“Paramos para visibilizar todas las violencias que sufren las mujeres adentro de la cárcel. (…) Paramos para exigir el arresto domiciliario a todas las mujeres madres con hijos menores de edad (…) Paramos porque queremos trabajar pero no ser explotadas por el Servicio Penitenciario Bonaerense, que nos paga 16 centavos la hora de trabajo. (...) Paramos por las que se fueron sabiendo que una parte nuestra siempre se muere en el penal, pero que otra más fuerte toma su lugar cuando se convierte en lucha colectiva.”

En este IIº Paro Internacional de Mujeres se amplió sororamente el reclamo por los derechos de las privadas de su libertad. El fragmento es parte del  manifiesto realizado en en los talleres de artes y oficios que la colectiva feminista YoNoFui brinda desde 2002 en la Unidad 31 y Complejo IV de Ezeiza, la Unidad 13 de Santa Rosa, La Pampa, y la Unidad 47 de José León Suárez. Se preguntaron sobre la multiplicidad de significados asociados al verbo “parar”, o qué se entiende por “interrumpir”, ampliando la extensión de la definición clásica. El año pasado abordaron las distintas violencias a través de microrrelatos biográficos que fueron filmados y están disponibles desde el canal de youtube de la colectiva YoNoFuiORG. Este año convocaron a un “Ruidazo” (golpe de rejas) en las cárceles, con el “boca en boca” entre detenidas al resto de unas unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense, al que se adhirieron compañeras de Rosario y La Pampa. Incluso, en José León Suárez no realizaron actividades y explicaron porqué. “La idea ha sido trascender los muros y visibilizar a las mujeres institucionalizadas, quienes sin condena firme son sumidas en la pobreza, y sabemos que  muchas deciden acceder a condenas de modo voluntario para poder cobrar un peculio mínimo”, denuncia Alejandra Rodríguez, artista y coordinadora pedagógica de YoNoFui e integrante del colectivo Ni Una Menos. “No contamos con cifras oficiales respecto de las violencias sobre sus cuerpos y sus subjetividades, y no podemos ignorar que el ámbito carcelario es violento y esa violencia sigue fuera, cuando intentan rehacer sus vidas y generar fuentes de trabajo”.

Hace más de dos años crearon la Cooperativa de trabajo en libertad y Tinta Revuelta, un colectivo editorial de mujeres a partir del Taller de Periodismo y Escritura de YoNoFui, que en 2014 lanzó la revista Yo soy. La precursora de los talleres fue María Medrano con el de Poesía, en 2002 en la Unidad Penal de Ezeiza, y en la actualidad la continúa Liliana Cabrera, quien estuvo ocho años privada de su libertad. 

Más información: @yonofuiorg