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Miércoles, 19 de agosto de 2009

CINE

En busca del sentido total

La película ha despertado controversias y hay quienes la consideran neonazi...

Eduardo Grüner: –No es que la película sea neonazi. Más bien, si hubiera que ponerle una etiqueta ideológica, yo elegiría la de “liberal”: sus límites, en este sentido, pasan por construir una oposición entre el individualismo burgués y el “nazismo”, sin llegar a plantearse la potencial continuidad entre uno y otro. En todo caso, no importan mucho sus intenciones o sus efectos “inconscientes”. Es la realidad la que es “neonazi”. El individualismo competitivo exacerbado que en las últimas décadas ha sido la lógica misma de lo que Meszarós llama el “sociometabolismo del capital”, produce –muy particularmente entre los jóvenes de una pequeña burguesía despojada de ideales, y además en una sociedad con el pasado reciente de Alemania– una suerte de avidez por un sentido total que con mucha facilidad puede ser ilusoriamente colmado por la “falsa totalidad” perversa de algo semejante al nazismo. Esto ya lo habían visto lúcidamente Adorno y Horkheimer apenas terminada la Segunda Guerra: la misma “racionalidad instrumental” del tardocapitalismo solicita que sus “agujeros” de significación sean llenados por un Mito del Líder y la Comunidad que muy bien puede ser sangriento. La película abre esa interrogación, sin necesariamente dar una respuesta definitiva. Es el espectador el que debería pensar todas las consecuencias de la pregunta.

Jorge Palant: –Considerarla “neonazi” me parece exagerado. Parecería querer advertir sobre el estado de latencia de ciertos movimientos centrados en una política que hace de la oposición el lugar de un obstáculo a disolver, no importa por qué medios. El crimen posible, como escena final, da cuenta de esto. El neonazismo como tal tiene su lugar en distintas sociedades de Occidente. Basta ver cada tanto sus banderas, sus homenajes, sus brazos levantados. Puede estar estimulado en estas épocas de giro a la derecha y a la ultraderecha en Europa. Ha estallado, sí, como dispositivo político, como técnica de criminalidad masiva, como terrorismo de Estado en las dictaduras del Cono Sur durante la Operación Cóndor, previo pasaje por Argelia. Con las diferencias del caso, anida en el núcleo de las xenofobias y las diferentes maneras del racismo de nuestros días.

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