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Lunes, 7 de junio de 2004

FúTBOL

La pelicula del partido

Expulsión. Pareció que sería la jugada que marcaría un quiebre en el juego, pero finalmente no tomó trascendencia. Tras un pase corto de Tevez, Ortiz lo cortó desde atrás a Mascherano y recibió su segunda tarjeta amarilla. Ya lo había bajado dos veces muy fuerte a Tevez, por lo que la roja fue justa. Con un jugador menos, Paraguay acentuó su postura especulativa, pero lo hizo con orden y amor propio.

Insultos. “Y pongan huevo, la p... que los parió.” Corrían casi veinte minutos del segundo tiempo y desde la Centenario bajó el grito-exigencia, que se extendió al resto de la cancha. Casi de inmediato cambió el destinatario de los insultos. “Andate Bielsa, la p... que te parió”, fue el nuevo hit, aunque no duró mucho.

Corazón. A medida que transcurrían los minutos, las ideas le dieron paso al amor propio. Y como siempre, Sorin fue una de las banderas en ese sentido. Ubicado como nueve, el defensor del PSG casi llega al gol del triunfo, a los 70 minutos, con una pirueta espectacular, que se fue muy cerca del palo derecho de Villar. Había recibido un centro del Kili González, que un instante antes había estado muy cerca de batir al arquero paraguayo.


Contramano. A lo largo de todo el encuentro, Crespo quedó fuera de foco respecto de lo que proponían sus compañeros. A diez minutos del final, en una de las últimas chances para convertir, el anticipo con los puños que le hizo el arquero Villar ante un buen centro de Tevez es una muestra clara de lo que sucedió durante toda la tarde. Siempre a contramano. El 9 nunca encontró su ubicación, ni cuando se metió en el área ni cuando bajó para buscar la pelota.


Impotencia. La imagen de invulnerabilidad del fondo paraguayo se tornaba cada vez más exasperante. Entonces, con el ingreso de Rosales, el recurso casi exclusivo de ataque fueron los centros. Allí, la imagen repetida de un zaguero paraguayo ganando en lo alto se transformó en una marca registrada.

Desencanto. La resignación por el resultado fue evidente. Sin embargo, fue muy extraña la reacción de los hinchas con respecto al equipo. Primero, a lo largo del partido siguieron el desarrollo casi con indiferencia, sin alentar, salvo en pasajes muy contados. Luego, en la despedida, el público también fue ambiguo. Algunos silbidos, unos pocos aplausos, silencio mayoritario. Todo con el contexto que le dieron el festejo de los 6 mil paraguayos.

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