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Viernes, 12 de febrero de 2010

¡EPA!

De cara al Bicentenario

El regalo de la colonia suiza a nuestra República en 1910 y el ferviente deseo de que este año se redoble la apuesta.

 Por Andrea Majul

Al igual que muchas otras cosas en la vida, en cuanto a su género se refiere, los nombres que denotan territorios son de tener un comportamiento variado. Por y a pesar de ello, la academia sostiene que, por lo general, los toponímicos que terminan en “a” son femeninos, mientras que los demás son masculinos. Para la gramática española, entonces, países como Argentina y Suiza son mujeres.

Hasta aquí el dato académico, pero vayamos un poco más allá: imaginemos a Suiza como una mujer interesante, de senos turgentes como Alpes, gestos precisos y puntuales, porte atlético y mirada enigmática. Si quieren, pueden visualizar a Ursula Andress.

Yo, si me permiten la licencia, como las rubias no son mi tipo, por más que la nacionalidad no coincida, me quedo con Lena Olin, la actriz sueca que hizo de Sabina en La insoportable levedad del ser.

Argentina, por su parte, tendría que ser una chica más joven, quizás un poco díscola, quizás un poco ingenua. No sé si por nuestra historia o por qué, pero la primera imagen que se me viene a la mente es la de una lozana Isabel Sarli semidesnuda diciendo su famosa línea: “¿Qué pretende usted de mí?”.

Un buen día, en el concierto de las naciones, una se entera de que la otra está por cumplir años y piensa que es su oportunidad para fortalecer esos lazos que las unen.

¿Qué hace? ¿Le manda un container de chocolates y queso gruyère? No, de ninguna manera. Le envía un monumento. ¡Y qué monumento!

Uno que en lo alto muestra a un caballo desenfrenado cuyo jinete es el Angel del Amor, el mismo que celebra con sus brazos abiertos la unión de estas dos mujeres que, recostadas sobre el mundo, sólo tienen ojos para la otra mientras tomadas de la mano se besan amorosamente en la boca.

Si bien puede ser que esté mal medicada y mi percepción un poco deteriorada, esto no es producto de una alucinación. Basta con acercarse a la Av. Dorrego entre Av. Leopoldo Lugones y Av. Figueroa Alcorta, en el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires, para ver un verdadero monumento lésbico internacional.

La obra fue encargada al artista Franz Paul Sales Amhlen por la colectividad suiza y donada a la Argentina con motivo de celebrarse el Centenario de su independencia. El título de la misma por descriptivo no deja de ser sugerente: “Argentina y Suiza, unidas sobre el mundo”.

Más allá de tan singular obsequio, lo curioso es que el emplazamiento de esta escultura está en un sitio de escasa visibilidad. Curioso porque los otros monumentos legados por las naciones y sus colectividades para celebrar el Centenario están todos ubicados en lugares estratégicos de la ciudad. Allí están la Torre Monumental o Torre de los Ingleses, en Retiro; el Monumento a Cristóbal Colón, detrás de la Casa Rosada; el Monumento de los Españoles, en Av. Del Libertador y Av. Sarmiento; el de Francia a la Argentina en Plaza Francia, por citar sólo algunos de los tantos que terminan transformándose en tarjetas postales de nuestra sofisticada elegancia europea.

Curioso también es que el Departamento de Monumentos y Obras de Arte de la Ciudad dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en su catálogo oficial, realice una detallada descripción de la obra, pero omita cualquier referencia al beso y a las manos tomadas. Para los estudiosos de la institución, lo fundamental es que hay dos figuras femeninas sentadas sobre un globo terráqueo, con lo cual lo que cualquier observador interpretaría como una imagen de sosegado erotismo quizá no sea más que el gesto desesperado de dos chicas desnudas que se están cayendo de una esfera y por eso se agarran de donde pueden.

Al final no todo es lo que parece; al menos los suizos puede que en algunas cosas no sean tan neutrales. Si el beso de Britney y Madonna hace poco fue votado como el mejor de la década, es hora de agradecer a la comunidad helvética y proponer este monumento como “Mejor beso del Centenario”. A menos que esperemos unos meses y veamos si redoblan la apuesta.

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