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Domingo, 12 de diciembre de 2010

La tierra elegida

Reconocida crítica, docente e investigadora de la literatura argentina, Cristina Iglesia publica su primer libro de ficción en el que despliega una intimidad familiar junto al río, un bienvenido libro tan delicado como fluido.

 Por Martín Kasañetz

Este libro de relatos indica sobre su autora en su contratapa: “Cristina Iglesia tenía previsto nacer en Corrientes pero nació en Buenos Aires en 1944, por indicación de los médicos de su madre que confiaban en los adelantos de la Capital para afrontar un parto difícil”, y luego agrega: “Desde sus primeros días hasta 1967 vivió en Corrientes”. Este posible exceso de información personal está justificado: la gran mayoría de los relatos de este libro abarcan el universo infantil y adolescente de la vida en su Corrientes natal. La aclaración parece intentar diferenciar el nacimiento real en la Capital y el comienzo de la vida –como formación– junto a los bellos paisajes de ese ambiente de provincia creando una suma de condiciones que transportan al lector a los momentos fundacionales de la vida.

Corrientes detalla a través de breves relatos, un territorio de descubrimientos e inocencia en ocasiones protegido por la coraza de lo familiar que se combina con el principio del amor, la juventud y la militancia, en donde las primeras sensaciones comienzan a forjarse como la construcción del pasado y la memoria.

Por medio de la visión de sus personajes, el lector descubre la atmósfera de un paisaje agreste y fluvial, siempre atravesado por islas, que más allá de ser un escenario, actúa manteniendo su presencia –como un narrador omnisciente– aun en los relatos que suceden fuera de ese lugar. Esta asociación surge debido a que ese contexto ha sido incorporado hábilmente desde el comienzo logrando sostenerse a lo largo del texto.

Este paisaje determina, de una u otra manera, la mayoría de las situaciones que se detallan en los relatos. En especial las que tienen que ver con lo atípico. Los sucesos fuera de la rutina parecen ser los que transmiten un permiso para explorar la interioridad de los personajes: “A veces, en pleno verano, la siesta se ponía fresca después de la lluvia. Era como un pequeño milagro ese momento y había que vivirlo con intensidad (...) en esas siestas, mi madre dormía poco y se levantaba (...) Eramos felices, allí las dos, sin hablarnos, leyendo cada una su lectura privada, no compartida”. Esta intimidad, en que el texto nos introduce, no escapa a la exploración de las primeras nostalgias y de la sensibilidad a través del dolor de las ausencias. En uno de los textos se demuestra, por medio de un relato exquisito, los sentimientos, absurdos pero reales y valederos de dos niñas: “Entonces, alguna siesta, en medio del juego más divertido, una se quedaba mirando detrás de los árboles y enseguida la otra también miraba empecinadamente hacia allí (...) Entonces la que había mirado primero suspiraba despacito, con suavidad, y enseguida la otra también lo hacía (...) y lográbamos ponernos tristes y llorosas y entonces dejábamos el juego sin terminar y empezábamos, de a poco, a sentirnos más livianas y reconfortadas porque teníamos nuestra propia cuota de desgracia ganada limpiamente...”.

Cristina Iglesia es crítica, docente e investigadora. Ha publicado La violencia del azar. Ensayos sobre literatura argentina (2003); Islas de la memoria. Sobre la autobiografía de Victoria Ocampo (1996) y, en colaboración, Cautivas y misioneros, mitos blancos de la conquista (1987). Ha compilado y prologado Letras y divisas. Ensayos sobre literaturas y rosismo (1998) y El ajuar de la patria. Ensayos críticos sobre Juana Manuela Gorriti (1993).

Este libro –el primero de ficción de Iglesia– introduce suavemente al lector en el fluir de ciertas historias que, siempre acompañadas por el constante devenir del río, por momentos nos recuerdan a la literatura de Haroldo Conti, ya que transcurren en una región determinada con fuertes características que impactan en sus personajes. Lugar quizá no elegido para nacer, pero sí por su autora para pertenecer.

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Corrientes. Cristina Iglesia Beatriz Viterbo Editora 128 páginas
 
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