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Miércoles, 7 de marzo de 2012

TELEVISION › EL VUELO DEL GLOBO ROJO, DE HOU HSIAO HSIEN, POR I.SAT

La intervención de un clásico

El último film del cineasta taiwanés formará parte del ciclo Primer Plano, que presenta el escritor Alan Pauls. Se trata de una paráfrasis de El globo rojo, de Albert Lamorisse, en la que el director presenta varias líneas narrativas en estado embrionario.

 Por Horacio Bernades

Tal vez a raíz del comienzo de las clases, en marzo el canal I.Sat dedica dos de sus ciclos mensuales a los niños. A los niños como tema y como protagonistas, aunque no necesariamente como espectadores. Tanto Cortos I.Sat, que se emite los viernes a la medianoche, como Primer Plano –que va los miércoles a las 22 y repite jueves a las 13– se agrupan este mes bajo el título común de Especial Kids. Tres películas estrenadas en Buenos Aires en el último bie-nio y una inédita forman parte del ciclo de marzo de Primer Plano. Las estrenadas son Yuki & Nina, de Nabuhiro Suwa e Hippolyte Girardot (miércoles 14); La pivellina, de Tizza Covi y Rainer Frimmel (miércoles 21), y una menos vista, pero tan buena como el resto de los films del ciclo. Se trata de Stella, de la francesa Sylvie Verheyde, con el cantante Benjamin Biolay en una rara aparición cinematográfica (miércoles 28). La inédita es nada menos que El vuelo del globo rojo, último film del cineasta taiwanés Hou Hsiao Hsien hasta la fecha, presentado en su momento en Cannes y ganador del Premio Fipresci en la edición 2007 del Festival de Valladolid. Se lo verá hoy, como siempre con presentación del escritor Alan Pauls.

Nacido en 1947, Hou Hsiao Hsien es, junto con Tsai Ming-liang y el fallecido Edward Yang, uno de los tres puntales del renacimiento y radical modernización que el cine taiwanés experimentó hacia mediados de la década del ’80. Películas como La ciudad de la tristeza (1989), El maestro de marionetas (1993), Flores de Shanghai (1998) y Millenium Mambo (2001) hicieron de Hou uno de los nombres mayores de la contemporaneidad cinematográfica. Aunque se lo conoció en la Argentina gracias a ciclos de la sala Lugones y la programación del Festival de Mar del Plata y el Bafici, su única película estrenada aquí en salas comerciales fue Café Lumière. Hou homenajeaba allí al maestro nipón Yasujiro Ozu, filmando en Tokio una película que de algún modo lo parafraseaba. El vuelo del globo rojo lo muestra practicando una operación parecida, esta vez en París y gracias a un ofrecimiento del Museo de Orsay. Como harían poco más tarde en Las horas del verano, de Olivier Assayas, las autoridades del museo presentaron un único requerimiento: que al menos una escena transcurriera allí. Poco afecto a las concesiones, Hou eligió una escena colateral, que tiene lugar cerca del final y en la que la referencia al museo es apenas difusa. No cabe sorprenderse: si algo define el abordaje y estilo del realizador de Tres tiempos es justamente su carácter difuso y elíptico, y El vuelo del globo rojo no es la excepción.

La paráfrasis tiene por objeto esta vez a ese icono del cine poético-infantil que es El globo rojo, de Albert Lamorisse, estrenada en 1956. El corto de media hora devino largometraje de casi dos. En una y otra el protagonista, un chico de unos 8 o 9 años, tiene un poco habitual amigo imaginario: el globo del título, que, como una mascota, da la sensación de seguirlo, esperarlo y observarlo. Además de “abrir” la historia, ampliando personajes, situaciones y datos de contexto, se podría decir que Hou la “interviene”, echando mano de tres herramientas básicas de la modernidad cinematográfica: la subjetivización, la deconstrucción y la “puesta en abismo”. Simon, el protagonista, vive con su madre Suzanne (Juliette Binoche, teñida de rubio furioso), que se ocupa de él mientras busca resolver sus problemas. Especialista en el doblaje de marionetas, Suzanne está separada de su marido, un escritor que se mudó a Montreal, tiene como locatario a un guionista de cine (Hippolyte Girardot, actor de Reyes y reina y codirector de Yuki & Nina) que desde hace por lo menos un año dejó de pagar el alquiler y espera el inminente retorno de su hija mayor. Teniendo en cuenta que El vuelo del globo rojo es una de las pocas películas en las que Hou trabajó junto a un coguionista (en este caso el productor, François Margolin), lo del guionista que no paga tal vez pueda entenderse como broma interna o ajuste de cuentas.

Las autorreferencias abundan en El vuelo del globo rojo, a partir del momento en que Suzanne contrata a una chica china, Song, para que cuide de Simon. La chica no sólo comparte origen con el director, sino también profesión: viene de dirigir una película y prepara otra sobre... El globo rojo, de Albert Lamorisse. En algún momento, Song explica cómo se hace el truco para dar la impresión de que el globo tiene vida propia. Con lo cual Hou se comporta como un ilusionista (o marionetista, como Suzanne y como el protagonista de la previa El maestro de marionetas) y, a la vez, como el que desmonta el truco. Recurriendo al modo musical de la fuga, uno de sus favoritos, el realizador presenta todas estas líneas narrativas (la vida interior de Simon, su relación con el globo o invención de él, sus estudios de piano y las improvisaciones pianísticas de la banda sonora, la profesión de Suzanne y sus problemas típicos de mujer de mediana edad, la presencia de Song) en estado embrionario, como si barajara posibles desarrollos que elige no desarrollar, prefiriendo observar. Un modo de observación característico y de alta influencia en el cine contemporáneo, hecho de largos planos secuencia y con la cámara emplazada en una única posición, intentando ver desde allí todo lo que el encuadre (la realidad) muestra o deja ver.

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Simon, el protagonista del film, tiene un poco habitual amigo imaginario: el globo del título.
 
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