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Sábado, 17 de enero de 2015

TEATRO

El impulso reactivo

Otro estilo de vida no es un ensayo a favor del trío amoroso. Nada de eso. “No es que si por ley se habilitara el trío todos tenemos que establecer tríos. Mi naturaleza, por ejemplo, hace que los tríos no encajen en mi vida. A mí me enamora alguien y tengo toda mi naturaleza puesta en esa persona, no la puedo bifurcar. Pero puedo aceptar que haya gente que tenga otras prácticas de vida”, detalla Estévez. La obra, en todo caso, se propone respetar las libertades y sentimientos individuales por sobre los mecanismos culturales. “Estamos en una época en la que en lo sexual y amoroso todo está más habilitado, al menos en la sociedad occidental. ¡Pero andá a Afganistán! Generalizar es absurdo. Aunque el ser humano siempre tiene una tendencia a la reacción. Hay un impulso reactivo. Incluso la gente muy disipada guarda en su interior una estructura muy armada, y necesita esa reacción o contrafobia para poder liberarse. Es como el que toma alcohol para desinhibirse. Bueno, pasó acá. Después de la dictadura, hubo un estallido de todo lo que era la creatividad más alternativa, más reactiva”, subraya la actriz.

–Creer que es mucho más fuerte lo que cada individuo siente, que aquello que se impone desde la cultura, es tener una visión optimista del ser humano. Pero es verdad que a todo régimen totalitario le sobrevino una revolución.

–Tal cual. El control y el dominio son dos cosas diferentes. El control presupone siempre tensión, y tarde o temprano se quiebra, colapsa. En cambio, el dominio es encauzar, fijarse por dónde se va y en esa corriente conducir uno su propia vida. Ese es el equilibrio que uno busca. En estado puro, creo que todos seríamos muy capaces de tener absoluto dominio. El problema es que estamos encorsetados por la educación. La educación es el elemento más organizador y coartante. Es necesaria, pero coarta las libertades, la creatividad y la singularidad. La educación va en detrimento de la singularidad. La educación uniforma y masifica. Es organizadora, pero muy coartante. Se podía organizar de otra manera, si usáramos el cerebro para ocuparnos de cosas menos tangibles. A los chicos que están en el colegio, en clase de dibujo no los dejan hablar. Creo que deberían poder hablar, bailar y cantar. La educación es verticalista y el instructor se sitúa por arriba de los alumnos para aleccionarlos y aplastarlos, y no debajo para sostenerlos, que debería ser el rol de cualquier educador, padre o tutor.

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