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Viernes, 11 de julio de 2014

CINE › COLIN FIRTH, EL OSCAR Y LO QUE SIGNIFICó FILMAR THE RAILWAY MAN Y DEVIL’S KNOT

“Estos casos son irresistibles para la gente”

Gracias a Un hombre solo y El discurso del rey, el actor británico se convirtió en una figura de primera línea, pero ante todo demostró su calidad como intérprete. Devil’s knot, de Atom Egoyan, lo retrata como investigador en el caso de “los tres de Memphis”.

 Por Matt Mueller *

Para un actor, ser ganador de un Oscar implica tantas recompensas como riesgos. Aunque no puede decirse que no lo haya intentado, Colin Firth aún está a la búsqueda de algo tan resonante como El discurso del rey o Solo un hombre, el combo de películas que lo llevó a jugar en las grandes ligas, tanto como actor dramático como en la atracción en taquilla. La adaptación que Tom Ford hizo en 2009 de la novela de Christopher Isherwood le dio a Firth su primera nominación al Premio de la Academia, antes que los lamentos del monarca de Tom Hooper lo pusieran en primera línea al año siguiente, otorgándole la estatuilla por su tartamudeante rey George VI. Ambas películas obtuvieron además el Bafta inglés.

La vida después de Bertie vio a Firth aceptando buenos papeles (El topo), tradicionales (Gambit) y peculiares (Arthur and Mike), pero nada que atraiga excesivamente a los votantes de premios o que cemente su nuevo status de protagonista. The Railway Man, estrenada a comienzos de este año (se estrena en Argentina en agosto como Un pasado imborrable), tiene potencial en ambas áreas. Eric Lomax, cuyas infernales experiencias como soldado británico en el ferrocarril de Burma y su misión contra uno de sus torturadores fueron registradas en un hipervendedor libro de memorias, era un rol significativo. La performance de Firth le deparó grandes comentarios, pero la tibia recepción a la adaptación de Jonathan Teplitzky parece recortarle chances.

En este encuentro en Toronto, Firth está recién llegado de Francia, donde estuvo filmando la comedia de Woody Allen Magic in the moonlight junto a Emma Stone. El actor aún muestra evidencias del peso que debió perder para encarnar a Lomax. Toronto es una ciudad que le trae buenos recuerdos y no solo porque El discurso del rey comenzó su marcha hacia los grandes premios en el festival de cine, donde 2500 espectadores le cantaron el “Feliz Cumpleaños” en la première. Firth está en la ciudad para discutir el drama criminal Devil’s knot, basado en una historia real. Cuando se le pregunta si puede visualizar un proyecto terminado en su mente, Firth muestra un humor seco. “A veces está demasiado terminado –dice–. A veces se me presenta terminado aún antes de empezar, y solo se trata de conectar electrodos y avanzar.” Es muy diplomático como para dar nombres, aunque puede asegurarse que Devil’s knot no entra en esa categoría. Debe ser difícil sentirse distanciado de un tema tan horrendo: dirigida por Atom Egoyan, es la primera ficción sobre el caso de los “West Memphis Three”, tres jóvenes asesinados en un paraje rural de Arkansas y tres adolescentes condenados de manera controvertida. Aunque no había evidencia física, la pasión de Damien Eccols, Jessie Misskelley Jr. y Jason Baldwin por vestirse de negro y escuchar death metal, combinada con el interés de Eccols en el satanismo, agitó un frenesí paranoico que llevó a dar por sentado que había un elemento ritual en los asesinatos.

El fracaso de la Justicia fue analizado en varios documentales; el más notable fue la trilogía Paradise Lost, de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, mientras que Johnny Depp y Peter Jackson, entre otros, tomaron el caso como propio. Como dice Firth, “es un caso sin resolver, que a la gente le resulta irresistible”. El actor interpreta a Ron Lax, un investigador privado que trabajó para la defensa y descubrió evidencia de ADN que jugó un rol clave en la liberación del trío en 2011, tras 18 años presos (aunque bajo una protesta llamada “Alford”, que les permite proclamar su inocencia aun estando convictos). Más allá de una admirable recreación de ese arrastrar sureño de las palabras, Firth no estaba interesado en hacer una personificación. Los dos hombres, el real y el actor, apenas hablaron por teléfono; a Firth le pareció algo taciturno y no estuvo del todo de acuerdo con sus opiniones, pero expresa su admiración por la integridad de Lax al tomar una postura firme ante la histeria colectiva.

Firth se acercó al proyecto basándose en felices colaboraciones pasadas con Egoyan y la coprotagonista Reese Witherspoon (en Donde está la verdad y La importancia de llamarse Ernesto respectivamente): admite que nunca había escuchado sobre el caso de los Tres de Memphis. “No sabía nada –concede–. Me pregunté si era solo yo, pero al investigar descubrí que la ignorancia sobre el tema no es nada inusual.” Parece a la defensiva, un síntoma de tener que confesar su ignorancia sobre un episodio terrible que devastó varias vidas jóvenes, y la del padre de los jóvenes asesinados. Además de sus dos hijos con Livia Giuggioli, de 11 y 13 años, Firth tiene un tercer hijo de una relación anterior con la actriz Meg Tilly. El actor siempre se mantuvo en contacto con Tilly y Will, que ahora promedia los veinte años. Casado con Livia desde hace 17 años, Firth divide su tiempo familiar entre Londres e Italia; tanto él como su esposa, italiana, son activos ecologistas y defensores de los derechos humanos. Firth se muestra especialmente enérgico en causas relacionadas con pueblos originarios y refugiados; Livia es una diseñadora de moda con conciencia ética y sus amigos suelen usar sus modelos en la alfombra roja.

El mismo Firth no puede evitar hacer que lo que vista parezca tener estilo. Como Lax, un amante de las antigüedades, suele usar corbatas anchas y trajes sin forma. Durante la entrevista, con su traje oscuro, su chomba blanca y sus gafas de marco negro, hace que una sala común de un hotel tenga glamour. El más mínimo gesto, desabotonarse el traje para sentarse o pedirle agua a un asistente con un gesto casual, es una lección de elegancia y sofisticación sin esfuerzo. El hecho de que sus sinapsis cerebrales también funcionen a todo motor (hace tres años coescribió un paper académico sobre el cerebro humano) puede disparar pensamientos de envidia, pero su tranquila presencia los disipa. Llegó a Atlanta para filmar Devil’s knot tres días después de terminar el rodaje de The Railway Man en Australia, y admite que la transición fue “muy extraña”. “Eran historias igualmente oscuras, en los dos casos estaba interpretando a una persona real, pero el desafío era bien diferente –dice–. En The Railway Man tuve que meterme en las memorias de otro, mientras que Devil’s knot es sobre un outsider que llega sin preconceptos y empieza a hacer preguntas. En el nivel emocional no era tan oneroso. Las dos historias tienen que ver con una verdad que es oscurecida, pero no me interesó tanto encontrar las coincidencias sino más bien las diferencias.”

Aunque está basada en un libro brillante de Mara Leveritt, Devil’s knot funciona mejor para quienes, como Firth, tienen poco o ningún conocimiento de esta enredada, terrible historia, y están listos para ser impactados por ella por primera vez. Quien haya visto Paradise Lost encontrará que no agrega mucho, y no solo porque Egoyan la filmó como un whodunit para televisión. Aunque Firth no está de acuerdo con ese concepto: “Atom no hizo un documental, pero levanta la pregunta sobre las diferencias entre ambas. Las dos cuentan una historia”. Berlinger y Sinofsky aparecen retratados en Devil’s knot, que –insiste Firth– plantea preguntas provocativas. “Todo este juicio fue filmado –observa–. Todo lo que dijo el juez, cada persona que estuvo en la corte, tuvo que ser consciente de que había cámaras y todos pretendían que no estaban allí. Con los realities aprendimos a ser buenos en el deporte del voyeurismo. Se ha vuelto convencional la mosca en la pared, creo que es algo absolutamente loco. Hay un momento de En la cama con Madonna en el que ella es seguida por una cámara a todas partes, y todos hacen como si no estuviera, hasta que Warren Beatty dice ‘¿Por qué nadie menciona esto? ¿Podés hacer algo sin una cámara cerca?’.”

Como Madonna, Firth también tuvo su toque de cultura pop en los ‘90, con su carrera definida por el personaje de Darcy en la versión BBC de Orgullo y prejuicio. Durante un tiempo pareció conforme en ese lugar de rompecorazones de drama histórico, antes de que Solo un hombre y El discurso del rey alteraran su percepción y a él mismo. Sus próximos proyectos parecen significar que está listo para darse un respiro de tanta seriedad y divertirse un poco. Sobre la comedia de Allen dice que “no puedo decir nada pero fue una gran experiencia, algo de lo que no fue fácil salir”. En su horizonte también aparece Kingsman: The Secret Service, una adaptación dirigida por Matthew Vaughn del comic de Mark Millar y Dave Gibbons, donde será un experimentado agente secreto que toma a un novato bajo su protección. Más de una vez se lo señaló como un potencial 007 y le atrae la imagen del letal superespía. Este año también le prestará su voz al oso Paddington en una película con actores reales sobre un personaje animado; aunque el personaje fue recreado con el sistema de motion-capture, Firth prefirió no hacer como Andy Serkis con Gollum, y se limitó a hacer lo suyo en el estudio de grabación.

¿Quién sabe cuándo o dónde Firth encontrará su próximo “hombre solo” o Bertie? Ya firmó contrato para interpretar al editor literario que condujo a Fitzgerald y Hemingway hacia la brillantez en Genius, el debut como director de Michael Grandage, y es probable que sea otro personaje que dejará cierto residuo. “Preguntar si es difícil sacudirse un personaje al terminar implica que uno quiere sacudirse los personajes –sonríe–. Y hay algunos que uno quiere que se queden dando vueltas.” El actor menciona su rol como Aston en The caretaker de Harold Pinter, y el George de Un hombre solo como los personajes que se quedaron más tiempo con él. “Está este irracional sentimiento de que esos personajes aún andan por ahí, en algún lado, y todavía tenés una relación con ellos”, dice, jugueteando distraído con su anillo de casamiento. “Sé que Tom Ford se siente igual con respecto a George. Sentís que querés encontrártelo y ver si está bien, aun cuando hayas visto la película... pero él nunca se fue, y yo no quiero que se vaya. Otros personajes desaparecen en cuanto te vas del set.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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En Devil’s knot, Firth es el investigador privado Ron Lax, que encuentra nueva evidencia en el caso.
 
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