rosario

Sábado, 4 de septiembre de 2010

CONTRATAPA

La escritura diminuta del mundo diminuto

 Por Miriam Cairo

DIASPORA

Sacar la realidad del lugar de la realidad. La palabra del lugar de la palabra. El sexo del lugar del sexo. El género del lugar del género. Y ponerlos en el territorio imperceptible. Colocarlos en el escalafón de la leche materna. Milagro que no existe hasta que no bebemos. Colocar todo bien lejos, para empezar a ver algo más de lo que creemos. Sütra escritura. Käma Sütra sensorial. Sütra verbal. Rayos en puntas de pie sobre la diáspora.

MIGRACIONES

A las culonas se les acabaron las palabras. Se comunican como sordomudas con las manos. No guardan más el lugar en sus cosas. Sólo buscan movimiento. ¿A dónde van las partículas con probabilidad de existencia nula? Las culonas son una experiencia de migración del tiempo, del lugar y de otras cosas. Peregrinan hacia sí mismas bellas hasta la desesperación. ¿Cuánto más harán para desenlazarse?

CUANTICA

Al parecer, cualquier estado físico puede ser expresado por una luminosa secuencia de vectores. ¿Para qué ser poeta? El dominio esencial entre el dios y el diablo sólo lentamente puede averiguarse. Sus magnitudes físicas, inobservables, comienzan a palparse cuando nos enteramos de un accidentado tejido llamado espacio. La realidad se ha terminado. Su límite es infranqueable. Y las culonas no andan lejos de estas deambulaciones.

BOTELLAS

Lo curioso es que las botellas tomen forma de libro. Ardides de la embriaguez. Queda mucho mejor quedarse dormido con un libro que con una botella. Orión está al pie de las deconstrucciones con su gran nebulosa, con sus dos gatos saltando en el balcón que da a las azaleas. Pero hay algo sorprendente en todo esto: más que plantear la decisiva cuestión de la responsabilidad intelectual de un gato sobre sus lecturas, alguien podría explicar que una y otra embriaguez, la del libro y la de las botellas, irrumpen decisivamente en experiencias levitantes.

BOOM

A Ursula la hizo levitar el boom. A la princesa, no la hizo levitar Darío sino el lobo de otra princesa encabritada. Eros levitó a oscuras en el lecho de Psique. Heisenberg levitó con el orbital atómico en la Universidad de Gotinga, donde antes había levitado Lichtenberg, el viejo coleccionista de tormentas. Tras lo cual, Orión se sacó el cinturón para levitar como un relámpago en el centro del lobo de la princesa culona.

LEVITACIONES

Las culonas levitan al alba. Las culonas levitan sin tiempo ni espacio. Levitan escondidas en la ternura de la noche, pasmadas, sin ganas de volver a caminar. Levitan con el capullo en la mano. Con el capullo en la boca. Con el capullo abierto. Con el capullo cerrado. Levitan en los ascensores como astronautas. Levitan como recién nacidas en el tracto de una princesa transtextual. Cualquier otro hombre que no fuera princesa, cualquier mujer que no fuera lobo, ¿podría imaginar mutuas y arriesgadas levitaciones? Las culonas como, el universo, no son puntos, sino pequeños hilos vibrando.

MICHAUX

Resulta que la medida siempre acabará perturbando el propio sistema a medir. Soy el ser que inspira. El ser que tiembla. El ser que Michaux hace levitar con un dedo meñique, aunque el índice rompe la realidad de límites infranqueables y el pulgar insinúa, trepa hasta lo que el mayor restituye como un padre que penetra seis mil láminas de princesa deslumbrante.

LIBRO

Dijo la princesa que los libros están llenos de alimañas. De ahí a su reinado sólo hubo un paso en mi vida. Yo la tomo por el cetro y la acomodo en mi dicha. Cierta noche tomé sus sueños con una pinza para ensueños y los coloqué uno por uno sobre la almohada. La naturaleza del placer es similar a la del libro. El dedo meñique de Michaux nos llevaba hasta el fondo. Lo demás es misterio de princesas y alimañas. El texto diminuto puede conducirnos a la pornografía.

BOLAS

Sin libros embriagados la realidad es desleída. Los astros se chocan entre sí como pastosas bolas de billar. De estos libros embriagados nacen ebrios. Nacen gatos y poetas. Nacen culonas que se enamoran de poetas. El poeta que golpea la bola del mundo es un experto en embriagadas colisiones. La bola del mundo choca contra otra bola del mismo mundo y con un golpe seco se dispersan en todas direcciones. Ya no se trata de dos bolas de aspecto más o menos difuminado, sino de una multitud de ellas, todas confusas y vagas. Dispersión de ondas dicen los libros embriagados y la embriaguez despierta a las culonas.

PELAJE

Decididamente hay una culona aislada que bajo determinadas condiciones de embriaguez llega hasta el balcón de la princesa con nuez de adán, le arranca los tules femeninos y la pone de bruces ante su virilidad. ¿Qué posición ocupa una culona? ¿Qué pelaje textual exhibe? La razón de todo esto es lo diminuto. El universo diminuto. La escritura diminuta. La muerte diminuta. El tiempo diminuto en que la princesa transtextual hace el voto masculino y alimenta a la cría con un calostro venido de una literatura proscrita, de un cetro chorreante, de una lectura en complot.

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