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Lunes, 13 de febrero de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › UN AMOR, DOS DESTINOS, DE LASSE HALLSTRöM

Sobre historias inconclusas

 Por Leandro Arteaga

Un amor, dos destinos. 8 puntos

(Un Unfinished Life) Alemania/EEUU, 2005

Dirección: Lasse Hallström.

Intérpretes: Robert Redford, Jennifer Lopez, Morgan Freeman, Josh Lucas, Damian Lewis, Camryn Manheim.

Duración: 107 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Village, Showcase.

Un unfinished life ("una vida sin terminar"), título original de este film, es la frase de despedida que acompaña la lápida del joven hijo de Einar (Robert Redford). Cowboy de vida solitaria, Einar pasa sus días en Wyoming cuidando de Mitch (Morgan Freeman), quien yace en una cama tras las heridas que un oso le provocara.

La rutina de los días será interrumpida por la imprevista visita de su nuera (Jennifer Lopez) y su nieta. Abuelo y nieta nunca habían sabido el uno del otro. Y es esa situación la que permitirá, desde el conocimiento incipiente, la confidencia mutua y el recuerdo del hijo fallecido, replantear la vida de Einar, tanto hacia los demás como también hacia sí mismo.

Son distintas las aristas que irán confluyendo en un mismo cauce. La relación entre Einar y su nuera es difícil, dado que él no puede dejar de responsabilizarla por la muerte de su hijo. Lo que se suma a la convivencia forzada que deben sostener, a partir del maltrato de pareja del que ella viene huyendo.

Desde estos lugares, Un amor, dos destinos hilvana su relato alrededor de la transición en la que Einar se debate. Las cicatrices dejadas por el oso, para siempre, en el cuerpo de su amigo son expresión, también, de la herida que la muerte del hijo supone. El oso, a su vez, será el fantasma que sabrá cuándo aparecer y cuándo, también, desaparecer.

Casi como si fuese un guiño hacia el argumento de El secreto de la montaña, de Ang Lee, no falta una escena en la que, divertidamente, Einar y Match responden a las inquietudes que la convivencia de ambos le genera a la niña.

Realizador también de las notables ¿A quién ama Gilbert Grape?, Las reglas de la vida, y Chocolate, Lasse Halström continúa en este film su gusto por las historias sencillas, en donde las relaciones humanas conocen sus problemas de convivencia.

Tal vez el modo de plasmarlo pueda volverse, al menos en algunos aspectos de este film, algo ingenuo (dada la supuesta necesidad de no dejar, en el cine norteamericano, ningún nudo argumental sin resolver), pero la sinceridad y el buen hacer que Un amor, dos destinos demuestra son aspectos para valorar y privilegiar.

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El personaje de Redford cuida a Freeman, herido por un oso. La visita de la viuda del hijo muerto desata el conflicto.
 
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