Desde Londres

La City de Londres es el nuevo abismo que separa a la Unión Europea (UE) y Gran Bretaña. La UE considera que un acuerdo de libre comercio posterior a la salida británica del bloque europeo solo abarcará el comercio de bienes y excluirá a los servicios. El Reino Unido amenazó con hacer volar por el aire la negociación en su conjunto si no se incluye a la City, principal centro financiero del mundo junto a Nueva York.  

 La City es el líder mundial del mercado de divisas, de eurobonos y seguros globales, de futuros energéticos y derivados. Las cifras en juego son fabulosas. El mercado de divisas mueve diariamente el equivalente a 2 billones y medio de dólares (cinco veces el PBI argentino anual). La City maneja más euros que toda la eurozona a pesar de que la moneda británica es la libra. Operan más de 500 bancos en la “milla dorada” de la City y un 70% de los Fondos de Alto Riesgo.

 En síntesis, la City es un botín muy preciado que hoy produce el ocho por ciento de los ingresos fiscales del país y un 12 por ciento del PBI británico. En parte esta importancia se debe al llamado “pasaporte financiero” que, como miembro de la UE, le permite a bancos, aseguradoras y fondos británicos un libre acceso a todo el mercado europeo. Gracias a la UE la City consolidó su hegemonía en el mercado de los eurobonos, origen en los 60 del sistema internacional de paraísos fiscales que está diezmando la economía mundial. Una tercera parte de las transacciones financieras británicas se realiza con clientes del bloque europeo.

 Este mercado se está convirtiendo en la madre de todas las batallas de la sinuosa negociación del Brexit. En una conferencia de prensa conjunta anteayer con el primer ministro de la República de Irlanda, Leo Varadkar (ver recuadro), el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, señaló que la Unión Europea quiere un acuerdo amplio a nivel de intercambios de bienes, pero que el sector financiero y servicios no entrará en el mandato de negociación que se anunciará el 22 y 23 de marzo. “Los servicios suponen reglas comunes, una supervisión e implementación conjunta para asegurar la integridad del mercado unificado europeo y la estabilidad financiera. No podemos ofrecer lo mismo para el sector financiero que para el intercambio de bienes. Esto debería quedar bien claro. En este terreno financiero, la vida será muy diferente después del Brexit”, dijo Tusk.

 El miércoles el ministro de finanzas británicas, Philipp Hammond había condenado duramente declaraciones similares del mismo Tusk y del ministro de economía de Francia, Bruno Le Maire. En la sede del HSBC en Canary Wharf, Hammond, que, curiosamente es un pro-europeo, señaló que solo podía haber un acuerdo si se alcanzaba un justo equilibrio entre los intereses de ambas partes. “Un acuerdo que no incluya a los servicios financieros no es un acuerdo equilibrado y justo”, sentenció Hammond. Ayer el ministro de comercio, Liam Fox, un feroz pro-Brexit que está en las antípodas del ministro de finanzas, acusó a los líderes europeos de comportarse como una mafia. “Están usando un lenguaje punitivo para castigar al Reino Unido con la típica retórica de una banda criminal. Tenemos que dejar de politizar la negociación y concentrarnos en los intereses económicos de nuestros pueblos”, dijo Fox.

 Un informe publicado en diciembre sobre los planes de 222 entidades financieras en la City calculaba que unos 10500 puestos de trabajo emigrarían el 30 de marzo de 2019, es decir, en el primer día de la salida británica de la UE. 

 El éxodo ya comenzó. Una de las principales aseguradoras de Lloyds, XL Group, mudó en septiembre su sede de operaciones a Dublin y la compañía madre, Lloyds, abrirá subsidiarias en Bruselas y Berlin a fin de año para  poder seguir operando en Europa.

 En las aguas turbias del Brexit, Frankfurt, Paris, Dublin y Madrid han lanzado una ofensiva para capturar parcelas del jugoso mercado financiero británico. Londres no desaparecerá del mapa como centro global, pero si no consigue un acuerdo con la UE y, sobre todo, si se impone una separación tajante entre     el bloque y el Reino Unido (hard Brexit), verá limitada sus operaciones y su proyección a futuro.

 En el Reino Unido no son pocos los que piensan que un achicamiento del rol de la City en la economía británica puede ser un “blessing in disguise” (una bendición escondida en una aparente mala noticia). Nicholas Shaxson, autor de “Las islas del Tesoro”, quizás la más exhaustiva historia de los paraísos fiscales, está escribiendo un segundo libro sobre la “maldición financiera” de la City de Londres, a la que equipara con lo que sucede en países que viven de un recurso único como el petrolero. “La City distorsiona la vida económica, política y social del Reino Unido. Es un poder en sí mismo que ha erosionado nuestra base manufacturera y es el centro de una red de paraísos fiscales, islas que todavía pertenecen a la corona, como Bermudas o las islas vírgenes británicas. Esta red es clave para la evasión y elusión fiscal en el Reino Unido y el mundo. Un cambio no va a ser fácil, pero es fundamental si queremos modificar el actual modelo económico”, dijo Shaxson a PáginaI12.