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Jueves, 1 de noviembre de 2007

¿ERA NELLY OMAR LA PROTAGONISTA DEL TANGO?

El famoso misterio de Malena

Los tangueros, se sabe, son entusiastas cultores del anecdotario, del dato puntual muchas veces difícil de chequear, contradictorio o imposible a la luz del cotejo histórico. Alrededor de la protagonista de “Malena”, una de las obras más célebres de Manzi, con música de Lucio Demare, se tejieron mil y una historias, como corresponde a la tradición del género. Que fue Azucena Maizani (la primera en grabar el tango), que fue Mercedes Simone, que fue alguna corista del Maipo, que fue una cancionista a la que Manzi escuchó en algún cabaret de México, o quizá Brasil... Sin embargo, la versión que parece más fuerte apunta a Nelly Omar, con quien Manzi mantuvo durante años una relación amorosa oculta. La misma Nelly Omar comenzó a admitir hace poco lo que durante años fue un secreto compartido por amigos: “Yo soy Malena”. Según reconstruye Horacio Salas en su biografía sobre Manzi, en realidad el poeta habría escuchado a una cancionista llamada Malena, en un lugar geográfico que no queda claro del todo, que le habría hecho acordar a Nelly Omar.

En su libro, Salas incluye una valiosa entrevista a la cantante, del año 2000: “Conocí a Homero en el año 1938 –cuenta Nelly Omar–. Yo cantaba en Radio Splendid y él escribía el libreto del programa y leía unas glosas. La verdad es que me festejó desde el primer día. Yo era muy tímida y ni me le acercaba, pero él continuó llamándome y buscándome a lo largo de cinco años. Yo estaba casada con el doctor Antonio Molina, pero nuestro matrimonio había sido un fracaso y nos llevábamos muy mal. Finalmente, en 1943 decidí separarme. Mi hermana Gori durante mucho tiempo me decía: ‘¿Por qué no te divorciás, si Homero es una buena persona y se nota que te quiere en serio? Escuchalo’. Estuvimos juntos desde entonces hasta su muerte, pero nunca convivimos, por más que planeamos varias veces casarnos por México o por Montevideo (...) Ya habíamos decidido comenzar nuestra vida en común, a pesar de que Homero sufría por miedo a hacerle mal a su hijo, al que quería muchísimo, cuando después de un viaje a la ciudad de Lincoln, donde permaneció algún tiempo, comenzó a sentir las primeras molestias. Era el día de Navidad de 1946 cuando, después de visitar al médico vino a casa, a las once de la noche, y me dijo que tenía cáncer, pero que lo iba a pelear hasta último momento, como en realidad lo hizo. Con la enfermedad ya no hubo tiempo de pensar en nosotros, lo único importante para mí era que él mejorara”.

“En los años que estuvimos juntos, debido a nuestra situación, tuvimos muchos desencuentros, no voy a negarlo, y cada vez que estábamos separados él me escribía tangos, que era su manera de comunicarse, de decirme que me extrañaba. Me escribió muchos: ‘Fuimos’, ‘Solamente ella’, ‘Después’, ‘Torrente’, y otros que ahora no recuerdo. Pero todos sus amigos sabían que era la destinataria de sus versos. Y tarde o temprano volvíamos a reunirnos...”

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