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Lunes, 26 de abril de 2010

PRESENTACIóN DEL LIBRO SUMO POR PETTINATO

“Todos éramos muy raros”

El músico y conductor de Un mundo perfecto dice que lo escribió para poner las cosas en su lugar. “Querían enseñarme a mí cómo fue la cosa”, provoca. Pettinato contó anécdotas jugosas y relativizó con sus recuerdos la imagen idealizada de Luca Prodan.

 Por Facundo García

Antes de que Luca fuera leyenda, antes de que llegaran las luces del cine y se dispararan las ventas de discos, hubo una banda under que tocaba donde otros no se atrevían, con el caos como rutina creativa. Sumo por Pettinato –que editó Random House Mondadori y se presentó el sábado en la Feria del Libro– recuenta andanzas de aquella época tan mitificada, armando el puzzle de un fenómeno musical que brilla más cuando se lo revisa en las palabras de quien fuera uno de sus protagonistas. Si encima el que va a relatar lo ocurrido entra zapateando como un Elvis de las pampas, queda claro que algo de aquella locura sobrevive y aún pide ser escuchada.

En efecto, Pettinato ingresó a la sala Borges interpretando una mezcla de malambo con danza de avestruz en celo. Inmediatamente ironizó sobre el Bicentenario, como si quisiera ahuyentar la sensación de que lo que estaba por hacer era hasta cierto punto un recuento histórico. En conversación con Fernando García, el músico confesó que ni él ni sus compañeros fueron conscientes del fenómeno que estaban pariendo cuando empezaron a ensayar: “Recién al regresar de España empecé a ver graffiti que decían ‘Luca Vive’ y me pregunté si realmente estarían dedicados al pelado. Me parecía rarísimo”. Hoy no hay borracho de Buenos Aires que no jure haber tomado una ginebra con Prodan, y por eso el testimonio de alguien que realmente estuvo ahí es doblemente valorable. “Originalmente el libro iba a llamarse Yo estuve ahí y vos no. Suena medio agresivo, lo sé, pero era increíble la cantidad de gente que pretendía enseñarme a mí cómo fue la cosa”, provocó de arranque la figura de la noche.

“Ojo, yo aclaro que lo que puse no es la verdad absoluta, sino lo que recuerdo. Para serles sincero, he comprobado que cada uno se acuerda de modo diferente”, siguió el músico. “Una cosa es segura, y es que éramos raros. Cuando estábamos grabando nuestro primer disco, por ejemplo, Diego Arnedo se me acerca, baja la mirada y me dice a media voz: `Che, ¿vos viste el cinturón que tiene el técnico que está en la consola? Es de cuero marrón. Um...y tiene mocasines... este tipo no nos va a entender`. Y fue tal cual. Brown shoes nos volvió locos. Hacíamos esa clase de diagnósticos, y a lo mejor en la mitad caía Luca con el grupo de folklore Los Trovadores y los ponía a grabar los coros del ‘El reggae de paz y amor’. ¿Se entiende más o menos cuál era el clima?”

El conductor de “Un mundo perfecto” es un narrador excepcional. Las escenas que incluyó en su texto le brotaban naturales, íntimas y prolijas frente al micrófono; con una lucidez que está en las antípodas del mambo mental que parece haber sido el denominador común de los ochenta. “Al terminar Llegando los monos –rememoró el ex muchacho de dos barbas– nos quedamos con Luca en el estudio, escuchando lo que habíamos grabado. Luca me dijo: ‘Che, qué bueno quedó esto’, Yo coincidí. Transcurrió un rato y cada vez nos gustaba más lo que oíamos. En eso entró un técnico y nos pidió disculpas: ‘Perdonen, esa no es la grabación de ustedes’. ¡Habíamos estado escuchando como veinte minutos del grupo Fricción y creímos que éramos nosotros!”

También se coló cierta nostalgia por las pilas que ponía aquel manojo de locos en su lucha por vivir de la música. “Convencíamos a los dueños de los boliches. ¿Cómo? Mintiendo. Luca agarraba la viola y se mandaba con canzonettas napolitanas, o con temas de Harry Belafonte. Con eso disimulábamos, y obviamente al toque encajábamos nuestros temas”, admitió el polifacético ex Sumo. A pesar del esfuerzo, el bardo cósmico los perseguía. “Eramos muy desorganizados. Soda Stereo ya usaba perfumes caros y le había puesto a cada uno de sus integrantes un potus en la cabeza. En cambio a nosotros las fans nos tenían que manguerear antes de abrazarnos. A pesar de eso, Luca intuyó algo que era cierto. El me repetía (léase con “voz de Prodan”): ‘Nosotro vamo a ir al conurbano, a todo eso lugare donde no va ninguno de esto puto’. Esa es la razón por la que tanta gente nos vio aunque no vendiéramos muchos discos”, reconoció el hombre que por entonces usaba mamelucos anaranjados.

De la serie de anécdotas se desprende que la energía que emanaban Prodan, Daffunchio, Arnedo, Mollo, Troglio y Pettinato venía ante todo de una manera de vivir. El propio Pettinato lo sabe bien, porque estuvo siete años metido en la vorágine, fue responsable de las tapas de los discos y les puso letra a canciones tan emblemáticas como “No sé lo que quiero pero lo quiero ya” y “Los viejos vinagres”. “Para poder comer teníamos tres formaciones –enumeró–. Estaba Sumo, la Hurlingham Reggae Band y Sumito, que era para espacios muy chicos. La cagada fue que cuando llegamos a la CBS el que estaba a cargo nos avisó que no le gustaba Sumo, sino la Hurlingham. Yo le sugerí –siempre mintiendo– que hiciéramos la mitad del disco de Sumo y la otra de reggae. Y lo convencimos.”

Desde luego que si se habla de Sumo tarde o temprano retorna el fantasma de su vocalista. El frontman que pinta Pettinato, no obstante, está bastante lejos de la estampita idealizada que reparten muchos. En 1987, durante el recital de The Cure en Buenos Aires, el autor y Prodan trataron de llegar hasta las carpas donde estaban los británicos para darles un casete y mostrarles lo que hacían. Pero se estaba armando lío en el concierto y la policía creyó que la dupla de Sumo estaba en actitud sospechosa, así que les largó los perros. “Como de costumbre yo estaba con mi mameluco naranja, que evidentemente es la cosa que más enfurece a los doberman. Le grité a Luca que corriéramos y tratáramos de traspasar una reja. Ya estábamos a metros de entrar a la carpa donde descansaban los The Cure y de golpe Luca se para en seco y me dice: ‘Mejor no, quedémonos acá’. Le contesté `¡Pero Luca, estamos a segundos de que una jauría de perros policía nos devore los testículos!`. Y él: ‘No, es que yo salí con la novia de Robert Smith y si me ve se va a enojar’. ¿What? La verdad, nos mentía bastante, y hay cosas que nunca vamos a saber si fueron ciertas”, concluyó el rocker.

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Pettinato ofreció una pintura de sus locos años ‘80.
Imagen: Vera Rosemberg
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