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Viernes, 7 de marzo de 2014

Darío Sztajnszrajber *

1 Claramente el embarazo: la sensación del extraño invasor que al mismo tiempo es uno mismo. Lo propio y lo extraño siendo lo mismo y diferente, y todo eso en uno. Por otro lado, y en su ambigüedad, la posibilidad de crear un punto de vista divergente, en especial por haber sido la mujer incorporada al discurso único del hombre. Envidio sobre todo cierta sensibilidad que entiendo tiene más que ver con la imposibilidad de quebrar cierto modelo de hombre que se ha impuesto en la historia.

2 Creo que la historia misma del sojuzgamiento del otro en Occidente se cuenta desde ese lugar de pretensión ambigua que hace de la mujer alguien al mismo tiempo necesario pero inferior. Más que una incomodidad es la certeza de saberse siendo parte de una cultura partida donde el hombre ejerce un poder hegemónico. Ese “saberse”, esa sensación de lidiar permanentemente con una facción que ejerce su poder sobre los cuerpos, creo que es lo que más me impactaría.

3 Tal vez lo más notorio es cierto lugar servil en el que se dispone a la mujer, a partir de la máxima según la cual la mujer se alinea más con lo doméstico. Desde ese lugar, hay muchas situaciones de la vida cotidiana donde parece consensuado que la mujer realice ciertas tareas más ligadas a la economía familiar y el hombre, cual cazador y recolector, retorne y sea atendido. Obviamente, lejos estamos de esos tiempo, pero hay una matriz que permanece. Ese es un lugar clave para destrabar.

4 Me pasa que teniendo tan presente el tema desde lo filosófico, intento permanentemente correrme de toda situación donde irrumpa algún tipo de violencia. Creo que hay algunas cuestiones más de organización de la vida familiar donde me cuesta entrar en otro tipo de orden y así negar o relativizar algunas propuestas que me terminan pareciendo o muy obsesivas o demasiado implicadas, y calculo que en algún lugar subconsciente asocio con lo femenino.

5 Es obviamente una decisión de la pareja, pero hay un punto, casi llegando al límite, donde indefectiblemente el cuerpo es el de la mujer. Creo que deliberativamente se trata de una cuestión de la pareja, pero ontológicamente se trata del cuerpo de la mujer. En esa tensión sólo queda el diálogo abierto a partir de las diferencias, si las hubiere, para emprender una decisión de interrupción del embarazo.

* Filósofo, profesor y conductor de ciclos televisivos en Canal Encuentro. Actualmente realiza el espectáculo Desencajados (filosofía + música) en el Konex

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