El 2011 se discute en todos los escenarios políticos, esa proyección mágica aparece en cada debate que se presente y los candidatos o posicionamientos comienzan a barajarse sin cesar a pesar de que todos repiten la muletilla de que falta mucho para esa fecha crucial en la que todos parecen pensar con desesperación. Sin embargo, en Rosario efectivamente los dos años que restan parecen ser más largos y la discusión sobre la sucesión en el Palacio de los Leones se aletarga, quizás bajo los efectos de este tórrido enero.

Los únicos afiches que han sugerido la posibilidad de una disputa futura con el socialismo, son los que impulsaron a fines del año pasado y principios de éste a la concejala María Eugenia Bielsa como intendenta. Su nombre ha aparecido en el acto de fin de año que encabezaron los diputados Néstor Kirchner y Agustín Rossi, y hay unas pocas pintadas en la calles de la ciudad. Está claro que Bielsa es la figura política local con más expectativas dentro del peronismo para establecer una disputa con chances hacia el futuro. Lo que no está claro es si la arquitecta y ex vicegobernadora será capaz de conformar a todos los sectores del esparcido y debilitado PJ rosarino.

El peronismo, por tradición y espíritu de supervivencia se ha encolumnado siempre detrás de las figuras que pudieran traerle un triunfo, así que para Bielsa las posibilidades estarán cifradas también en la valoración que tenga la ciudad de su figura. No sólo desde el grado de conocimiento -que, se puede arriesgar, será bastante alto hasta su imagen positiva y luego, lo más difícil, la real intención de voto.

Bielsa comparte espacio político con Héctor Cavallero y la Agrupación Evita, entre otros sectores del peronismo. Su cercanía con el obeidismo es clara a partir de su rol de vice durante el gobierno de Jorge Obeid, pero esto no implica un pertenencia decidida a ese grupo de por sí bastante hermético del PJ. El reutemismo nunca ha hecho buenas migas con ella, quizás una dirigente con demasiado carácter para aceptar encolumnarse sin muchos cuestionamientos detrás de un jefe casi mudo. Es obvio que aparecerán otros candidatos en la interna del PJ con sus intenciones, pero hasta ahora no hay nombres concretos.

Del lado del socialismo tampoco hay demasiadas certezas y sí, efectivamente falta mucho hasta para determinar en qué marco será designado el candidato del oficialismo. El hombre de confianza de Miguel Lifschitz, Horacio Ghirardi pasó a órbita provincial en una cartera en por demás de conflictiva como lo es la de Seguridad. Eso no lo saca de carrera inmediatamente, pero sí condiciona su futuro al relativo éxito que pueda tener en su gestión. El gobernador Binner también tiene su hombre de confianza que se llama Antonio Bonfatti y muchos lo ven en esta oportunidad como otro virtual candidato. Miguel Zamarini sigue anotado y más aún ahora que pudo renovar su presidencia al frente del Concejo Municipal. Por el lado del radicalismo, el impulso que había tomado Jorge Boasso en las elecciones a concejales se vio después disminuido en los resultados de las internas cerradas de la UCR. Aunque está claro que para el radicalismo todo dependerá también de las alianzas nacionales y provinciales.

El panorama no es tan claro aquí. Será que en Rosario la fiebre por el 2011 está atenuada por su extrema dependencia de los debates políticos provinciales y nacionales, será que no hay candidatos demasiado recortados en el horizonte del electorado; o será simplemente este enero de fuego, que deja pocas ganas de ir pensando en lo que viene. A lo mejor es lo más saludable. Esperar un poco y ver qué pasa en este tiempo que aún falta de gestión.

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