En septiembre del año pasado, la Featured Artist Coalition le pidió al gobierno inglés que abandonara la idea de cortarle el servicio de Internet a quienes bajaran música ilegal. Los voceros del reclamo fueron cuatro integrantes muy famosos de la agrupación: Nick Mason (Pink Floyd), Ed O’Brien (Radiohead), Dave Rowntree (Blur) y Billy Bragg. Poco tiempo después, Lily Allen les salió al cruce con un texto en el que decía que probablemente la descarga ilegal no fuera un problema para ellos, que manejan Ferraris y llenan estadios. “Para los nuevos talentos, en cambio, el intercambio de archivos es un desastre, y hace que cada vez sea más difícil que emerjan nuevos talentos”, escribió la cantante.

Banks, que es el encargado de pelear contra el intercambio de archivos, asegura que los artistas tienen el derecho de hacer con su música lo que quieran: “Radiohead, por ejemplo, tuvo una larga relación con EMI y cuando dejó la compañía decidió hacer las cosas de otro modo (para bajarse legalemente In Rainbows, su último disco, uno decidía cuánto pagar). Pero está bien, uno puede cambiar de punto de vista, intentar modelos de negocios distintos, llegar de otras maneras a la gente. Pero hay cuatro millones de bandas en Myspace. ¿Cuántas van a lograr seguir adelante sin el apoyo, la inversión y el conocimiento del negocio de las compañías discográficas? Por eso necesitamos proteger esas inversiones”.

–Ahora los artistas pueden cambiar de opinión, antes la tecnología no les permitía hacerlo.

–Supongo que ésa es una de las grandes cosas que tiene Internet: tanto las compañías como los artistas, managers, periodistas, tienen la oportunidad de investigar otros modelos de negocios. Algunos funcionarán, otros no, pero está la posibilidad y todos tienen ese derecho. Una banda como Radiohead, con una carrera exitosa detrás, quizás está en una posición de intentar lo que hizo, pero otras puede que no. Lo que hizo Radiohead fue buscar una oportunidad de negocio, igual que lo que hacen las compañías.