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Miércoles, 29 de agosto de 2007

MUSICA › CAETANO VELOSO PRESENTO “Cê” EN EL TEATRO GRAN REX

La radicalización tropicalista

Voz, guitarra, bajo y batería. Ese fue el sustento formal de un show contundente, que no ahorró en sutilezas ni en ironías.

 Por Martín Pérez

Guitarra, bajo y batería. Y, claro, también Caetano Veloso. De eso se trata Cê, el disco. Pero más especialmente de eso se trata el show que lo presenta en vivo. Porque, si bien Caetano había avisado –en el texto de su propia pluma que, como es su costumbre, se difundió en Brasil acompañando la edición del disco– que era un disco de rock, no fue posible circunscribirse sólo a ese género al recorrer Cê, que seguía siendo antes que nada un disco de Caetano. Pero desde la austera puesta en escena, dominada por los tres instrumentos en cuestión –con el agregado de un piano, al que se sentó ocasionalmente el bajista–, hasta la campera y el pantalón de jean con el que apareció el principal protagonista de la noche, todo fue rock en el Gran Rex para un show que, como dijo Veloso desde el escenario al promediar el show, funciona como cierre de una gira latinoamericana presentando su último disco. O casi todo, porque estamos hablando de Caetano, un músico que sabe cómo agradar a su público.

Por mucho menos que esto –las punzantes frases de la guitarra de Pedro Sá o las luces cegadoras de concierto de rock multitudinario, por ejemplo– a Dylan en su momento su público más fanático lo abucheó durante toda una gira para terminar gritándole Judas al final de la misma. La frialdad inicial de un Gran Rex repleto ante este despliegue de rock conciso que contiene su nuevo repertorio hizo pensar en algún momento en un desenlace si no similar, al menos igualmente desencantado. Pero, sin correrse ni un ápice de su eje estético, Caetano desplegó todo su encanto en escena. Casi sin dejar de sonreír durante toda la noche, habló bastante con el público antes de cantar “Cucurrucucú paloma” acompañándose solo con su guitarra y agregar, fuera de programa, el tango “Volver”. En los bises y a capella entregó “Tonada de luna llena”, e incluso llegó a pedir abiertamente que la gente cante con él uno de sus nuevos temas. Así fue como logró que ese mismo público que había escuchado en el comienzo un poderoso tema como “Odeio” en medio de un azorado silencio, sin siquiera conceder un cabeceo siguiendo el ritmo, terminara aplaudiendo y saltando como los fans incondicionales que eran, junto al artista con rostro rocker a sus 65 años, pero tan musicalmente irónico y sensiblemente honesto como siempre.

“Qué maravilla estar otra vez en Buenos Aires, es casi más que volver a casa”, dijo Caetano apenas comenzado el show, cuando recién había cantado los tres primeros temas, los dos primeros correspondientes a los que ocupan esos lugares en el disco que está presentando (el vibrante “Outro” y el melancólico “Minhas lagrimas”, de lo mejor del disco y del show), y “Chao de praca” de Moraes Moreira, en el que un irónico Caetano salta a lo Daniela Mercury y mueve las manos, pero nadie lo imita. Así sucederá durante toda la primera parte, que incluye una moderna reversión de “Nine out of ten” con aire reggae (que suena como debería sonar hoy The Police), y también una austera rendición de “Um tom”, dedicada a Jaques Morelenbaum (“Sin el cual no hubiera perdido el miedo que le tuve a la música”, explica). En “O homem velho”, de Velo (su disco más rocker durante los ’80), sólo acompañado por el piano canta “El bello hombre viejo/ riendo en la curva del camino”, como si aquella versión joven de sí mismo le estuviese hablando a su presente de sonrisa permanente en escena.

Además del pulso del rock, lo que el espectáculo le pide prestado al hacelo-vos-mismo del criterio punk que mencionó Veloso en su texto es la síntesis, que lleva a que el show quite antes que sumar. Por eso cada tema que no rockea, lejos de ser demagógico, es aún más rocker en su austeridad. Además, lo que en otro contexto –el de un festival de rock, por ejemplo– sería justamente demagógico, como cada decidida intervención eléctrica de Pedro Sá (al que, como si fuese poco, sólo le faltan unos anteojos negros para ser el vivo retrato de Raul Seixas, el rocker histórico brasileño por excelencia), en el contexto de un show de teatro de Veloso es en cambio todo un desplante. Algo que se vivió a flor de piel en el final de “Homem”, en la primera mitad del show, cuando Caetano se fue al fondo del escenario y se puso de espaldas, y dejó por delante sola a su banda, tocando furiosamente ante un público impávido. Sólo hacia el final del recital, con el tema “Rocks”, cuando los solos de Sá devienen orgiásticos, y Caetano imita a Jagger corriendo de un lado al otro del escenario y hasta trepando por la cornisa-escalera del Gran Rex que lleva al primer pullman, es que el género deviene en decidida parodia. Pero no sin antes haber dejado en claro que lo mejor de su nuevo repertorio no en vano son los temas que canta serio y concentrado, sin sonreír ni una sola vez, como los emocionantes “Waly Salomao” (que recuerda a un amigo fallecido) y “Nao me arrependo”, en donde Sá pasa al bajo y Ricardo Dias Gomes al teclado.

Partido al medio por el intervalo acústico e incluyendo rigurosamente todos los temas de Cê, las sorpresas de las dos horas de música de la noche fueron los temas elegidos para tocar dentro de este formato, o para cortar el clima. Un bello “London, London”, por ejemplo, solo con guitarra y teclado, fue una de las gemas de la noche. O si no “Desde que o samba e samba”, elegido para bailar ya sin la campera, levantarse la remera y mostrarles a todos cómo mueve su cadera. O el aire de blues para “Como dois e dois”, que se hizo famoso en la voz de Roberto Carlos. También “You Don’t Know Me” (de Transa) y el clásico “Leaozinho” cuando llegó el momento de los bises, con el público ya decididamente en el bolsillo. Pero lo más deslumbrante del show es ese Caetano bien plantado, seguro y sonriente, vestido como un Rael acostado en Broadway (o, mejor, en Av. Corrientes), pero al mismo tiempo como el Caetano de siempre, sin ganas de desafíos inútiles, sólo poniéndoles el cuerpo a unas canciones que acusa haber escrito desde un heterónimo. Pero que se suman a su apuesta estética, rejuvenecida ya en el disco con Jorge Mautner (que lamentablemente no presentó en vivo), y que ya luce tan casual y concisa como el sorprendente show con el que está presentando sus nuevos temas, su nuevo grupo y su rostro de siempre.

9-CAETANO VELOSO

Músicos: Caetano Veloso (voz y guitarra), Pedro Sá (guitarra eléctrica y bajo), Ricardo Dias Gomes (bajo y piano Rhodes), Marcelo Callado (batería)

Duración: 120 minutos.

Público: 3300 personas.

Teatro Gran Rex, lunes 27. Repitió anoche, sigue hoy y mañana.

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Caetano, rocker a los 65 años, actuará también esta noche y mañana.
 
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