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Jueves, 29 de septiembre de 2016

CINE › LOCA ALEGRíA, DE PAOLO VIRZì, CON VALERIA BRUNI TEDESCHI

Todo un festival de la bipolaridad

Como algunos partidos de fútbol de desarrollo cambiante y resultado imprevisible, Loca alegría es una película que hasta el último minuto (en los últimos minutos, sobre todo) resulta imposible predecir cómo va a seguir. No tanto cómo va a seguir en términos estéticos o argumentales –no es que se tire a la pileta de las grandes audacias cinematográficas– sino de calidad, de logros, de fidelidad consigo misma. Así, la película dirigida y coescrita por el toscano Paolo Virzì (en el último caso, junto a su colega Francesca Archibugi) oscila entre el colorismo psiquiátrico de Rey por inconveniencia o Atrapado sin salida y flashes de introspección en la locura de sus protagonistas. Con los que la siempre infalible Valeria Bruni Tedeschi y la por aquí poco conocida Micaela Ramazzotti colaboran enormemente.

Lo que une a Beatrice (Bruni Tedeschi) y Donatella (Ramazzotti) es una de las más probadas fórmulas de guión. Interna de una clínica psiquiátrica instalada en una propiedad de su adinerada familia, Beatrice se comporta como la niña malcriada que es, mintiendo, engañando y tramoyeando para lograr lo que quiere, ante la indulgencia del personal médico y paramédico. A Donatella acaban de traerla, luego de intentar ahogarse junto a su bebé de meses. Su aspecto dark no miente sobre su carácter depresivo: lo contrario de los aires de diva de Beatrice, a la que le gusta lucir vestidos de seda, grandes escotes y chales al viento. Lo contrario: ésa es la clave que las une. “Una Thelma & Louise a la italiana”, es la frase publicitaria con la que lanzaron La pazza gioia en Estados Unidos, demostrando que en todas partes se dicen tonterías a la hora de vender productos. Salvo que andar un rato en un descapotable rojo robado autorice a esa comparación.

Si la primera mitad de Loca alegría –presentada en la Quincena de Realizadores de Cannes– transcurre en el psiquiátrico, la segunda es en la ruta, con las chicas revisitando (otra fórmula de guion, que de a ratos funciona) a padres, madres y maridos. Reviviendo, en una palabra, sus vidas pasadas. Ya se sabe cómo es esto: actuar la enfermedad mental puede ser un viaje de ida al caretaje, si no se lo hace con sinceridad y compromiso con el personaje. Si se busca el lucimiento, el aplauso, el Oscar (el Nastri de Argento, en este caso). Lo de Bruni Tedeschi es un festival de la bipolaridad, en su faceta más maníaca. Intenta levantarse a un cura, tiene en su agenda el teléfono de George Clooney, se da aires, llama a las 2 de la mañana al juez que indicó su internación para acosarlo, se cuela en un rodaje, roba plata. La prueba de fuego de la casi desconocida Ramazzotti (casi, porque había aparecido en alguna otra película de Virzì, su marido) es cuando debe mirar a través de una verja, hacia un jardín. La pasa sobradamente: esas miradas no se escriben en los guiones.

6 - LOCA ALEGRIA

La pazza gioia; Italia, 2016.

Dirección: Paolo Virzì.

Guión: Francesca Archibugi y Paolo Virzì.

Fotografía: Vladan Radovic.

Duración: 118 minutos.

Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Valentina Carnelutti, Marco Messeri, Anna Galiena.

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