pero son grandes profesionales, muy capaces, y estamos nosotros, tan buenos como siempre.

–¿Afecta las giras que cambien los músicos?

–Ellos mantienen las cosas frescas. Son muy buenos, no tienen que preocuparse por nada (risas). Va a ser un buen show.

–Es obvio que Campbell es un gran baterista; la pregunta apuntaba a la dinámica de la banda.

–Agregan diferentes sonidos, está bueno. La verdad, ni siquiera pienso en eso, estamos trabajando con los mejores, entonces no me preocupo.

–La decisión de Strickland, ¿no lo hizo evaluar la posibilidad de no volver a salir de gira?

–Bueno, creo que ésta va a ser mi última gira. Voy a hacer otras cosas después de este año, pero uno nunca sabe... Hace casi 38 años que estamos haciendo esto...

–Pero no tocaron durante varios años.

–Nunca fueron períodos tan largos, a lo sumo de dos o tres años.

–Con los discos no fue así: entre Good Stuff (1992) y Funplex (2008) pasaron dieciséis.

–Es que teníamos que estar todos juntos para poder componer un álbum. Pero además, ahora la gente ya no compra discos, se los baja gratis: si vas a hacer un disco, tenés que estar seguro de que no te cueste nada, porque no vas a ganar dinero con él.

–¿No quedaron satisfechos con el modo en que le fue a Funplex?

–Creo que Funplex es uno de nuestros mejores discos, pero no se trata de eso. El tema es que uno pone tanto trabajo y después la gente se lo roba (risas)... Y el sello en Europa nos jodió. El costado de negocio que tiene la música siempre lo arruina todo.

–Si va a ser su última gira, ¿eso quiere decir que tampoco habrá más discos de B-52s?

–No diría eso, quizá salgan algunas canciones, pero otra gente quiere trabajar con nosotros y cada uno tiene sus propios proyectos (N. de R.: la colorada Kate Pierson trabaja en su primer álbum solista). Vamos a seguir juntos, pero esto ha sido nuestra vida por demasiado tiempo.

–¿Qué otras cosas quiere hacer?

–Volví a grabar como invitado de Elvira, saqué una canción con Ursula 1000 y tengo tres álbumes solistas en los que estoy trabajando. Además, en 2010 sacamos un álbum con mi otra banda, The Superions, así que estoy trabajando bastante.

–¿Tres álbumes suyos? ¿Cómo sabe si una canción tiene que ir a un disco u otro?

–Porque las trabajo con gente diferente. Pero si la banda quiere hacer algo, haré algo con la banda.

–¿Cómo le cae ser una influencia en artistas más jóvenes?

–Bien, porque todavía estoy haciendo lo mío. Tuvimos la suerte de llamar la atención de mucha gente, de lo que me doy cuenta ahora es de que tenemos mejor management... Bueno, sí me daba cuenta en ese momento de que eran un desastre (risas). La parte de negocio que tiene la música puede arruinar a alguien; de hecho, casi nos arruina a nosotros.

–Pero no sucedió: eso también habla de la clase de éxito que tuvieron.

–El negocio sigue estando corrupto. Ahora tenemos la suerte de tener buen management, no me quejo.

–Mencionó a los managers, al negocio, a la gente que se baja los discos... ¿Se siente cómodo de formar parte de la música en estos tiempos?

–Bueno, tenés que salir de gira para ganar dinero (se ríe)... Lo cual está bien, excepto por la parte de los viajes. La gente no se da cuenta de lo difícil que es todo eso... “Te subís al micro y listo, bla bla bla.” Pero pasá tres noches seguidas arriba de un micro y me contás. Hemos tenido gente con nosotros que a la tercera noche nos dijo que no podía más (risas). No es que uno sólo se sube al escenario...

–¿Por qué cree que hay tanta cultura retro con los ’80?

–Porque había un montón de música muy buena. Ciertamente, mejor que la que hay hoy. Había mejores canciones, mejores ritmos, no existía el autotune... Y buena parte no era tan popular como debería haberlo sido, porque la radio ignoró a la mayoría de la buena música de esa década.

–Ya que se habla de retro, ¿se considera una persona nostálgica?

–(Duda.) Debo decir que tengo tantos álbumes que escucho en lugar de... Bueno, reviso cosas en YouTube porque hay cosas muy locas de lo que yo escucho, pero no el Top 40 o esas cosas. Todos suenan como alguien de antes: Lady Gaga como Madonna... Y Madonna estaba bien, pero no era mi favorita. El tema es que si nunca escuchaste ciertas cosas, podés pensar que algo es nuevo aunque sea viejo.

–¿Qué discos pone habitualmente?

–Me gustan todos los tipos de música. Estuve escuchando un disco de un compositor vanguardista de los ’50 y los ’60 llamado Harry Partch, que fabricaba sus propios instrumentos. Pero también escucho música clásica, electrónica...

–Cuando trabaja en material nuevo, ¿siente que tiene que estar a la altura de lo que hizo antes?

–No, simplemente hago lo que creo que es bueno. Hasta ahora no me fue mal de ese modo.

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Wilson, Schneider y Pierson: el trío de vocalistas que instaló a The B-52s como sinónimo de fiesta.
 
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