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Viernes, 16 de octubre de 2009

VIDEO › PAGINA/12 PUBLICA, CON LA EDICION DE MAÑANA, COMO UN PAJARO LIBRE

La Negra, símbolo y bandera

El notable documental de Ricardo Wullicher, con guión de Miguel Briante, toma como eje el concierto de Mercedes de 1983 en la cancha de Ferro, junto a unos jóvenes Charly García, León Gieco y Piero. Aquel encuentro marcó el rumbo que definiría su carrera posterior.

 Por Karina Micheletto

Hubo un punto de inflexión en la carrera de Mercedes Sosa, y tuvo que ver con su exilio. Lo que ocurrió en ese exilio doloroso, pero también enriquecedor en lo artístico, y lo que ocurrió al llegar al país, marcó el rumbo que definiría la carrera de la inmensa Mercedes, para siempre, la Negra. A su regreso, la cantante dejaría de ser una voz asociada a un género, para pasar a ser la voz justa, en el momento y el lugar justos: como sucede con los grandes. Un documento fílmico rescata un concierto emblema de aquel gran momento de la cantante que fue –es– la voz femenina de este país. Y resulta, también, un retrato posible de aquel gran momento de este país. Página/12 presenta con su edición de mañana ese documental histórico, Como un pájaro libre, que recorre el concierto de 1983 en la cancha de Ferro, junto a unos jóvenes Charly García, León Gieco y Piero, y también la historia de Mercedes, en primera persona.

El documental de Ricardo Wullicher, con guión de Miguel Briante, abre y cierra con la emoción de aquella cancha de Ferro repleta, colmada por un público mayoritariamente joven que canta, baila, salta, grita, como si frente a ellos estuviera pasando otra cosa, además de un concierto. Así era, efectivamente: la dictadura agonizaba, pero aún era una existencia concreta. Entre el público, y en los testimonios de la misma Mercedes, aparecen palabras que resuenan con peso específico: libertad, democracia, desaparecidos. Se va a acabar, se va a acabar, canta la cancha, a grito vivo. Y también: libertad, libertad. Mercedes, en ese contexto, resulta un símbolo poderoso. Una bandera.

Un repaso al repertorio de aquella noche resulta ilustrativo del lugar que ocupó la tucumana de allí en más: junto a “Zambita de los humildes”, de Armando Tejada Gómez y Oscar Matus –un tema que representa el punto de partida de Mercedes, el Nuevo Cancionero y la certeza de aquel “canto con fundamento” como guía– conviven “La maza”, de Silvio Rodríguez; “Como la cigarra”, de María Elena Walsh; “Grito santiagueño”, de Raúl Carnota; las telúricas “Polleritas”, himnos “revolucionarios” como “Cuando tenga la tierra” o la canción de Adela Gleijer y Diana Reches que da nombre al documental, y que ese mismo año dio nombre al disco de estudio que sacó Mercedes Sosa (con un repertorio diferente). Y los aportes del “palo rockero”, que en la voz de Mercedes pasarían a ser un mismo palo: “Sólo le pido a Dios”, con León Gieco, “Cuando me empiece a quedar solo” e “Inconsciente colectivo”, con Charly, “Soy pan, soy paz, son más”, junto a Piero.

Hay un momento clave en el relato de Mercedes, dentro de la entrevista que completa el documental. Allí la tucumana explica con sencillez y claridad, sin mayores pretensiones intelectualosas, el rumbo elegido: “En el ’81 fui a ver Submarino amarillo en España, y me admiré y me dio vergüenza de mí misma, por haber tenido el prejuicio de no verla cuando se estrenó –cuenta–. De la misma manera yo no había escuchado a Charly García ni a Nito Mestre. Indudablemente a ellos les debe haber pasado lo mismo con nosotros. El ser humano está lleno de prejuicios y preconceptos, y la falta de libertad no sólo se siente en la libertad colectiva, sino en la libertad mental de cada persona”.

Hay tres líneas conceptuales destacables en esta reflexión: la primera, sobre el efecto multiplicador en lo artístico que tuvieron en ella sus años de exilio. Miguel Grinbank (productor de este documental, de aquellos conciertos de Mercedes del ’83, y también de los míticos trece del Opera, en 1982) ilustraba la forma en que el exilio había incidido en la tucumana en una entrevista reciente a este diario: volvió fascinada con Stevie Wonder, ejemplificaba. Luego, Mercedes habla de prejuicios, pero hace una salvedad: “a ‘ellos’ les debe haber pasado lo mismo que a nosotros”. Y encuentra una explicación: tiene que ver con la falta de libertades, dice, y esto no sólo impacta en lo colectivo. En la historia de la música popular argentina caben reflexiones, aún no enunciadas completamente, a partir de lo social y lo político.

En la cancha de Ferro en la que vibra todo el campo, y todas las plateas, y las tribunas, Mercedes sale por el túnel de los jugadores, ovacionada –como una estrella de rock, podría decirse hoy, pero la frase no se ajusta al momento del concierto–. Allí está Mercedes, junto a Omar Espinosa en guitarra y José Luis Castiñeira de Dios en bajo eléctrico, el enorme Domingo Cura en percusión, sus jóvenes invitados: un León Gieco folk, un colorido Charly García (luciendo camisa hawaiana de época), un Piero fiel a sí mismo. En las tomas de estudio, se suman Nicolás Brizuela –guitarrista de años de Mercedes–, Oscar Alem, no en piano sino en contrabajo, y dos invitados especiales: Ariel Ramírez, con quien Mercedes formó sociedad en Mujeres argentinas, sumando su piano a “Alfonsina y el mar”, y un también joven Antonio Tarragó Ros, acompañándola con su acordeón en “María va”. Otro gesto fundante de Mercedes: asumir la música del Litoral, por entonces menospreciada como “menor”, junto a los que estaban haciéndola en tiempo presente en ese momento (Teresa Parodi sería otra de las que elegiría como compositora e invitada frecuente).

Como un pájaro libre también sigue a la tucumana en su regreso a Tucumán y en el relato de su historia: la pobreza de su infancia, el Nuevo Cancionero, “el triunfo”, “que llegó de una manera tan increíble como todo en mi vida”, la prohibición, el exilio, el papel del artista (“la toma de posición significa mucho para este continente”). Queda la caricia de la voz de Mercedes, en aquellos versos que seguirá cantando: “Como un pájaro libre, de libre vuelo, como un pájaro libre, así te quiero”.

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El film también sigue a la tucumana en su regreso a Tucumán.
 
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