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Martes, 12 de febrero de 2008

MUSICA

Un marciano con Piazzolla

La primera vez que Mosalini se cruzó con Piazzolla, uno de sus mayores referentes, tenía 16 años. “Lo conocí en un asado en José C. Paz, el barrio donde yo vivía. Había una barra de petardos, liderada por un abogado que estaba muy metido en la noche. El tipo conocía a la mitad más uno... se paseaba por Michelangelo, El Viejo Almacén, Caño 14 y hacía asados en su quinta, hasta que una vez enganchó a Piazzolla y a Ferrer. Yo aparecí con el bandoneón encima, porque era número puesto en los asados... no hubo espacio para tocar ahí, pero alguien dijo: ‘La última la hacemos en La Positiva’, un boliche rasposo que estaba frente a la estación de San Miguel. Recién ahí, Astor dio cuenta de mi presencia: me vio con el fuelle en la mano y me dijo: ‘¿Vos tocás el bandoneón? ¡Sos un marciano!’. Y me hizo tocar”, cuenta. Con el tiempo comenzaron una relación casi familiar. “José Bragato, su copista, me hizo la mano para que fuera a Tucumán 676, donde Astor arrancaba con el quinteto, y a partir de ahí me pegué. Iba a los ensayos, hablaba con él, conocí a Diana, su hija... Para nosotros, Astor era Dios.”

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