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Domingo, 14 de enero de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS

Alrededor de los daños que pueden causar esos feos ruidos molestos

Hoy hablamos del silencio, de Graciela Ballestero indaga sobre
la paradoja de la incomunicación que genera la hipercomunicación en medio de una accidentada conferencia sobre el mismo tema.

 Por Julio Cejas

El Grupo "Rosarioteatro", uno de los pocos elencos que se le anima a la cartelera veraniega acaba de estrenar en La Muestra (San Luis y Juan Manuel de Rosas) su espectáculo humorístico Hoy hablamos del silencio. Como lo viene haciendo desde sus inicios, "Rosarioteatro" indaga sobre la creación literaria de algunos autores reconocidos como en Igualita a mi mamá de Alma Maritano, o retrabaja textos del grupo como en Mamaniáticas de Mariela Feugeas y Mónica Toquero. En esta oportunidad el grupo rescata un texto inédito de la escritora rosarina Graciela Ballestero interpretado por la actriz Mariela Feugeas, con la dirección de Mónica Toquero. La propuesta que cuenta además con la participación de las actrices María Rosa Vazzano y Lucrecia Bonfils, quienes alternan el rol de la madre, adopta el formato de una "Conferencia sobre el silencio" a cargo de la Licenciada Natacha Gómez de la Serna.

Este itinerario dramático no puede dejar de asociarse con un clásico del siempre vigente Antón Chéjov, el célebre monólogo "Sobre el daño que causa el tabaco", donde el protagonista intenta dar una conferencia pero el tema se deriva en una serie de enredos que le impiden llevar adelante su cometido.

En el caso de Hoy hablamos del silencio la pretensión por parte de la conferencista, de llevar adelante una proclama en contra de la contaminación sonora y sus efectos nocivos, se cruza con el tema del silencio como sinónimo de censura. En la conferencia de la licenciada Gómez de la Serna, las interrupciones tienen que ver con su vida privada cruzada por múltiples lazos familiares y sociales que se harán presentes en la fallida exposición a través de los infaltables celulares.

Por más que la conferencista intente establecer un fluido diálogo con su auditorio para convencerlos acerca de su teoría, las estridentes apariciones de los celulares alcanzarán un protagonismo que irá introduciendo al público en la atribulada vida de Natacha.

En primer plano la figura de la madre ocupará gran parte del espacio de la conferencia, llamando incesantemente para consultar a su hija acerca de la receta de una torta o bien para contarle chismes que comprometen la intimidad de la licenciada a la que incluso confunde con otra persona.

De la mano de ensordecedoras cortinas musicales que identifican la característica de los que llaman, irán apareciendo entre otros, Chucho un novio medio torpe, un amor francés, Gabriela una amiga del alma, y un profesor español que reclama sus ensayos sobre Acústica.

En otro momento del espectáculo la protagonista se propone como candidata a Senadora en las próximas elecciones y transforma la conferencia en un acto político donde ofrece diversos productos y servicios al estilo de "Llame Ya".

Aquí el espectador habitué de los espectáculos de teatro-bar locales, no podrá dejar de evocar a aquel exitoso unipersonal de la actriz Andrea Fiorino: El Discurso, donde se parodiaba precisamente el discurso de una candidata política a punto de ser elegida. En este caso, la autora Graciela Ballestero se permite algunas reflexiones que conectan el tema del silencio con la tristemente célebre frase "el silencio es salud" que acuñaron los responsables de la dictadura militar argentina.

La Licenciada se cuida muy bien al citar esa frase como consigna de su campaña para que no se confunda con el "silencio de los silenciadores".

La figura de los silenciadores aparece obstinadamente en todo el espectáculo a través de una perturbadora voz en off que le advierte a la protagonista que está siendo escuchada.

El espectáculo se sostiene en muchos momentos a partir de la creatividad de Mariela Feugeas quien despliega una energía por momentos desbordante para fortalecer un texto que no siempre produce el humor justo y que debería revitalizarse en las inflexiones de tono dramático. En todo caso el rol de la dirección podrá explorar los matices dramáticos de la actriz para que los estereotipos no sean demasiado marcados y el desborde más contenido. Justamente aprovechar la consigna del silencio a la que hace alusión la obra para generar más expectativas en el espectador y dejar que las pausas y la gestualidad llenen el espacio con la misma carga con que lo hace el despliegue de carteles al comienzo y al final del espectáculo.

La aparición de la madre de Natacha, independientemente de la creación que hace de ese personaje la actriz Lucrecia Bonfils, se torna demasiado obvia y no aporta mayores sorpresas en las últimas apariciones.

La propuesta pareciera estar a mitad del juego de humor necesario para divertir al espectador de un teatro-bar y cierta pretensión de poder transformarla con algunos ajustes en una comedia dramática.

Hoy hablamos del silencio retornará a principios de marzo, cuando el elenco retorne de su gira por la costa atlántica.

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Mariela Feugeas, como la licenciada Gómez de la Serna. La actriz despliega gran energía para fortalecer el texto.
 
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