“Carlos Gardel es la voz fundante de la canción argentina”, se planta el cantor Hernán Lucero, para explicar por qué le dedicó el disco Gardeliano al artista que le genera una devoción como ningún otro. En la placa, que presentará hoy a las 21.30 en el Teatro SHA (Sarmiento 2355), recorre una parte pequeña pero significativa del repertorio gardeliano, con canciones como “Soledad”, “Amores de estudiante”, “Volvió una noche” y “El día que me quieras”, entre otras.

“La selección fue muy difícil, porque el repertorio de Gardel es muy vasto y muy bello”, asegura Lucero, quien en el SHA interpretará otros temas que todavía no estaban bien cerrados al momento de la grabación, además de tangos que ya había grabado en sus discos anteriores. “Si revisás mis discos, Gardel siempre estuvo presente, por eso en la función vamos a sumar al repertorio del disco otras canciones que ya vengo cantando y vamos a sumar esas otras que quedaron afuera en formato de orquesta.”

–¿Cómo trabajó los arreglos musicales para que suene a la vez clásico y moderno?

–Los trabajé directamente con Ramiro Boero y Pablo Fraguela, que escribieron los arreglos para orquesta. Son dos compañeros con los que vengo trabajando hace largo tiempo. Ramiro es la primera vez que escribe para mí y creo que estamos iniciando una sociedad de largo aliento porque sus ideas tienen mucho que ver con lo que yo hago. Los dos arreglos que figuran en el disco y le pertenecen, son extraordinarios.

–¿Qué buscaba desde lo musical?

–Un sonido orquestal, moderno, pero que no dejara de ser milonguero y que no perdiera el espíritu de Gardel, ese espíritu íntimo de cantar como quien dice al oído, como quien te pasa un dato. Eso es lo que buscamos y creo que logramos en gran forma.

–Dice “milonguero”; ¿piensa en la posibilidad de que la gente baile?

–Sí, siempre. Si uno presta atención al disco, verá que hay varias canciones que se pueden bailar sin dificultades.

Gardeliano tampoco deja de lado el costado más folklórico del Zorzal Criollo. Es que, según reconoce Lucero, esa es tanto una marca suya como intérprete, tanto como una influencia inevitable del propio Gardel. “No lo podía dejar afuera, está en el disco anterior y en todos mis discos”, señala. “En este caso, no podía ser menos, porque Gardel es el cantor criollo por excelencia, decir que era un cantor de tangos es limitarlo”, considera y elabora su mirada de Carlitos como “la voz fundante” de la canción argentina. “Sus canciones nos pertenecen a todos, a la humanidad, pero sobre todo a los argentinos. Inventó el tango-canción y fue la punta de lanza de todo un movimiento de poetas y de músicos.” Para Lucero, sin Gardel “¡no hubieran sucedido Troilo, Cadícamo, Contursi! No hubieran sucedido... Fito Páez. Ni Charly, ni Spinetta, ni Calamaro”.

–En lo personal, ¿qué significa Gardel para usted?

–Es el artista que más quiero. Este disco es una suerte de declaración de amor al genio y la figura de Gardel, por su obra. Es algo que muchos amigos me vienen pidiendo hace años. “Tenés que hacer un disco sobre la obra de Gardel”.

–¿Por qué se lo piden?

–Porque consideran que soy un gardeliano de ley y que toda esa obra, todas esas canciones me quedan bien.

–¿Usted coincide?

–Coincido, sí. Soy completamente gardeliano. No me hubiera dedicado a cantar si no fuera por él. O quizá sí, porque creo que empecé a cantar desde antes, pero su figura me acompaña desde que tengo uso de razón. Así que sí, puedo decir que canto sobre todo por él. Siento que me fui forjando como cantor escuchándolo, viendo sus películas. Me llegó antes Gardel que el tango.

–¿Cómo es eso?

–Antes que el tango me llegó la figura de Gardel. Cuando era adolescente y empezaba a cantar rock, a armar mis primeras bandas a los 13 años en el colegio, Gardel siempre estuvo, aunque no cantara sus canciones en público. Su figura, su luz, siempre iluminó el camino. Siento eso de Gardel, es una luz que va iluminando mi camino. Tengo la sensación de subirme al colectivo para ir al colegio y que el fercho estuviera escuchando a Larrea a la mañana y que lo pasara. Es como una banda de sonido de mi vida.

Para Lucero, la vigencia de Carlos Gardel es indiscutible, y la escena tanguera de su generación es indisociable de él. “Fue un productor extraordinario, un hombre que se construyó a sí mismo, porque ese enorme edificio que puede llamarse Gardel fue construido desde los cimientos, ladrillo por ladrillo, por él mismo: es el gran autogestor, como artista y productor”, define. Y destaca que el Zorzal Criollo “inició toda una parte de la industria argentina importantísima que es la industria de la venta de canciones, de discos”.